ARTÍCULO PUBLICADO EN ‘THE OBJECTIVE’

Álvaro Nieto sobre el Gran Apagón y las lecciones de un 28 de abril

Álvaro Nieto reflexiona sobre el alcance social y mediático del apagón del 28 de abril y las enseñanzas que deja sobre vulnerabilidad, resiliencia y prioridades colectivas

Pedro Sánchez y el apagón eléctrico
Pedro Sánchez y el apagón eléctrico. PD

El periodista Álvaro Nieto, director de The Objective, titula hoy su columna Cosas que aprendimos un 28 de abril.

En ella, publicada el 29 de abril de 2025 en el diario digital que dirige, Nieto aborda con mirada crítica y reflexiva las consecuencias y aprendizajes extraídos tras el inesperado apagón que afectó a buena parte de la población española.

La tesis principal del autor queda clara desde las primeras líneas: un suceso tan disruptivo como un corte masivo de electricidad desvela la fragilidad de nuestras rutinas, la dependencia tecnológica y, al mismo tiempo, la capacidad de adaptación social cuando lo cotidiano se tambalea.

La columna arranca subrayando la sorpresa colectiva: “Nadie esperaba que el 28 de abril terminara así: con medio país a oscuras, los teléfonos sin cobertura y la sensación, por primera vez en mucho tiempo, de que todo podía cambiar en cuestión de minutos”.

Estas palabras ilustran cómo un evento fortuito puede convertirse en experiencia común, haciendo visible la interdependencia tanto material como emocional de nuestra sociedad.

Nieto prosigue desmenuzando el impacto psicológico del apagón. Destaca cómo los ciudadanos, privados durante horas de la conectividad digital y eléctrica habitual, se vieron forzados a reencontrarse con lo esencial: “A falta de pantallas, regresamos a las conversaciones cara a cara. Las familias se sentaron juntas en torno a una vela y los vecinos preguntaron por primera vez en años si alguien necesitaba algo”.

Este fragmento recoge la idea central del artículo: el corte eléctrico no solo evidenció la vulnerabilidad técnica del país, sino también una oportunidad para redescubrir vínculos sociales olvidados.

En otro momento clave del texto, Nieto apunta hacia las carencias institucionales reveladas por la crisis: “Las autoridades tardaron horas en ofrecer una explicación coherente. Lo que más desconcertó no fue tanto el apagón en sí, sino la ausencia de información fiable durante las primeras horas”. Aquí emerge una crítica directa al aparato comunicativo oficial y a su gestión ante emergencias imprevistas, aspecto recurrente en el análisis periodístico del autor.

El artículo profundiza también en las consecuencias económicas y políticas derivadas del evento. Nieto señala: “Las empresas paralizadas, los comercios cerrados a media tarde y los transportes bloqueados recordaron hasta qué punto dependemos de una infraestructura vulnerable”. Esta observación conecta el suceso puntual con un debate más amplio sobre la resiliencia nacional frente a crisis sistémicas.

En sus párrafos finales, Nieto apuesta por una reflexión colectiva: “Quizá lo mejor que nos ha dejado este 28 de abril sea la certeza incómoda pero necesaria de que nada es eterno ni garantizado. Ni siquiera la luz al pulsar un interruptor”. El cierre invita a reconsiderar prioridades personales y políticas tras el sobresalto compartido.

Contexto y claves del análisis

La columna de Álvaro Nieto se inscribe dentro de una corriente periodística que reivindica el papel del apagón como catalizador de autoconciencia social. El director de The Objective, con experiencia en medios como Vozpópuli o El País y conocido por su defensa de un periodismo crítico e independiente, utiliza este episodio para alertar sobre riesgos latentes y para subrayar la importancia del debate público informado.

El artículo utiliza un tono sobrio pero cercano para poner en valor aprendizajes concretos:

  • La evidencia de nuestra dependencia tecnológica.
  • El resurgir momentáneo de comunidades locales ante la adversidad.
  • La falta de preparación institucional frente a crisis inesperadas.
  • La necesidad urgente de planes de contingencia claros y comunicados eficazmente.
  • La oportunidad para revalorizar lo esencial frente al ruido cotidiano.

Nieto no desaprovecha tampoco la ocasión para lanzar una advertencia respecto al futuro: si bien el episodio ha sido pasajero, los desafíos energéticos y digitales seguirán presentes en la agenda pública. De ahí que inste a no olvidar lo aprendido cuando todo vuelva aparentemente a la normalidad.

Un retrato coral del desconcierto

El texto está salpicado por fragmentos significativos que recogen voces anónimas y gestos cotidianos observados durante el apagón: desde familias improvisando cenas a la luz de las velas hasta comerciantes calculando pérdidas a mano. Estos retazos refuerzan el carácter testimonial del artículo e invitan al lector a reconocerse en situaciones similares.

La glosa revela cómo Álvaro Nieto logra convertir una crónica sobre un incidente puntual en plataforma para una discusión más amplia sobre vulnerabilidad colectiva y posibilidades reales de cambio. Su enfoque combina crónica inmediata con perspectiva crítica, aspirando tanto a informar como a suscitar debate.

En suma, “Cosas que aprendimos un 28 de abril”, más allá del relato puntual, se convierte bajo la pluma de Álvaro Nieto en espejo donde mirar tanto nuestros miedos como nuestras capacidades latentes. Una invitación a no olvidar lo vivido cuando vuelva la electricidad—y con ella, quizá también cierta inercia acrítica—pero sabiendo ya “que todo puede cambiar en cuestión de minutos”.

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