Es el discurso de Carmencita Franco a los niños alemanes.
Fue rodado en 1937, en plena Guerra Civil española, cuando el resultado de la contienda era muy incierto y es una de las películas más conocidas (y parodiadas) de la propaganda bélica franquista.
Tiene un valor documental inmenso.
En un plano cercano, Franco, de pie y algo hierático, vestido con su uniforme militar, posa junto a su hija Carmencita, de blanco y sentada sobre el regazo de su madre, Carmen Polo, de negro.
El dictador se inclina afectando naturalidad hacia su hija, la toma de la mano y le insta a decir lo que quiera’ a los niños alemanes.
Los titubeos de la niña realzan todavía más el envaramiento de los padres.
Su discurso, mal aprendido, se interrumpe y retoma acto seguido mientras Franco silabea, cual apuntador, de manera bien perceptible a ojos de la cámara.
Por fin, un plano medio de Carmencita cierra el plano lo suficiente para que su padre sea arrojado fuera de campo y el artificio resulte imperceptible (como debería haber sido el caso en pura lógica desde el comienzo), sin bien la mirada de la madre, alternando de la cámara a su hija, sin abandonar una postiza sonrisa, resulta harto embarazosa y artificial, cuando no ridícula.
El plano de conjunto se ordena en torno a la primera parte de la exposición», se analiza en el libro.
Franco y su hija mantienen el siguiente diálogo:
- -¿Quieres decir algo a los niños alemanes?
- -Pero ¿qué les digo?
- -Lo que quieras.
Entonces Carmencita se arranca como si se le acabara de ocurrir algo:
- – Pido a Dios que todos los niños del mundo no conozcan los sufrimientos y las tristezas que tienen los niños que están aún en poder de los enemigos de mi patria. Yo deseo que todos los niños españoles tengan una casa alegre con cariño y con juguetes… Y, por eso, envío un beso a todos los niños del mundo.