Una especie al borde del abismo

Un macaco de Berbería mata de una pedrada a un turista marroquí

Un icono mediterráneo, que está también en el Peñón de Gibraltar, tiene carácter propio y parece en serio peligro de extinción

El macaco de berbería
El macaco de berbería. PD

Imagínese usted paseando tan tranquilo por un paraje emblemático, móvil en mano, cámara lista y sonrisa de turista en el rostro.

De repente, un mono —no cualquiera, sino un macaco de Berbería, también conocido como el famoso «mono de Gibraltar»— decide que hoy no es su día y lanza una piedra que termina en tragedia.

Podría parecer el guion de una comedia negra, pero es la crónica de una noticia real que ha conmocionado a Marruecos y al mundo: un turista marroquí ha perdido la vida tras recibir el impacto de una pedrada arrojada por uno de estos primates.

Este insólito suceso ha generado un sinfín de comentarios y memes en redes sociales, pero también ha puesto sobre la mesa preguntas importantes: ¿qué sabemos realmente sobre el macaco de Berbería? ¿Es peligroso para los humanos? ¿Está en peligro de extinción? Y, sobre todo, ¿qué papel jugamos nosotros en su destino?

El macaco de Berbería: icono mediterráneo con carácter propio

El macaco de Berbería (Macaca sylvanus) es mucho más que la estrella simpática del Peñón de Gibraltar o el protagonista ocasional de vídeos virales donde roba bocadillos a turistas despistados. Se trata del único primate no humano que vive libremente en Europa y uno de los pocos monos del mundo que habitan fuera del continente asiático.

Distribuido principalmente entre Marruecos, Argelia y Gibraltar, este macaco es famoso por su inteligencia, sus complejas relaciones sociales y su capacidad para adaptarse tanto a bosques húmedos como a zonas más áridas. No obstante, detrás de su aspecto entrañable se esconde una especie en jaque.

¿Peligro para los humanos o víctimas del turismo?

El reciente incidente ha disparado la pregunta: ¿son peligrosos los macacos de Berbería? La realidad es que estos primates suelen evitar la confrontación directa con las personas. Sin embargo, el contacto frecuente con turistas ha modificado parte de su comportamiento. Alimentados con chucherías y acosados por flashes, algunos ejemplares han aprendido a ser más audaces e incluso agresivos cuando buscan comida fácil. El resultado puede ser desde pequeños hurtos hasta episodios aislados —aunque extremadamente raros— como el acaecido en Marruecos recientemente.

Aunque estos sucesos son excepcionales, sirven para recordar que la fauna silvestre no es predecible. Los expertos insisten: si bien la mayoría de los encuentros terminan en anécdotas divertidas o fotos inolvidables, los animales salvajes pueden reaccionar ante situaciones de estrés o sentirse amenazados por comportamientos humanos inadecuados. La recomendación es clara: observar sí, molestar nunca.

Mucho antes del incidente mediático, el macaco de Berbería ya figuraba entre las especies más amenazadas del Mediterráneo occidental. Según organizaciones internacionales y estudios recientes, la población salvaje se ha desplomado drásticamente en las últimas décadas. Se estima que hoy quedan menos de 6.000 ejemplares en libertad y la tendencia sigue siendo descendente.

Las principales amenazas que enfrentan son:

  • Pérdida y fragmentación del hábitat: La deforestación para agricultura y urbanización reduce sus territorios vitales.
  • Tráfico ilegal: Cada año decenas de crías son capturadas para ser vendidas como mascotas exóticas o explotadas en espectáculos turísticos.
  • Explotación turística: El contacto constante con visitantes altera sus hábitos naturales y puede generar dependencia alimentaria o conflictos.
  • Caza furtiva: Aunque está prohibida, sigue existiendo presión sobre algunas poblaciones locales.

En 2023 se alertó nuevamente sobre la delicada situación del macaco en Marruecos. Las autoridades locales han intensificado campañas para protegerlo, pero los desafíos persisten. El comercio ilegal hacia Europa —España incluida— sigue activo pese a los controles fronterizos reforzados.

Gibraltar: santuario y escaparate turístico

En Gibraltar reside la única población europea salvaje del macaco de Berbería. Aquí se les considera casi «ciudadanos honorarios». De hecho, según la tradición local, mientras haya monos en el Peñón, Gibraltar seguirá siendo británico. Más allá del folclore, su presencia genera millones en ingresos turísticos cada año.

Sin embargo, este éxito tiene doble filo:

  • Algunos ejemplares han desarrollado comportamientos oportunistas.
  • El exceso de alimentación artificial les expone a problemas nutricionales.
  • Las autoridades han tenido que tomar medidas como prohibir darles comida o gestionar sanitariamente a grupos demasiado numerosos.

A pesar de ello, ver a estos primates saltando entre rocas sigue siendo una experiencia única para miles de viajeros… siempre que se mantenga el respeto mutuo.

¿Qué podemos hacer nosotros?

La conservación del macaco de Berbería depende tanto de políticas públicas como del comportamiento individual:

  • No alimentar ni tocar nunca a los animales salvajes.
  • Apoyar proyectos turísticos responsables que respeten la distancia entre especies.
  • Rechazar cualquier forma de comercio ilegal o espectáculos con animales.
  • Difundir información veraz sobre las amenazas reales que enfrenta esta especie.

Curiosidades sorprendentes sobre el macaco de Berbería

Para quienes crean que ya lo saben todo sobre este peculiar mono mediterráneo… aquí van algunos datos curiosos:

  • Son excelentes cuidadores: los machos suelen cargar y proteger a las crías aunque no sean sus descendientes directos.
  • Viven en grupos muy organizados donde las hembras suelen tener mayor peso social.
  • A diferencia de otros monos, no tienen cola visible.
  • Se comunican mediante gestos faciales extremadamente sutiles (una sonrisa puede significar amenaza).
  • En tiempos romanos eran considerados animales sagrados y símbolo de buena suerte.
  • Los científicos creen que su presencia histórica en Gibraltar podría deberse tanto a migraciones naturales como al transporte humano hace miles de años.

Así que la próxima vez que vea uno —ya sea trepando por una roca gibraltareña o entre bosques marroquíes— recuerde: detrás del mito hay una historia fascinante… y mucho trabajo pendiente para asegurarle un futuro digno.

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