Adaptaciones sorprendentes en los mares helados

El asombroso reloj biológico de las focas: cómo calculan el tiempo bajo el agua

Las focas dominan la apnea marina con estrategias únicas, mientras enfrentan amenazas y despiertan fascinación

El asombroso reloj biológico de las focas: cómo calculan el tiempo bajo el agua

Imagina ser capaz de sumergirte en aguas gélidas, desaparecer bajo el hielo y aguantar la respiración durante más de una hora. No, no hablamos de un récord Guinness humano, sino del día a día de las focas, esos mamíferos marinos que parecen llevar un cronómetro biológico en la cabeza. Mientras nosotros nos ahogamos solo de pensarlo, ellas convierten la apnea extrema en rutina, como si fuera tan sencillo como echarse una siesta.

Las focas han perfeccionado una serie de trucos fisiológicos que harían palidecer al mejor buceador olímpico. Por ejemplo, la foca de Weddell puede permanecer bajo el agua hasta 80 minutos sin respirar y sumergirse a profundidades de 600 metros. ¿Cómo lo consiguen? La clave está en su capacidad para almacenar oxígeno y ralentizar su metabolismo al extremo, bajando su ritmo cardíaco a apenas unos latidos por minuto. Así consiguen ahorrar energía y sobrevivir en un entorno donde el oxígeno es un lujo escaso.

El “cronómetro” interno: ¿cómo saben cuándo volver a la superficie?

Las focas no llevan relojes ni calculadoras, pero cuentan con un sistema fisiológico y sensorial digno de estudio. Durante la inmersión, su cuerpo entra en “modo ahorro”:

  • El corazón reduce su frecuencia hasta en un 90%, priorizando el flujo sanguíneo solo a órganos esenciales como el cerebro y los sentidos.
  • Sus músculos y sangre almacenan grandes cantidades de oxígeno gracias a elevadas concentraciones de hemoglobina y mioglobina.
  • Los pulmones se colapsan controladamente para evitar daños por la presión y minimizar la flotabilidad.

Lo sorprendente es que las focas parecen tener una percepción muy afinada del tiempo que pueden permanecer bajo el agua antes de agotar sus reservas. Los científicos creen que detectan cambios sutiles en los niveles de dióxido de carbono y oxígeno en sangre gracias a quimiorreceptores especializados. Además, su sistema nervioso está preparado para soportar breves períodos con bajos niveles de oxígeno sin perder el control motor o cognitivo.

En esencia, las focas son capaces de “sentir” cuándo ha llegado el momento exacto de salir a respirar, mucho antes de que su vida esté en peligro. Esta gestión precisa del tiempo es fruto de millones de años de evolución y adaptación al medio marino más hostil.

Rebajas

Vida bajo el hielo: estrategias y rivalidades

No todas las focas tienen las mismas habilidades ni estrategias para sobrevivir en ambientes extremos. Por ejemplo, las focas anilladas desarrollan fuertes garras para abrir agujeros en el hielo y acceder al aire vital. Estos orificios son tan codiciados que otras especies —e incluso ballenas— intentan robárselos, generando auténticas disputas territoriales bajo la superficie helada.

Por otro lado, las focas pías (o focas arpa) reducen drásticamente la circulación sanguínea en la periferia del cuerpo para no perder calor, mientras desvían el flujo hacia órganos críticos. Su gruesa capa de grasa actúa como aislante térmico y reserva energética durante largas inmersiones.

En ambos casos, la presión ambiental obliga a estos animales a perfeccionar sus habilidades respiratorias para sobrevivir día tras día.

¿Representan un peligro real para los humanos?

Aunque hay quien piensa que acercarse a una colonia de focas puede ser arriesgado, lo cierto es que estos animales suelen evitar cualquier confrontación directa con las personas. Solo algunas especies —como la foca leopardo— pueden mostrar agresividad si se sienten amenazadas o están defendiendo su territorio o crías. Sin embargo, para la mayoría de las especies, los humanos no representan una presa ni una amenaza directa; más bien somos nosotros quienes podemos ponerlas en peligro.

La probabilidad real de sufrir un ataque es muy baja siempre que se mantenga una distancia prudente y se respeten las normas básicas al observar fauna silvestre.

¿Están las focas en peligro? Amenazas actuales

El cambio climático constituye uno de los mayores retos para las poblaciones de focas. La reducción del hielo marino limita sus áreas reproductivas y complica el acceso a zonas donde pueden descansar o criar a sus cachorros. Además, la contaminación del océano afecta tanto a su alimentación como a su salud general.

No todas las especies están igual de amenazadas: algunas, como la foca monje, sí figuran entre los mamíferos marinos más vulnerables; otras mantienen poblaciones relativamente estables gracias a medidas internacionales de protección.

La caza comercial —ahora mucho menos relevante por la presión social— aún persiste en ciertas regiones.

Caza en Canadá: ¿por qué sigue pese al descenso de demanda?

Aunque la demanda internacional ha caído drásticamente por motivos éticos y comerciales, especialmente tras los vetos europeos al comercio de pieles y productos derivados, la caza tradicional sigue viva en Canadá. Parte se explica por razones culturales e históricas: comunidades indígenas continúan practicándola según métodos ancestrales para garantizar su subsistencia y mantener tradiciones milenarias.

Sin embargo, existen intereses económicos relacionados con mercados emergentes —como Asia— donde ciertos productos derivados aún tienen salida comercial. Además, algunos grupos argumentan que controlar poblaciones evita daños a pesquerías locales o garantiza equilibrios ecológicos; posiciones muy discutidas dentro y fuera del país.

Curiosidades para cerrar con una sonrisa

  • Las crías recién nacidas se cubren con un pelaje blanco inmaculado —el famoso “lanugo”— que les proporciona aislamiento térmico hasta mudar a su pelaje definitivo.
  • Algunas especies pueden dormir flotando boca arriba en el agua sin hundirse gracias a su grasa corporal.
  • Los científicos han descubierto que ciertas focas utilizan vibraciones subacuáticas para comunicarse o marcar territorio.
  • En épocas antiguas se creía que las sirenas no eran otra cosa que focas vistas desde lejos por marineros exhaustos.
  • Las focas barbudas son capaces de producir sonidos bajo el agua con fines sociales o defensivos… ¡y algunos humanos ya han intentado replicar sus cantos sin éxito!

Las focas siguen siendo uno de los grandes enigmas del reino animal: expertas buceadoras con un sentido del tiempo admirable, supervivientes natas y fuente inagotable de historias sorprendentes.

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