Radiotelevisión Española (RTVE), la cadena pública que debería ser un referente de servicio público y calidad, se ha lanzado de hoz y coz a la telebasura.
En el centro del tinglado está José Pablo López, quien estuvo al servicio e los obispos en 13TV, pasó después a la sombra del PP por Telemadrid y fue nombrado presidente del Ente público en diciembre de 2024.
El dicharachero López ha impulsado una programación que incluye formatos como La familia de la tele, heredero del espíritu de Sálvame, con figuras como María Patiño y Belén Esteban.
Esta apuesta, presentada como un intento de captar audiencias más amplias, ha generado rechazo entre quienes esperan de RTVE una oferta cultural e informativa de mayor calado.
La realidad es que la RTVE al servicio de Pedro Sánchez, imita lo peor de la televisión comercial sin lograr los resultados esperados en términos de público.
La gestión de López también ha sido tildada de desastrosa por su manejo económico y estratégico.
A pesar de promesas de estabilidad presupuestaria, RTVE cerró 2024 con pérdidas de 22 millones de euros, tras ajustes en la tasación de inmuebles, y arrastra una deuda acumulada que supera los 430 millones.
Decisiones como la reducción de directivos y su propio salario no han compensado críticas sobre costosos fichajes, como el de David Broncano, ni la percepción de una deriva hacia contenidos frívolos que dilapidan recursos públicos.
Este giro editorial, marcado por la contratación de formatos y rostros polémicos, llega en un momento crítico en el que la corporación acumula una deuda cercana a los 700 millones de euros, más del doble de los 300 millones registrados hace apenas unos años.
En el epicentro del debate está el fichaje de productoras privadas para desarrollar programas de alto coste que buscan competir con cadenas comerciales.
Entre ellas destacan El Terrat, propiedad del humorista Andreu Buenafuente, que recibe 3 millones de euros anuales por sus producciones, y La Osa Producciones Audiovisuales, encargada del nuevo magacín La familia de la tele, con un presupuesto inicial de 5,3 millones de euros para sus primeros 65 capítulos. Este último formato ha sido señalado como una copia del desaparecido Sálvame de Telecinco, cuya esencia sensacionalista y chabacana ha sido duramente criticada en el pasado.
«La familia de la tele»: ¿entretenimiento o telebasura?
El programa La familia de la tele, que verá la luz este abril en La 1, supone un cambio drástico en la programación vespertina de RTVE. El espacio cuenta con figuras emblemáticas del universo Sálvame como Belén Esteban, María Patiño y Kiko Matamoros, entre otros. Según los responsables del canal, el objetivo es ofrecer un «magacín diario inclusivo y cercano», pero las características del proyecto han despertado fuertes críticas. Cada episodio costará 81.500 euros y, si se renueva para toda la temporada, podría llegar a costar hasta 22,8 millones anuales.
En este contexto, voces críticas señalan que esta apuesta vulnera los principios básicos del servicio público al priorizar contenidos sensacionalistas sobre formatos culturales o informativos. La cancelación reciente de programas como La Moderna o El Cazador, ambos con audiencias estables y temáticas más alineadas con el espíritu educativo y cultural que debería caracterizar a una televisión pública, refuerza esta percepción.
El coste político y social del entretenimiento populista
Bajo la dirección del presidente José Pablo López, RTVE ha adoptado un enfoque agresivo para intentar recuperar audiencia perdida. Sin embargo, esta estrategia no solo resulta cuestionable desde el punto de vista ético, sino también desde el económico. La deuda galopante de la corporación pone en tela de juicio la sostenibilidad a largo plazo de este modelo. Además, los datos muestran que este tipo de apuestas no siempre garantizan éxito: programas recientes como La Revuelta, liderado por David Broncano y producido también por El Terrat, han fracasado al no poder competir con ofertas consolidadas como El Hormiguero.
Por otro lado, expertos y analistas destacan cómo esta migración hacia formatos sensacionalistas responde a una lógica comercial más propia del sector privado que del público. Si bien es cierto que los contenidos populares pueden atraer a un público amplio, muchos se preguntan si el precio a pagar —tanto en términos económicos como reputacionales— es justificable para una televisión financiada con impuestos.
Un modelo en crisis: ¿hacia dónde va RTVE?
La controversia sobre la telebasura en RTVE refleja problemas estructurales más amplios en la gestión de la cadena pública. Desde el aumento del endeudamiento hasta cambios legislativos que han otorgado mayor poder ejecutivo al presidente sin controles efectivos por parte del Consejo de Administración, las decisiones recientes parecen ir en contra del mandato fundacional de RTVE como garante de contenidos educativos y culturales.
Además, esta tendencia no es aislada; forma parte de un cambio más amplio en el panorama televisivo español. Mientras Mediaset reestructura su programación para alejarse del formato sensacionalista tras el cierre definitivo de Sálvame, RTVE parece haber tomado el camino inverso al incorporar elementos similares en su parrilla. Esto no solo genera un choque ideológico sobre lo que debe ser una televisión pública, sino también una competencia directa con las cadenas privadas que pone en entredicho su diferenciación.
Alternativas para una televisión pública sostenible
Frente a este panorama desolador, surgen propuestas para reconducir el rumbo de RTVE hacia un modelo más equilibrado y sostenible:
- Reforzar contenidos educativos y culturales: Apostar por programas innovadores que promuevan valores culturales e históricos podría atraer tanto al público joven como al adulto.
- Transparencia presupuestaria: Publicar informes detallados sobre los costes reales asociados a cada producción permitiría recuperar parte de la confianza perdida.
- Inversión en nuevas tecnologías: Ampliar la oferta digital mediante plataformas propias podría aumentar la competitividad sin necesidad de recurrir a formatos sensacionalistas.
- Revisión legislativa: Restablecer mecanismos efectivos de control interno para garantizar decisiones alineadas con los principios fundacionales del servicio público.