Tensiones y debate en la sucesión papal

El cardenal Müller: «Se ha acabado un capítulo en la historia de la Iglesia y rezo para evitar que salga elegido un Papa hereje»

El cardenal alemán pide revertir las reformas de Francisco y alerta contra el acuerdo con China que en su opinión es "una peligrosa cesión ante comunistas ateos, enemigos de la humanidad”

El cardenal Gherard Ludwig Müller
El cardenal Gherard Ludwig Müller. PD

El ambiente en Roma está más caldeado que nunca tras las declaraciones del cardenal Gerhard Ludwig Müller, una de las voces más influyentes y conservadoras del Colegio Cardenalicio.

A escasos días del inicio del cónclave que debe elegir al sucesor de Francisco, Müller ha dado un giro inesperado a la recta final.

No solo ha pedido revertir los principales cambios impulsados por el Papa argentino, sino que ha llamado abiertamente a rezar para evitar que “salga elegido un Papa hereje”.

En un gesto nada habitual en la diplomacia vaticana, el cardenal alemán ha ido mucho más allá de la crítica habitual: “Se ha acabado un capítulo en la historia de la Iglesia”, afirmó, subrayando que las reformas recientes han dividido profundamente a la institución.

Para Müller, la elección de un Papa ortodoxo es “esencial para evitar una posible división o incluso un cisma”.

¿Fin del capítulo progresista?

La muerte de Francisco ha supuesto el cierre de una era marcada por transformaciones profundas y, para muchos sectores, polémicas.

El pontífice argentino impulsó medidas impensables hace apenas una década: apertura a los marginados, transparencia económica, reforma de la Curia, inclusión de laicos y mujeres en puestos clave y gestos inéditos hacia colectivos tradicionalmente alejados de la Iglesia, como las personas LGTBI o los divorciados.

Pero no todos han visto con buenos ojos esta apertura. Para Müller y otros cardenales conservadores, muchas de estas decisiones han supuesto una ruptura con la tradición doctrinal. Entre sus críticas más contundentes destacan:

  • El acuerdo con China para consensuar el nombramiento de obispos, considerado por Müller una peligrosa cesión ante “comunistas ateos, enemigos de la humanidad”.
  • La bendición informal a parejas homosexuales, vista por el cardenal como “obviamente contraria a la doctrina”.
  • La participación activa y con derecho a voto de laicos —incluidas mujeres— en los sínodos vaticanos. Para Müller, esto diluye la autoridad episcopal y confunde a la Iglesia con una “organización política”.
  • El nombramiento de mujeres al frente de dicasterios vaticanos, rompiendo así una tradición milenaria en el gobierno interno.

El trasfondo es claro: ¿estamos ante el fin del ciclo reformista? ¿Se cierra definitivamente el “capítulo progre” iniciado con Francisco? Muchos observadores opinan que este cónclave será un auténtico parteaguas para decidir si la Iglesia profundiza su línea renovadora o retorna a posiciones más clásicas.

Müller sube el tono: ortodoxia versus herejía

En entrevistas recientes concedidas a medios internacionales como La Repubblica o The Times, Müller ha elevado aún más el tono del debate. Ha llegado a sugerir que Francisco pudo ser un pontífice “hereje” y advierte que elegir a un sucesor en esa línea sería “catastrófico” para la unidad e identidad católica. “La cuestión no es entre conservadores y liberales, sino entre ortodoxia y herejía”, insiste.

El teólogo alemán recalca que ningún católico está obligado a obedecer una doctrina errónea e insiste en que el catolicismo no consiste en obedecer ciegamente al Papa sin respetar las Escrituras ni la tradición. “Rezo para que el Espíritu Santo ilumine a los cardenales”, añade, dejando claro su temor a que factores externos —como los medios o presiones políticas— puedan influir en la decisión final.

Curiosidades y datos locos sobre cónclaves y papados

La tensión actual da pie también a repasar algunas curiosidades históricas y anécdotas insólitas sobre los cónclaves:

  • Solo pueden votar los cardenales menores de 80 años; Müller tiene 77 y será elector por primera vez.
  • El término cónclave viene del latín cum clave (“con llave”), porque los cardenales eran literalmente encerrados bajo llave hasta llegar a un acuerdo.
  • En 1274, tras tres años sin acuerdo, los habitantes de Viterbo (Italia) quitaron el techo al palacio donde se celebraba el cónclave para forzar una decisión… ¡y funcionó!
  • Durante siglos se prohibía cualquier comunicación exterior; hoy sigue habiendo controles estrictos para evitar filtraciones.
  • La fumata blanca sigue siendo un símbolo universal: papel quemado con productos químicos señala al mundo si hay nuevo Papa.
  • No existen candidaturas formales ni campañas oficiales… aunque las alianzas informales están presentes desde hace siglos.

Más allá del humo blanco: lo que se juega ahora

El cónclave que arranca estos días decidirá mucho más que un nombre: marcará si la Iglesia Católica mantiene su rumbo inclusivo o corrige el giro hacia posiciones menos abiertas. El humo blanco será algo más que tradición: será una señal política, social y espiritual para más de 1.300 millones de fieles.

Mientras tanto, figuras como Müller seguirán tensando las cuerdas entre ortodoxia y renovación. Su desafío no es solo doctrinal: es también una advertencia sobre hasta dónde puede llegar el debate interno antes de romperse definitivamente la unidad eclesial.

El mundo mira hacia Roma esperando respuestas. Y quizás también algún gesto inesperado propio de esta institución milenaria donde lo sorprendente nunca está del todo descartado.

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