El periodista catalán Manuel Trallero (Barcelona, 1951) se cuenta entre quienes consideran que el periodismo no debe limitarse a narrar lo que ocurre, debe tratar de explicar por qué. Para lograrlo, Música celestial (Debate, 2012) va más allá de la anécdota de lo sucedido.
No existe un ‘caso Palau’ ni un ‘caso Millet’. Convertirlo en uno más de los muchos casos de corrupción que salpican el país es reducir lo ocurrido a un simple delito y centrar la atención en unos delincuentes. Pero eso hurtaría a la opinión pública una explicación completa y una interpretación de lo acontecido.
Cuando la Policía entró en el Palau, los fundamentos de la sociedad catalana y el pacto vigente desde la Transición sufrieron un resquebrajamiento total del cual, a pesar del clamoroso silencio impuesto, todavía hoy no se han repuesto. La clase política, las administraciones, los medios de comunicación, la justicia, la llamada sociedad civil y el propio Orfeó Català todavía deben rendir cuentas. Esta es la razón de este libro: explicar lo que pasó y exigirlas.
Manuel Trallero defiende que, este, es algo más que un simple caso de corrupción:
El 22 de julio de 2009 la policía entra en el Palau, una institución emblemática en Cataluña por numerosos motivos. A partir de aquí se ha querido convertir todo lo sucedido en un simple suceso, en un simple elemento para la crónica de sucesos o, en el mejor de los casos, en una crónica más judicial, e incluso, estirando mucho se ha llegado a un caso de supuesta corrupción. En cambio yo he pretendido, y de ahí viene el título ‘El mal llamado caso Millet o el mal llamado caso Palau’; tener una visión mucho más amplia de lo que ha sucedido, porque lo que ha sucedido va mucho más allá de un simple caso de corrupción.
Los casos de corrupción suelen afectar normalmente o bien a un partido político, o bien a un grupo de personas o bien caso Marbella, Mallorca, etcétera; pero aquí, en cambio, hay una gran transversalidad que afecta a buena parte de la sociedad catalana. Hay quien incluso, ha llegado a afirmar, y yo entre ellos, que más que un caso de corrupción este caso es una verdadera crisis de país, en este caso, concretamente, Cataluña.
Tras la actuación de la Policía, numerosos medios de comunicación deciden no hacerse eco de lo que acontece en torno al caso:
«Ha sido muy divertido, por decirlo de una forma cariñosa. Han pasado cosas realmente sensacionales, por ejemplo La Vanguardia dio el primer día la noticia como Suceso pero pasa, inmediatamente, pasa la noticia o sucesivas noticias, el seguimiento, lo pasa a Economía. Con lo cual tú podías encontrarte al lado de un señor que invertía en la fábrica de chorizos, al lado aparecía este señor robando. Hasta tal punto llega la esquizofrenia que consiguen, no, consiguen no, obligan al máximo responsable de sucesos a escribir en economía sobre el caso Palau».
EL PERIÓDICO Y LA VANGUARDIA SE RETRATAN
«Y, después, una cosa también bastante curiosa es que El Periódico que hizo una entrevista muy elogiosa de Millet antes de la entrada de la policía, después publica la misma entrevista como acusación de Millet, lo que antes era un elogio, textualmente, ahora se convierte en acusación. Aparte ha habido un aliamiento clarísimo, cuando se publicaba una noticia contraria a Convergència en El Periódico, inmediatamente aparecía una noticia contraria a los socialistas en La Vanguardia. Eso pasó cuando se descubrió la imputación, supuesta imputación, de Convergència con el Palau; inmediatamente, salió la imputación de responsables del ayuntamiento socialista y de políticos socialistas con el tema…»
«Todo esto se ha ido esfumando con el paso del tiempo y, cuando ha aparecido mi libro, no ha habido ningún medio de referencia en Cataluña, ni fuera de Cataluña, que haya hecho ningún tipo de, ha sido un libro, absolutamente, ignorado; es decir, no existía. Ahora, si hace dos años alguien hubiese dicho, ‘hombre, se va a hacer una noticia a Millet y esta entrevista se va a publicar’, yo estoy seguro que esto hubiese sido noticia y muy posiblemente, incluso, hubiese sido noticia de primera plana. Pero ahora se trata, realmente, de ir limando el tema y que el tema vaya desapareciendo de actualidad.»
«EL PRINCIPAL FINANCIADOR FUE EL GOBIERNO AZNAR»
«El principal financiador de las obras del Palau fue el Ministerio de Cultura y, por lo tanto, el Estado español y esto, vamos, yo no sé hasta qué punto la opinión pública española es consciente de ello. Pero, claro, gastarse casi 2.000 millones de pesetas de aquella época en obras en el Palau era muchísimo dinero. Además con un agravante muy importante, y es que, mientras el dinero, las administraciones lo ponían en un Consorcio de Administraciones Públicas; es decir, lo ponían donde estaba la Generalitat, estaba el Ayuntamiento y estaba el propio Ministerio de Cultura, hubo una época breve en que estuvo la Diputación Provincial de Barcelona pero después ya dejó de estar.
Cuando Aznar, el Gobierno de Aznar hace esta aportación tan importante, no la hace a este Consorcio de Administraciones Públicas sino que lo hace a una entidad privada que es una fundación de mecenas, entre los cuales está Ferrovial, que son los que controlan este dinero. Y esto, yo creo que, cuando menos, revisa un efecto de gravedad.»
En cuanto a la responsabilidad de las formaciones políticas en torno al caso Palau, dice:
«En periodismo hay una máxima que dice que todo lo que no se puede demostrar es, por la poderosa razón de que no existe. Entonces, partiendo de esta máxima, lo único que se ha podido presentar son unas supuestas pruebas, que ya veremos hasta donde llegan, según la cuál existe una vinculación entre el Palau y la financiación de Convergència».
Es evidente que las relaciones son con todos los partidos, por ejemplo, no sé, Vendrell, que era la mano derecha de Piqué en el Partido Popular en Cataluña, se ve con Millet unas 35 veces durante estos años, o bien a solas o bien con más gente; por lo tanto, se supone, que no hablaban del tiempo, pero bueno, no sabemos de qué trataban. Ana Balletbò, militante socialista, ex- diputada socialista, etcétera. Tiene una fundación, que se llama Fundación Olof Palme, por el primer ministro sueco asesinado, cuyo director general en la Comisión de Investigación del Parlament afirma que no hay ningún convenio entre la fundación y el Palau; simplemente que Millet paga 3.000 euros por ir, o 1.000 euros por ir a unos desayunos y Ana Balletbò vuelve.
Yo, en cambio, he encontrado documentación donde se habla de un convenio entre Ana Balletbò y el señor Millet, bueno, Angel Colom (ex-secretario general de ERC) un señor el cuál, según él, no había visto en su vida al señor Millet, bueno, vaya a pedirle dinero para liquidar un partido independentista y se lo da. Vamos, esas cosas digamos, no acaban de cuadrar demasiado. Parece que hay una implicación bastante generalizada, parece, ahora de parecer a demostrarse hay un trecho.
Con la colaboración de Marina López y J.F. Lamata.
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