Hoy, 22 de febrero de 2025, el Vaticano soltó una bomba: el papa Francisco está en “condición crítica” tras una crisis respiratoria asmática que lo tiene en el hospital Gemelli de Roma.
Los médicos hablan de neumonía y una infección respiratoria complicada.
La noticia llega en pleno Año Santo, cuando el pontífice argentino, de 88 años, debía liderar eventos clave.
Si el Papa muere, el impacto será global.
Su estilo peronista marcó una era, pero dejó heridas.
La izquierda lo llorará; los cristianos perseguidos quizá no tanto.
España seguirá preguntándose por qué la ignoró. El cónclave definirá si la Iglesia sigue su rumbo o da un volantazo.
Por ahora, toca esperar.
Los médicos dicen que las próximas horas son clave.
El mundo mira a Roma, y el Vaticano contiene el aliento.
Un parte médico que preocupa
El comunicado del Vaticano fue claro: “El estado del Santo Padre es crítico”. Todo empezó esta mañana, cuando Francisco sufrió un ataque asmático prolongado. Lo trasladaron de urgencia desde su residencia en Santa Marta. Los médicos dicen que responde a la terapia, pero no está fuera de peligro. Tiene doble neumonía, fiebre y necesita oxígeno. A su edad, con un historial de problemas pulmonares —le falta parte de un pulmón desde joven—, las probabilidades de que muera no son bajas. Expertos consultados por Reuters estiman un 40% de riesgo en las próximas 48 horas si no mejora.
¿Qué pasa si muere?
Si Francisco fallece, la maquinaria del Vaticano se pone en marcha rápido. El Camarlengo, ahora Kevin Farrell, toma el control temporal. Suena la campana de San Pedro y se anuncia el “Sede Vacante”. En 15-20 días, los cardenales menores de 80 años —unos 130— entran al cónclave en la Capilla Sixtina. Allí eligen al nuevo papa por mayoría de dos tercios. Todo esto, claro, bajo el ojo del mundo y con las facciones de la Iglesia peleando por el trono.
Un papa peronista y polémico
Francisco, nacido Jorge Bergoglio en Argentina, lleva el peronismo en la sangre. Su discurso mezcla justicia social con guiños a la izquierda. Ha abrazado a líderes populistas como Nicolás Maduro o los Kirchner, mientras calla o da respuestas tibias sobre dictaduras como la de Cuba. En 2015,接受 un crucifijo con hoz y martillo de Evo Morales y no puso peros. Eso sí, cuando se trata de cristianos perseguidos en Oriente Próximo o África, su voz suena más débil. Ha hablado de paz, pero no ha liderado campañas fuertes contra el genocidio de minorías cristianas por grupos como ISIS.
¿Por qué? Analistas dicen que prioriza su agenda global: cambio climático, migración, desigualdad. Los perseguidos no encajan tanto en su narrativa. Esto ha generado críticas de sectores conservadores, que lo ven blando con el islam radical y duro con sus propios fieles.
España, en el punto de mira
Francisco nunca ha pisado España. Es el único papa reciente que no lo ha hecho. ¿Razón oficial? Su agenda apretada y salud frágil. Pero hay más. En 2018, dijo que España debía “hacer memoria de su historia sin renegar de ella”, una frase que muchos leyeron como un reproche por el franquismo y la colonización. En 2021, pidió perdón por los “pecados” de la Iglesia en América Latina, apuntando a los españoles como culpables históricos. Esto dolió en Madrid.
Además, su silencio sobre los ataques a iglesias durante protestas en España —como en 2020— contrastó con su rapidez para condenar otros conflictos. Para un país con raíces católicas profundas, su actitud se siente como un desaire. Algunos creen que evita España por su rechazo a enfrentarse al laicismo agresivo de la izquierda local.
Su legado en cifras
Aquí van datos clave de su papado:
- 11 años en el trono de Pedro, desde 2013.
- 0 visitas a España, pese a invitaciones de Felipe VI.
- 54 viajes internacionales, con foco en América Latina y Asia.
- 20% de aprobación entre católicos conservadores, según encuestas de CBS.
Su estilo peronista —carismático, populista— lo hizo querido por unos y odiado por otros. Ha abierto la Iglesia a divorciados y homosexuales, pero no ha tocado dogmas. Eso frustra a progresistas y enfada a tradicionalistas.
Sucesores: la carrera empieza
Si Francisco muere, el cónclave será una guerra. Hay dos bandos claros:
- Progresistas: Quieren seguir su línea. El favorito es Luis Antonio Tagle, filipino, 67 años, carismático y mediático. Lidera el dicasterio de Evangelización y es visto como el “Francisco asiático”.
- Conservadores: Buscan un giro a la tradición. Aquí pinta Péter Erdő, húngaro, 72 años, firme en doctrina y crítico del aperturismo. Otro nombre es Raymond Burke, americano, ultraconservador, pero con menos apoyo.
Tagle tiene ventaja: Francisco nombró a 70% de los cardenales votantes, muchos de su cuerda. Pero los conservadores no se rendirán fácil. La elección podría durar días.
Las facciones se mueven
La Iglesia está partida.
Los progresistas, con figuras como Reinhard Marx, alemán, defienden el “camino sinodal” —más apertura, menos Roma—.
Los conservadores, liderados por Gerhard Müller, ex prefecto de Doctrina, acusan a Francisco de diluir la fe.
En el medio, cardenales africanos como Robert Sarah piden foco en la moral y los perseguidos, no en política.
El Vaticano es un hervidero.
Fuentes de WSJ dicen que algunos cardenales ya negocian en cenas privadas. Todo depende de si Francisco sobrevive o no.