Opinaba que era necesario un cambio de su persona, para que alguien diferente impulsara más la vida y la pastoral de esta Iglesia local
(Guillermo Gazanini, corresponsal en México).- Este sábado 11 de marzo, se da a conocer el nombramiento de Mons. Enrique Díaz Díaz (1952, Michoacán) como II Obispo de Irapuato sucediendo a Mons. José de Jesús Martínez Zepeda (1941, Hidalgo).
Se trata de un movimiento poco usual toda vez que Díaz Díaz fue nombrado auxiliar de la diócesis de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, en 2003 por Juan Pablo II y designado coadjutor por Francisco en 2014 lo que le daría el derecho a suceder al actual titular, Mons. Felipe Arizmendi Esquivel (1940) quien ya había presentado su renuncia al Pontífice por límite de edad canónica.
Un comunicado difundido por el obispo Arizmendi Esquivel expuso las razones del cambio ante la inminencia de la sucesión. Así explica: «¿Cuál fue la razón de este cambio? Era previsible que quedara como Obispo de San Cristóbal de Las Casas, pues así se había decidido desde el 15 de mayo de 2014, cuando el Papa Francisco le designó coadjutor, con derecho a sucesión en esta sede episcopal.
«Personalmente expuse al Papa las razones por las que yo consideraba que Mons. Enrique era la mejor opción para esta diócesis. Ya llevaba varios años sirviendo entre nosotros, con mucha competencia y entrega. El Papa comprendió las razones que le expuse y tomó la decisión de nombrarlo Coadjutor. Mons. Enrique, a pesar de algunas resistencias que puso, en ese momento aceptó el cargo.
«Sin embargo, posteriormente expuso a los colaboradores del Papa que, pensando sólo en el bien de la diócesis, él consideraba que no era oportuno ni conveniente que continuara aquí. Opinaba que era necesario un cambio de su persona, para que alguien diferente impulsara más la vida y la pastoral de esta Iglesia local.
«Mons. Enrique no rechaza a la diócesis, sino que, en su opinión, otro obispo, diferente a él, puede ayudar a seguir creciendo y consolidando lo que se ha logrado avanzar pastoralmente. Y como él insistió en Roma en su postura, el Papa no quiso presionarlo para que se quedara en San Cristóbal y respetó su opción de cambiarlo a otro lugar.
«Nunca estuve de acuerdo con su opinión y con su sentimiento, pero siempre fui y seré muy respetuoso de su decisión. Si Mons. Enrique no hubiera insistido en sus razones, seguiría entre nosotros. En días pasados, se mandaron cartas al Papa pidiendo que Mons. Enrique siguiera en la diócesis, pero quizá llegaron fuera de tiempo, pues esta decisión supuso un largo proceso anterior».
Si quieren interpretarse desavenencias y desacuerdos, debería tomarse en serio lo dicho por Mons. Arizmendi. El cúmulo de experiencia adquirido por el obispo Díaz denota la capacidad e idoneidad para pastorear esta emblemática diócesis. Sin embargo, la historia demuestra que quienes eran líderes natos, sirvieron en otras iglesias y con gran impacto.
En los albores del siglo XX, uno de ellos, Francisco Orozco Jiménez, modernizador del Estado de Chiapas a quien por su cercanía con los indígenas enemigos y amigos le llamaban «El Chamula» y, por cierto, michoacano nacido en 1864 y bautizado en Guanajuato, desarrolló un notable trabajo pastoral y social en las etnias chiapanecas. Su presunto involucramiento en un movimiento armado y conjuras en su contra provocaron su traslado. Él fue Arzobispo de Guadalajara durante la difícil época de la persecución.
Desde este espacio deseamos a Mons. Díaz Díaz un fecundo ministerio pastoral en una de las diócesis más jóvenes de México, apenas creada en 2004 por voluntad de Juan Pablo II. Enhorabuena.
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