Corinna Larsen, quien durante un tiempo fue una gran amiga para el rey Juan Carlos, demanda a su exmarido, el aristócrata alemán Casimir zu Sayn-Wittgenstein-Sayn, por un préstamo de más de medio millón de euros que no le habría devuelto.
El juez ha decretado que aunque el príncipe Casimir, segundo marido de Corinna y padre de su hijo Alexander, no tiene domicilio conocido podría recibir los documentos por medios electrónicos alternativos.
Dada la situación de pandemia y de confinamiento que reina en gran parte del mundo, y que el segundo marido de Corinna y padre de su hijo Alexander no tiene domicilio conocido, el juez admite que el aristócrata pueda recibir los documentos por medios electrónicos alternativos.
Hay que recortar¡dar que el príncipe alemán cuenta entre sus propiedades con el castillo Sayn de Baviera, construcción con 800 años de historia. Además, este destacado miembro de la antigua casa Sayn-Wittgenstein-Say posee un piso en el barrio londinense de Knightsbridge y una casa en Uruguay.
El préstamo objeto de la demanda interpuesta por Corinna (de 600.000 libras esterlinas, casi 700.000 euros) se materializó en 2010 y 2013.
Casimir zu Sayn-Wittgenstein-Sayn está ahora casado con la modelo estadounidense Alana Camille Bunte y ambos residen en Uruguay, según afirmó su actual esposa, pero los investigadores no les encuentran.
Según ha publicado el diario británico ‘Daily Mail’, el príncipe alemán estaría utilizando su estilo de vida nómada para evadir el pago a su exmujer.
La demanda por la que ahora se convierte en noticia es por un préstamo de 600.000 libras (alrededor de 682.000 euros) que le habría dejado durante el periodo que transcurre entre los años 2010 y 2013.
Cabe destacar que Corinna, de 56 años, vive actualmente en la capital inglesa y estuvo casada con el príncipe durante cinco años y se divorciaron en 2005.
Cómo fue su encuentro en Londres con Juan Carlos hace solo un año
El abogado de Camille Bunte asegura en un comunicado que su cliente se reunió en marzo del pasado año con el rey Juan Carlos para solicitar a la Casa Real entablar ‘un diálogo de buena fe’, sin pedir contrapartidas ‘indebidas’, con el objetivo de que se pusiera fin a la ‘campaña de abuso’ de la que se consideraba víctima al ser investigada por la Fiscalía de Suiza.
El encuentro se llevó a cabo después de que Robin Rathmell, el abogado británico de la ex amante del Rey, enviara una primera carta a la Zarzuela para ‘abrir un diálogo’, sin mencionar que en la citada misiva se le comunicaba al rey Felipe su condición de beneficiario en la Fundación Lucum, una información, no avalada en ningún documento, con la que se pretendía involucrar al jefe del Estado en las finanzas de su padre.
Según otras informaciones, Felipe VI, tras recibir la carta, contestó a los remitentes que no tenía conocimiento, participación o responsabilidad alguna en los hechos que le mencionaban y, además, les comunicaba que no tenía intención de designar a ningún representante legal para iniciar negociación alguna con el despacho de abogados.
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