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El l ex del Barça y de Shakira defiende la legalidad de las comisiones de la Supercopa

El multimillonario Gerard Piqué rompe a llorar ante la juez: «En cualquier otro país me habrían puesto una estatua»

Negó haber pagado un euro a Luis Rubiales o a la Federación, insistiendo en que todo fue legal y que él solo fue un intermediario con clase mundial

Fernando Veloz 15 Mar 2025 - 14:02 CET
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Imagina la escena: Gerard Piqué, futbolista de aspecto impecable y sonrisa pícara, entrando al Juzgado de Majadahonda como si fuera el Camp Nou, pero sin balón y con un nudo en la garganta.

Este viernes 14 de marzo de 2025, el que fuera rey del césped y de los titulares por igual se enfrentó a la juez Delia Rodrigo por el caso de las comisiones de la Supercopa de España.

Y, sorpresa, no salió driblando preguntas como en sus mejores días, sino que acabó soltando el llanto del año.

«¡En otro país me habrían puesto un monumento!», exclamó entre lágrimas, mientras medio centenar de periodistas apostados en la puerta tomaban nota y, probablemente, pedían palomitas.

Se calcula que el exfutbolista y empresario tiene una fortuna superior a los de 80 millones de euros.

Esta cifra proviene de su exitosa carrera deportiva y de sus múltiples inversiones empresariales.

Piqué es fundador y presidente de Kosmos Holding, una empresa que ha invertido en varios proyectos deportivos y de entretenimiento, como la organización de la Copa Davis de tenis y la creación de la Kings League, una liga de fútbol amateur que ha ganado popularidad recientemente.

Además, posee inversiones en el sector inmobiliario, con propiedades valoradas en aproximadamente 45 millones de euros, y es propietario del FC Andorra, un club de fútbol que compite en las divisiones inferiores de España.

ANTE LA JUEZ

El asunto por el que se juzga al fenómeno no es menor: Piqué, a través de su empresa Kosmos, habría embolsado millones por llevar la Supercopa a Arabia Saudí, un trato que él defiende como si fuera el gol de la victoria en un Clásico.

«Es el mejor contrato de la RFEF», dijo con orgullo, antes de que la emoción le traicionara.

Pero claro, en España, donde la crítica es deporte nacional, no le han recibido con aplausos sino con cejas arqueadas y una investigación judicial.

«No saben el daño que me hacen», se lamentó, con voz temblorosa, como si estuviera pidiéndole al árbitro un penalti en el último minuto.

Y mientras él lloraba, en las redes sociales ya había quien sugería que esas lágrimas eran de cocodrilo, o al menos dignas de un Oscar.

Quejas aparte, Piqué no se rinde.

Negó haber pagado un euro a Luis Rubiales o a la Federación, insistiendo en que todo fue legal y que él solo fue un intermediario con clase mundial.

«En otro país tendría una estatua», repitió, quizás soñando con una plaza en Riad donde su figura de bronce sostuviera un maletín lleno de billetes.

Pero aquí, en la tierra del jamón y la ironía, la cosa es diferente.

Entre los 12 millones en facturas que presentó como prueba y su discurso de víctima incomprendida, el ex del Barça y de Shakira dejó claro que no está dispuesto a que le marquen gol en este partido judicial.

Eso sí, si sigue llorando así, al menos se habrá ganado el título de drama queen del año.

¡Que siga el espectáculo!

Un empresario bajo sospecha

Piqué, a través de su empresa Kosmos, jugó un papel crucial en las negociaciones que llevaron la Supercopa a tierras saudíes, un acuerdo que le reportó comisiones millonarias.

La investigación se centra en determinar si hubo irregularidades en estas transacciones, especialmente considerando que Piqué era jugador en activo del Barcelona cuando se cerraron los acuerdos.

Durante su declaración, que duró cerca de dos horas, el exfutbolista defendió vehementemente la legalidad de las comisiones recibidas, argumentando que eran «habituales» en este tipo de operaciones.

Piqué aportó facturas por un valor total de 12 millones de euros, emitidas por Kosmos a la Federación de Fútbol de Arabia Saudí entre 2022 y 2025, en un intento de demostrar la transparencia y normalidad de las transacciones.

Momento de quiebre emocional

Lo que nadie esperaba fue el giro dramático que tomó la comparecencia en sus momentos finales.

Visiblemente afectado, Piqué solicitó hacer una última declaración antes de concluir. Fue entonces cuando, con la voz entrecortada, expresó:

«Estoy sufriendo mucho. Este caso ha dañado mi reputación de una manera incalculable. En cualquier otro país del mundo me habrían puesto una estatua por traer tanto dinero al fútbol español».

Estas palabras fueron seguidas por un momento de profunda emoción, en el que el exfutbolista rompió a llorar frente a la jueza y los presentes en la sala. La escena dejó atónitos a muchos, generando reacciones encontradas entre quienes simpatizan con su situación y aquellos que cuestionan la sinceridad de su arrepentimiento.

Un acuerdo controvertido

El caso Supercopa ha estado en el ojo del huracán desde que se revelaron los detalles del acuerdo.

La RFEF, bajo la presidencia de Luis Rubiales, firmó un contrato que garantizaba 400 millones de euros para la federación durante diez años, mientras que la empresa de Piqué recibiría 40 millones en comisiones.

La jueza investiga si hubo irregularidades en estos pagos, especialmente considerando la inclusión de una cláusula «esencial» que garantizaba el pago de las comisiones a Kosmos, aun cuando esta empresa figuraba formalmente como comisionista de la entidad saudí Sela Sport Company.

Reacciones y consecuencias

La declaración de Piqué y su emotivo final han generado un intenso debate en la opinión pública. Mientras algunos ven en su llanto una muestra de la presión a la que está sometido, otros lo interpretan como un intento de manipulación emocional.

El caso sigue su curso, y aún quedan muchas preguntas por responder. ¿Fueron realmente «habituales» las comisiones cobradas por Piqué? ¿Hubo conflicto de intereses al ser jugador en activo durante las negociaciones? ¿Se benefició indebidamente la RFEF de este acuerdo?

Lo cierto es que, más allá del desenlace judicial, el caso Supercopa ha dejado al descubierto las complejas relaciones entre el fútbol, los negocios y la ética deportiva. La imagen de un Gerard Piqué llorando ante la jueza quedará grabada en la memoria colectiva como un símbolo de esta controversia que ha sacudido los cimientos del fútbol español.

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