Donald Trump no pestañea.
Enarbola de nuevo el martillo arancelario y amenaza a Xi Jinping con una subida que puede poner patas arriba el mundo.
El presidente de Estados Unidos ha anunciado este 7 de abril de 2025 su intención de imponer un arancel adicional del 50% a las importaciones provenientes de China.
Esta medida, que se sumaría al actual gravamen del 34%, busca forzar a Pekín a retirar los aranceles recientemente impuestos como represalia por las políticas comerciales estadounidenses.
La advertencia de Trump llega en un contexto de creciente volatilidad en los mercados financieros, con caídas significativas en Wall Street y temores de un impacto inflacionario.
La decisión de Trump, que se haría efectiva si China no retira sus medidas antes del 8 de abril, ha sido interpretada como una táctica para intensificar la presión en una relación bilateral ya marcada por tensiones persistentes.
Desde el inicio de su segundo mandato en enero de 2025, Trump ha priorizado una política comercial agresiva hacia China, acusando al gigante asiático de prácticas desleales y subsidios industriales que distorsionan el mercado.
La respuesta de China y el impacto global
China no ha tardado en responder.
Pekín anunció recientemente un arancel del 34% sobre todos los productos estadounidenses, que entrará en vigor el 10 de abril.
Además, ha implementado restricciones a la exportación de tierras raras, elementos clave para la tecnología y la defensa, y ha incluido a varias empresas estadounidenses en su lista de entidades no fiables.
Estas acciones han elevado aún más la tensión entre ambas potencias económicas.
La guerra comercial no solo afecta a los dos países directamente implicados; las repercusiones se sienten en todo el mundo.
Las cadenas globales de suministro están profundamente entrelazadas, y cualquier interrupción puede tener consecuencias desestabilizadoras. En Europa y Asia, las bolsas también han registrado caídas significativas, reflejando el temor a un conflicto prolongado.
Sectores clave bajo presión
- Tecnología: Las restricciones chinas sobre tierras raras impactan directamente en la producción de dispositivos electrónicos y armamento.
- Energía: Aranceles chinos al carbón y gas natural estadounidense complican un mercado energético ya tenso.
- Agroindustria: Los productos agrícolas estadounidenses enfrentan barreras adicionales, afectando especialmente a los agricultores del Medio Oeste.
Un conflicto con raíces profundas
La relación comercial entre Estados Unidos y China es una de las más importantes del mundo, con intercambios que superaron los 580.000 millones de dólares en 2024. Sin embargo, este comercio está marcado por un déficit significativo para Estados Unidos: las exportaciones chinas representaron más de 400.000 millones, mientras que las estadounidenses apenas alcanzaron los 180.000 millones.
El conflicto actual tiene sus raíces en el primer mandato de Trump (2017-2021), cuando se implementaron aranceles masivos como parte de su estrategia «America First». Aunque se alcanzó un acuerdo comercial parcial en 2019 (la llamada «Fase 1»), muchos compromisos quedaron incumplidos debido a la pandemia.
Durante la administración Biden (2021-2025), no solo se mantuvieron los aranceles sino que se endurecieron en sectores específicos como semiconductores y vehículos eléctricos. Ahora, con Trump nuevamente al mando, las tensiones han escalado a niveles sin precedentes.
Consecuencias económicas
El impacto económico es innegable:
- Inflación: Los aranceles elevan los precios para los consumidores estadounidenses al encarecer productos importados.
- Crecimiento global: La incertidumbre afecta las decisiones empresariales e inversiones internacionales.
- Confianza comercial: Las medidas agresivas erosionan la percepción de Estados Unidos como socio confiable.
El CEO de JPMorgan Chase, Jamie Dimon, advirtió que estas políticas podrían desacelerar el crecimiento económico y aumentar la inflación. Por otro lado, analistas sugieren que el endurecimiento podría ser una estrategia para forzar negociaciones más favorables para Estados Unidos.
Perspectivas futuras
A corto plazo, parece poco probable una resolución pacífica del conflicto. Ambas partes muestran firmeza en sus posturas, mientras el resto del mundo observa con preocupación. En Europa, líderes políticos han instado a mantener una posición unitaria frente a estas medidas «arbitrarias e injustas».
Sin embargo, es importante considerar el alto coste para ambas economías. Para Estados Unidos, aumentar los aranceles podría dañar aún más sectores clave como la agricultura y la tecnología; para China, depender tanto del comercio exterior hace que estas disputas sean especialmente desafiantes.
El comercio bilateral sigue siendo vital para ambas naciones, pero hasta que no se alcance algún tipo de acuerdo o tregua significativa, es probable que esta guerra comercial continúe intensificándose con consecuencias impredecibles para el panorama económico global.