No tienen vergüenza, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y toda esa banda de sectarios que nos gobierna. Y tendrán que ser juzgados y pagar por ello.
Hechos probados: Sánchez desoyó las exigencias de la OMS realizadas a partir del 30 de enero en las que instaba a realizar test rápidos de forma masiva.
El líder socialista, en su inmensa soberbia, optó por potenciar las manifestaciones del 8M, para apuntarse el tanto electoral del feminismo militante y este 3 de abril de 2020, con el 06% de la población mundial, España tiene el 20% de los muertos del Planeta Tierra por la ‘peste china‘
Y merced o como consecuencia de esta conjura de los necios, se solapan en España dos dramas paralelos.
El sanitario, con más de 10.000 muertos a causa del coronavirus, y el económico, con 1.900.000 empleos menos (833.000 cotizantes perdidos en la Seguridad Social, 620.000 trabajadores afectados por los ERTEs y 500.000 autónomos obligados a solicitar el cese de la actividad de sus negocios).
En las semanas previas a la declaración de ‘Estado de Alarma‘, el Gobierno PSOE-Podemos demostró absoluta imprevisión y ahora está atado de pies y manos por la falta de material de diagnóstico y prevención.
Es lo que tiene dejar pasar el tiempo y centrarse exclusivamente en cuestiones como la manifestación feminista, aplaudidos por los pesebreros periodistas de la ‘Brunete Pedrete’, a los que ahora se aprestan a dar millones en subvenciones.
Todas las energías de sociatas y podemitas estaban puestas en la ideología de género y en tender puentes con una cuadrilla de golpistas.
Semanas atizando la llama del 8-M y olvidando la salud pública, desoyendo los consejos que le llegaban desde dentro y desde fuera.
Eran días en los que Sánchez negociaba con los pantalones en los tobillos con el independentismo, para garantizarse su votos y poder seguir durmiendo en La Moncloa.
Mientras, Iglesias abría las puertas de los organismos oficiales a riadas de feministas radicales para que hicieran pancartas destinadas a ser lucidas la gran marcha madrileña de aquel 8 de marzo donde se contagió hasta el ‘sursun corda’.
¿Test, para qué?, respondió el Gobierno socialcomunista, mientras se minusvaloraban los efectos de la epidemia que ya estaba en plena expansión en China y asomaba en Italia.
La tragedia pone sobre el tapete la nula altura de un presidente inepto y de Ejecutivo incompetente, cegados todos por la ambición, la ignorancia y el sectarismo.
Los sanitarios, los policías, los guardias civiles y muchos otros se juegan la vida sin medios, el material no llega y la autoridad ‘incompetente‘ -desde le ministro Illa a la ministra Díaz pasando por Calvo o Marlaska-, titubea desbordado.
Su torpe y ‘soviética‘ respuesta al Armageddon económico -se destruyen cada día en España siete veces más empleo que la crisis financiera de 2008- es tardía, sectaria e insuficiente.
Ni uno sólo de los 23 personajes que se sientan alrededor de la mesa en los Consejos de Ministros, sabe lo que es una empresa, ha trabajado por cuenta ajena, ha pagado un IVA o creado riqueza.
Son, en el mejor de los casos, funcionarios de segunda, activistas listillos y profesores de tercera, que ni siquiera han podido en décadas convertirse en catedráticos en unas Universidades que les daban becas por no hacer nada.
Ni pueden imaginar, desde sus chalets en la sierra y coches oficiales, el drama de los autónomos o de los pequeños empresarios españoles.
Nunca nadie en tan poco tiempo ha hecho tanto daño a una nación tan antigua y cargada de Historia como es España.
Tenemos un Gobierno canijo.