¡Juventud, divino tesoro!… perdido. Rosario Flores, o simplemente Rosario, hija menor de Antonio González El Pescaílla y de la mítica artista Lola Flores La Faraona, tuvo en 1996 una hija con el que era su pareja por entonces, el argentino Carlos Orellana, según sq.
Eligieron el nombre en honor a la Faraona, que había fallecido un año antes, y al comienzo de sus salidas con Rosario hubo algún momento tenso con la prensa, pero la crispación no llegó a mayores. Su relación fue muy intensa pero se acabó en el 97.
Vivió un tiempo de la televisión, después de separarse de la cantante, y aireó su relación de plató en plató. Además, hizo algunos trabajos como actor, y también como modelo… hasta que llegó su gran momento televisivo.
Y es que fue bastante sonada su entrada en la casa del primer Gran Hermano VIP, aunque para su desgracia no duró mucho en la casa… y después de este lo que hizo replantearse su presencia delante de las cámara.
Entonces, decidió dar un rumbo diferente a su vida, y actualmente es profesor de biodanza en Vitoria. Así explica él esto de la biodanza:
«Una técnica corporal que está creciendo a gran velocidad. Nuestra escuela es pionera en el País Vasco. Buscamos la integración del ser humano con el entorno y con sus semejantes a través de esos movimientos innatos que nos conectan con la vida. La biodanza está basada en la observación de cuando éramos niños. Rescata esos espacios creativos, desbloquea cuerpo y mente.
(…) La biodanza me ha hecho centrarme mucho. Ha habido momentos duros, difíciles y dolorosos, con sombras, pero la vida continúa y sale el sol de nuevo, todo fluye.»
Su relación con Rosario es actualmente excelente, y de hecho se ha puesto muchas veces como ejemplo de ex parejas que se llevan extraordinariamente.
«Nos queremos mucho, tenemos una comunicación afectiva y profunda, una relación para siempre a través de nuestra hija. Siento admiración por cómo ella le canta a la vida. Su parte artística es maravillosa.»
Y la verdad es que da gusto verle tan feliz.
