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La presión en la industria del entretenimiento

El suicidio de una estrella: Kim Sae-ron y el lado oscuro del Juego del Calamar

Del éxito precoz al ostracismo: la historia de Kim Sae-ron refleja la cruel realidad del mundo del espectáculo en Corea del Sur

Fernando Veloz 19 Feb 2025 - 12:12 CET
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El pasado 16 de febrero de 2025, el mundo del entretenimiento surcoreano se vistió de luto con la noticia del fallecimiento de Kim Sae-ron, una joven actriz de 24 años que había sido considerada una niña prodigio en la industria.

La policía de Seúl confirmó que Kim fue encontrada sin vida en su domicilio, en lo que se presume fue un suicidio.

Este trágico suceso ha vuelto a poner sobre la mesa el debate acerca de la presión y el escrutinio público al que se ven sometidas las celebridades en Corea del Sur.

Kim Sae-ron comenzó su carrera actoral a la tierna edad de 9 años, debutando en la película «A Brand New Life» (2009).

Su talento precoz la catapultó rápidamente a la fama, convirtiéndose en la actriz surcoreana más joven en pisar la alfombra roja del Festival de Cannes.

Sin embargo, el camino al estrellato no estuvo exento de dificultades.

La joven actriz reveló en 2018 que había sido víctima de bullying durante su etapa escolar debido a su fama y a los papeles poco convencionales que interpretaba.

«Mis compañeros escribían insultos y cosas horribles sobre mí en el patio de la escuela y en las paredes de la calle«, compartió Kim en un programa de televisión.

«A menudo caminaba descalza a casa porque la gente escondía mis zapatos».

A pesar de estos obstáculos, Kim continuó cosechando éxitos en su carrera.

Su papel en la película «The Man from Nowhere» (2010) la consolidó como una de las actrices jóvenes más prometedoras de Corea del Sur.

El punto de inflexión en su carrera llegó en mayo de 2022, cuando se vio involucrada en un incidente de conducción bajo los efectos del alcohol.

El escándalo provocó una oleada de críticas hacia la actriz y supuso un duro golpe para ella y sus aspiraciones.

Kim fue multada con 20 millones de wones (aproximadamente 13.000 euros) y se vio obligada a retirarse temporalmente de la industria.

Sus escenas en la serie de Netflix «Bloodhounds» fueron drásticamente reducidas, y muchos proyectos quedaron en el aire.

La caída en desgracia de Kim Sae-ron es un reflejo de la implacable cultura de la cancelación que impera en Corea del Sur.

En un país donde la imagen pública lo es todo, un solo error puede significar el fin de una carrera prometedora.

La presión por mantener una imagen impecable, sumada a la constante exposición mediática y al escrutinio público, puede resultar abrumadora para muchos jóvenes talentos.

Este caso nos recuerda tristemente a otras estrellas surcoreanas que han sucumbido a la presión de la fama, como las cantantes Sulli y Goo Hara, quienes también se quitaron la vida en 2019.

La industria del entretenimiento surcoreana, conocida por su competitividad extrema y sus estándares de perfección casi imposibles, se ha cobrado demasiadas vidas jóvenes en los últimos años.

Sin embargo, sería injusto no reconocer los logros y el impacto global que la cultura surcoreana ha tenido en la última década.

El fenómeno del K-pop, con grupos como BTS y BLACKPINK arrasando en las listas de éxitos internacionales, ha puesto a Corea del Sur en el mapa del entretenimiento global.

En el ámbito cinematográfico, películas como «Parásitos» de Bong Joon-ho han conquistado Hollywood, mientras que series como «Squid Game» –El Juego del Calamar– han batido récords de audiencia en plataformas de streaming.

Hablando de El Juego del Calamar, no podemos evitar establecer un paralelismo entre la serie y la realidad de la industria del entretenimiento surcoreana.

Al igual que los participantes del juego mortal, las celebridades se ven atrapadas en una competición despiadada donde el precio del fracaso puede ser devastador.

La ironía no escapa a nadie: la serie que critica la deshumanización y la competencia extrema se ha convertido en un fenómeno global, alimentando aún más la maquinaria del entretenimiento.

A pesar de todo, la tragedia de Kim Sae-ron podría servir como un punto de inflexión para la industria.

Algunas voces ya se han alzado pidiendo una reforma en el trato a las celebridades y una mayor concienciación sobre la salud mental en el mundo del espectáculo.

Quizás sea el momento de que Corea del Sur reflexione sobre el coste humano de su éxito cultural y busque un equilibrio entre la excelencia artística y el bienestar de sus talentos.

Kim Sae-ron y El Juego del Calamar

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