La Yakuza, la emblemática mafia japonesa, ha dado un paso histórico hacia la reconciliación.
Tras más de una década marcada por violentos enfrentamientos entre clanes rivales, el grupo criminal más grande del país, Yamaguchi-gumi, anunció esta semana el cese definitivo de las hostilidades internas.
Este conflicto había comenzado en 2015, cuando una facción se escindió para formar su propia organización, conocida como Kobe Yamaguchi-gumi, lo que desató una sangrienta lucha por el control del territorio y los recursos.
La decisión de poner fin a esta guerra llega en un momento crítico para la Yakuza, que enfrenta un declive sostenido en su influencia y número de miembros.
Según datos recientes, la membresía total ha caído drásticamente en las últimas dos décadas, pasando de 87.000 en 2006 a menos de 25.000 en 2022. Las estrictas leyes japonesas contra el crimen organizado y el envejecimiento de sus líderes han contribuido significativamente a esta reducción.
Una organización en decadencia
La Yakuza ha sido durante siglos un actor central en la sociedad japonesa, aunque siempre envuelto en un aura de ilegalidad y violencia. Su estructura jerárquica y su estricto código de honor, el ninkyo-dantai, les permitió mantener un control férreo sobre sus operaciones y territorios. Sin embargo, los cambios sociales y legales han mermado su poder significativamente.
En los últimos años, las autoridades japonesas han implementado medidas agresivas para debilitar a la Yakuza, prohibiendo incluso actividades cotidianas como abrir cuentas bancarias o firmar contratos legales. Estas restricciones no solo han dificultado las operaciones delictivas tradicionales, sino que también han afectado gravemente su capacidad para reclutar nuevos miembros. En este contexto, muchos clanes han recurrido a actividades ilegales fuera del país, como el tráfico humano y el comercio de armas en el sudeste asiático.
El conflicto interno entre Yamaguchi-gumi y su facción escindida agravó aún más esta situación. Los enfrentamientos no solo resultaron en pérdidas humanas dentro del grupo, sino que también atrajeron una mayor atención policial y mediática, erosionando aún más su poder e influencia en Japón.
Historia y papel histórico de la Yakuza
Los orígenes de la Yakuza se remontan al período Edo (1603-1868), con raíces en dos grupos principales: los bakuto (jugadores itinerantes) y los tekiya (vendedores ambulantes). Ambos grupos surgieron entre las clases marginadas de la sociedad japonesa, desarrollando redes clandestinas que eventualmente evolucionaron hacia la estructura mafiosa moderna.
Durante el siglo XX, especialmente tras la Segunda Guerra Mundial, la Yakuza alcanzó su apogeo controlando mercados negros y estableciendo conexiones con sectores políticos y económicos clave. Sin embargo, estas relaciones comenzaron a deteriorarse con las reformas democráticas y económicas posteriores a la guerra.
A pesar de sus actividades criminales, algunos argumentan que la Yakuza jugó un papel paradójico al mantener un cierto «orden» dentro del submundo japonés. Por ejemplo, evitaban crímenes violentos entre civiles comunes en sus territorios para preservar una imagen pública menos amenazante y evitar enfrentamientos directos con las autoridades locales.
¿Qué sigue para la Yakuza?
El anuncio del cese del conflicto interno es percibido como un intento desesperado por parte de los líderes actuales para preservar lo que queda de su organización. Algunos expertos sugieren que este movimiento podría ser parte de una estrategia para modernizarse o incluso transformarse en entidades menos visibles pero igualmente influyentes en ciertos sectores económicos o políticos. Sin embargo, el panorama no es alentador: los jóvenes japoneses ya no ven a la mafia como una opción atractiva debido a las estrictas leyes gubernamentales y al estigma social asociado con estos grupos.
Además, el vacío dejado por la decadencia de la Yakuza ha sido ocupado por bandas más pequeñas pero violentas conocidas como hangure, que operan fuera del rígido código ético tradicional y utilizan métodos más brutales e impredecibles.
10 curiosidades sobre la Yakuza
- Tatuajes emblemáticos: Los miembros suelen cubrirse con tatuajes elaborados que narran historias personales o reflejan su lealtad al clan.
- Dedos amputados: La práctica conocida como yubitsume obliga a cortar parte del dedo meñique como penitencia por errores graves.
- Jerarquía estricta: La relación entre oyabun (jefe) y kobun (discípulo) es casi sagrada dentro del grupo.
- Código ninkyo: Aunque son criminales, siguen un código ético que enfatiza valores como el respeto y la lealtad.
- Influencia política: En el pasado tenían vínculos con políticos y empresarios influyentes.
- Ayuda tras desastres: Han participado en labores humanitarias tras catástrofes naturales para mejorar su imagen pública.
- Control territorial: Dividen las ciudades japonesas en zonas claramente delimitadas bajo su influencia.
- Matrimonios simbólicos: Los pactos entre clanes se sellan con ceremonias similares a bodas.
- Prohibición moderna: Japón ha promulgado leyes específicas para dificultar sus actividades legales e ilegales.
- Declive generacional: La edad promedio de los miembros supera los 50 años debido al escaso reclutamiento juvenil.
El anuncio reciente podría marcar el comienzo del fin para una institución tan arraigada en Japón como polémica e influyente ha sido históricamente.