La madrugada del viernes 18 de abril de 2025 marca un hito en uno de los casos de abusos sexuales a menores más graves y prolongados que se recuerdan en España.
La Policía turca, en colaboración con Interpol, localizó y arrestó en un hotel de Bodrun, en la costa mediterránea turca, a Youness en Naciri.
Este ciudadano marroquí estaba considerado desde hace años como uno de los fugitivos más peligrosos y buscados por las fuerzas policiales españolas y europeas.
La orden internacional de arresto llevaba activa desde 2019, cuando Naciri logró fugarse antes del juicio celebrado en la Audiencia de Tarragona.
No estaba solo: sus cómplices, los franceses Jean Luc Aschbacher y Christian Bernard Georges Arson, también huyeron pero fueron capturados dos años después.
La detención de Naciri cierra el círculo sobre la cúpula de la mayor red de pornografía infantil desarticulada jamás en España.
Arson, Youness y Aschbacher
Un caso que marcó un antes y un después
La investigación que llevó a la caída del grupo comenzó hace más de una década, pero sus actividades delictivas se remontan al menos quince años atrás.
Durante ese tiempo, la red operó con impunidad, aprovechando la vulnerabilidad de niños y niñas para perpetrar abusos sexuales sistemáticos.
Se estima que más de cien menores fueron víctimas directas solo entre los casos atribuidos a Naciri, aunque los investigadores no descartan que haya muchos más afectados aún sin identificar.
La organización criminal, dirigida por el francés Jean Luc Aschbacher, reclutaba a menores en situación de vulnerabilidad, muchos de ellos bajo la tutela de la Dirección General de Atención a la Infancia y la Adolescencia de Cataluña, para someterlos a abusos sexuales y grabar dichas atrocidades. Se calcula que las víctimas superan las 100, aunque solo se logró identificar a 18, con edades comprendidas entre los 11 y los 16 años.
Las grabaciones, que ascienden a más de 300, se llevaban a cabo principalmente en un domicilio ubicado en Tortosa, Tarragona, así como en países como Tailandia. Naciri, quien en un principio fue víctima de esta red, acabó convirtiéndose en un colaborador activo, participando en la captación de menores, los abusos y la producción de material pedófilo.
Antes del juicio en la Audiencia de Tarragona en 2019, Naciri huyó, al igual que Aschbacher (condenado a 240 años de prisión) y Christian Bernard Georges Arson (sentenciado a 19 años), ambos capturados en 2021. Durante su detención en Turquía, Naciri intentó hacerse pasar por refugiado palestino, pero su verdadera identidad fue verificada mediante huellas dactilares, y se halló su pasaporte marroquí en su equipaje.
El impacto social del caso fue inmediato y profundo. Las organizaciones dedicadas a la protección del menor elevaron el tono de sus denuncias sobre las carencias legales y policiales para detectar y frenar este tipo de delitos. Los detalles del modus operandi desvelaron una trama sofisticada: captación selectiva, manipulación psicológica, grabaciones ilegales y distribución internacional de material pornográfico infantil.
¿Quién es Youness en Naciri?
Detrás del nombre Youness en Naciri se esconde un perfil especialmente escurridizo. Marroquí, nacido en los años 70 según fuentes judiciales, llegó a España hace más de veinte años e inició una vida aparentemente normal. Sin embargo, las pesquisas policiales lo sitúan desde el principio como uno de los líderes naturales dentro del entramado criminal.
Entre sus rasgos personales destaca su capacidad para mimetizarse socialmente y su habilidad para establecer relaciones superficiales que le permitían pasar desapercibido. Se movía por diferentes provincias españolas, pero fue en Tarragona donde cometió la mayoría de los delitos imputados.
Perfil psicológico y social
- Gran capacidad manipuladora: lograba ganarse la confianza tanto de adultos como menores.
- Fuerte control emocional: rara vez mostraba nerviosismo ante situaciones comprometidas.
- Alta movilidad geográfica: cambiaba frecuentemente de residencia para dificultar su localización.
- Conocimiento tecnológico: empleaba dispositivos electrónicos para grabar y distribuir imágenes ilícitas.
La trama desarticulada: así funcionaba la mayor red
La investigación reveló que la red se estructuraba jerárquicamente y actuaba con una planificación casi profesional:
- Captación: identificaban menores vulnerables o con necesidades afectivas no cubiertas.
- Abuso reiterado: una vez dentro del círculo, las víctimas sufrían abusos sexuales sistemáticos.
- Grabación y distribución: todo era registrado para alimentar el mercado clandestino internacional.
- Encubrimiento: utilizaban documentación falsa y rutas seguras para evadir controles policiales.
Las fuerzas policiales españolas lograron intervenir cientos de dispositivos electrónicos durante el operativo que culminó en 2015 con el desmantelamiento parcial del grupo. Sin embargo, la fuga posterior de Naciri mantuvo abierto el caso durante casi una década.
Reacción social e institucional tras la detención
La noticia del arresto ha sido recibida con alivio por las familias afectadas y las asociaciones protectoras del menor. El Ministerio del Interior ha subrayado la importancia de la cooperación internacional para lograr resultados efectivos contra el crimen organizado transnacional.
En paralelo, el caso reabre el debate sobre las garantías procesales para evitar fugas antes del juicio. La Audiencia Provincial ha admitido que “los mecanismos actuales deben revisarse” tras episodios como este.
Youness en Naciri
A pesar del carácter trágico del caso, algunos detalles ilustran hasta qué punto Naciri supo jugar al despiste:
- En varias ocasiones durante su huida, se hizo pasar por turista o empresario extranjero usando identidades falsas.
- Logró cruzar varias fronteras europeas sin ser detectado gracias a pasaportes manipulados.
- En una intervención policial previa llegó a borrar todos los datos de sus dispositivos electrónicos minutos antes del registro.
- Se calcula que cambió al menos ocho veces de residencia entre 2015 y 2025.
- En círculos criminales era apodado “el invisible” por su facilidad para desaparecer sin dejar rastro.
Con Naciri ya bajo custodia turca, se espera que España solicite formalmente su extradición. Los cargos que pesan sobre él incluyen abuso sexual continuado a menores, producción y distribución de pornografía infantil y pertenencia a organización criminal. Todo apunta a que será juzgado tanto por los delitos cometidos directamente como por su papel dirigente dentro del grupo.
La sociedad española observa atenta este proceso judicial largamente esperado. No solo está en juego hacer justicia a las víctimas; también se trata de enviar un mensaje claro sobre la persecución implacable contra quienes atentan contra los derechos fundamentales de los niños.