Sohail Pardis (32 años) emprendió un viaje de unos 400 kilómetros en su automóvil para celebrar el final del Ramadán junto a su hermana. Sin embargo, nunca imaginó que ese sería su último viaje.
Pardis vio un puesto de control talibán en medio del camino y temía que al detenerse fuera reconocido por los militantes extremistas. Su cabeza tenía precio. El motivo era claro: había sido traductor del afgano al inglés del Ejército de los Estados Unidos durante un año y medio.
Eso lo llevó a ser considerado “infiel” a los ojos de los fundamentalistas islámicos que controlan gran parte del territorio.
El hombre aceleró su vehículo y atravesó el control. Una ráfaga de fuego provocó que chocara contra un retén y se detuviera la marcha alocada del auto.
Los talibanes se acercaron, abrieron la puerta del humeante aparato y sacaron de los pelos a Pardis. Lo arrastraron unos metros y herido gravemente pero aún vivo lo decapitaron, de acuerdo a la crónica reproducida por la cadena de noticias CNN.
Abdulhaq Ayoubi, amigo y colega de Pardis, dice que la vida bajo el régimen talibán que cada vez se hace más fuerte es insoportable.
“No podemos respirar aquí. Los talibanes no tienen piedad con nosotros”. La Casa Blanca ya puso manos a la obra: lanzó la “Operación Refugio a los Aliados”, en la cual dará una visa especial a aquellos que colaboraron de alguna manera con las fuerzas norteamericanas durante dos décadas. Ayoubi también dijo que los talibanes amenazaban constantemente a su amigo calificándolo de “espía” e “infiel”.