Matanzas de alauitas y cristianos

Ante la ola de masacres sectarias en Siria, Israel se postula como defensor regional de los drusos

Con el respaldo de Trump, Israel mantiene tropas en Siria y Líbano, mientras fortalece alianzas con monarquías árabes y proyecta influencia en la región

Drusos en Oriente Próximo
Drusos en Oriente Próximo. PD

La maniobra es genial.

Al rebufo de las espantosas masacres perpetradas contra alauticas y cristianos, por las tropas del Gobierno sirio y sus milicias yihadistas asociadas, Israel refuerza su condición de gran potencia regional y anuncia que protegerá a los drusos de Siria.

Israel ha logrado redefinir su papel en Oriente Medio mediante una combinación de fuerza militar, alianzas estratégicas y narrativas de seguridad.

Su capacidad para proyectar poder en Siria, Líbano y Gaza, respaldada por Trump, lo posiciona como un actor clave en la nueva arquitectura regional.

LOS DRUSOS

Los drusos son un grupo etnorreligioso de habla árabe originario de Oriente Próximo, cuya religión, el drusismo, es una fe monoteísta y sincrética que surgió en el siglo XI en Egipto como una escisión del islam chií ismailí.

Aunque inicialmente se vincularon al islam, hoy se consideran una religión independiente, combinando elementos del Corán, la Torá, el Evangelio y filosofías griegas como las de Platón y Aristóteles.

Se autodenominan Al-Muwaḥḥidūn («el pueblo del monoteísmo») y su fe es esotérica, con enseñanzas secretas reservadas a una élite religiosa conocida como ‘uqqal.

No permiten conversiones ni matrimonios mixtos, lo que refuerza su identidad cerrada y cohesionada.

¿Dónde están?

Los drusos se encuentran principalmente en tres países de Oriente Próximo: Siria, Líbano e Israel, con pequeñas comunidades en Jordania y en la diáspora (EE. UU., Canadá, Australia, etc.).

En Siria, la mayoría vive en el sur, en la región montañosa de Jabal al-Druz (o Monte Druso) y en zonas como Sweida, representando cerca del 3% de la población siria.

En Líbano, constituyen aproximadamente el 5,5% de los habitantes, concentrados en el Monte Líbano y el Chouf.

En Israel, hay unos 143.000 drusos (el 1,6% de la población), residiendo sobre todo en el norte, en Galilea y el Monte Carmelo, además de unos 20.000 en los Altos del Golán, un territorio ocupado por Israel desde 1967. Estas ubicaciones montañosas reflejan su histórica búsqueda de aislamiento para proteger su identidad.

¿Cuántos son?

Se estima que la población drusa mundial oscila entre 800.000 y 1,5 millones de personas, aunque las cifras varían según las fuentes debido a su naturaleza reservada y a la falta de censos precisos.

En Siria, se calcula que hay entre 400.000 y 700.000 drusos; en Líbano, unos 200.000; y en Israel, alrededor de 143.000 según datos oficiales de 2023, más los 20.000 de los Altos del Golán.

El resto se reparte en comunidades menores en Jordania y la diáspora. Su número se mantiene estable porque no aceptan nuevos miembros fuera de los nacidos en la comunidad.

¿Por qué Israel se ofrece a protegerlos incluso en Siria?

Israel se ha ofrecido a proteger a los drusos en Siria, por una combinación de razones estratégicas, históricas y humanitarias, aunque no exentas de controversia:

  1. Vínculo con los drusos israelíes: En Israel, los drusos son una minoría leal al Estado desde su fundación en 1948. A diferencia de otros árabes israelíes, los hombres drusos están sujetos al servicio militar obligatorio en las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), donde destacan por su valentía y han perdido a cientos de soldados en conflictos. Esta alianza ha creado un lazo especial, y los drusos israelíes a menudo ven a sus hermanos en Siria como parte de una misma comunidad que merece protección.
  2. Doctrina de periferia: Israel ha seguido históricamente una estrategia de aliarse con minorías no musulmanas en la región (como los drusos o los kurdos) para contrarrestar a sus adversarios árabes musulmanes. Proteger a los drusos en Siria, especialmente tras la caída de Bashar al-Ásad en diciembre de 2024, encaja en esta política, debilitando a potenciales enemigos como el nuevo gobierno sirio liderado por Hayat Tahrir al-Sham (HTS).
  3. Control de los Altos del Golán: Los drusos de los Altos del Golán, anexionados por Israel en 1981, mantienen lazos familiares y culturales con los drusos sirios al otro lado de la frontera. Israel ve en su protección una forma de legitimar su presencia en el Golán y ganar apoyo entre esta población, muchos de los cuales rechazan la ciudadanía israelí y se identifican como sirios.
  4. Amenazas en Siria: Con la guerra civil siria (2011-2024) y la posterior inestabilidad tras la caída de Al-Ásad, los drusos de Siria han enfrentado riesgos de grupos yihadistas como el HTS, que podrían verlos como una minoría «herética». Israel, liderado por Benjamin Netanyahu, ha declarado explícitamente su intención de «no tolerar amenazas» contra ellos, como en su discurso de marzo de 2025 exigiendo la desmilitarización del sur de Siria.
  5. Intereses geopolíticos: Más allá del discurso de protección, Israel busca ampliar su influencia en Siria, creando una zona de amortiguación en el sur para evitar que se convierta en un bastión de grupos hostiles como Hezbolá. La presencia militar israelí en áreas drusas sirias, como Sweida, y los bombardeos desde diciembre de 2024 reflejan este objetivo, aunque muchos drusos sirios rechazan esta «protección» y la ven como una injerencia.

Contexto histórico y antecedentes
La expansión militar israelí en Siria, Líbano y Gaza no es un fenómeno reciente, pero ha adquirido una nueva dimensión tras el conflicto del 7 de octubre de 2023. La operación en Siria, inicialmente presentada como una medida temporal para evitar incursiones yihadistas, se ha convertido en una presencia indefinida respaldada por Washington. Esta estrategia se enmarca en la Doctrina de la Periferia, heredada de David Ben Gurión, que busca aliarse con minorías no árabes musulmanas, como los drusos, para contrarrestar influencias rivales como Turquía o Irán.

Los Acuerdos de Abraão, impulsados por Trump en 2020, marcaron un hito al normalizar relaciones entre Israel y países árabes como Emiratos Árabes Unidos y Bahrein. Aunque no resolvieron el conflicto palestino, facilitaron una red de cooperación económica y militar que hoy permite a Israel proyectar poder regional. Esta dinámica se ha reforzado con la segunda administración Trump, que prioriza alianzas con monarquías del Golfo y minimiza las restricciones a las acciones israelíes.

Alianzas estratégicas y proyección militar
La presencia israelí en Siria incluye al menos siete bases militares y una política de apoyo a los drusos, una comunidad que también reside en los Altos del Golán (territorio ocupado por Israel). Este enfoque busca crear un cordón de seguridad contra amenazas como Hezbolá o grupos vinculados a Irán, mientras explora oportunidades de influencia en un país en reconstrucción tras la caída de Bashar al-Ásad.

En Líbano, aunque la huella militar es menor, las tropas israelíes en cinco posiciones estratégicas sirven como disuasión ante Hezbolá. La debilidad actual del grupo chií, que no responde a ataques contra sus líderes, contrasta con el riesgo de futuras escaladas si recupera capacidad operativa.

El factor Trump y la nueva geopolítica
El respaldo incondicional de Trump a Netanyahu ha eliminado las restricciones diplomáticas que existían bajo Biden. La administración estadounidense no solo permite la presencia militar indefinida en Siria, sino que también avala la anexión de Cisjordania y la extensión de los Acuerdos de Abraão. Esta postura se alinea con la estrategia de offshore balancing, donde EE.UU. reduce su presencia militar directa pero fortalece a aliados clave como Israel para contrarrestar a Irán y China.

Impacto en la región y perspectivas futuras
La defensa de los drusos sirios refleja una estrategia de contrapesos: al apoyar a esta minoría, Israel busca debilitar el influjo turco en Siria y evitar que Ankara consolide un eje sunita con Qatar y Turquía. Sin embargo, esta intervención en conflictos internos sirios genera riesgos, como la posible implicación en disputas locales que no afectan directamente su seguridad.

A nivel regional, la normalización con países árabes y la cooperación militar con EE.UU. consolidan a Israel como un actor indispensable. No obstante, la persistencia del conflicto palestino y la expansión de asentamientos en Cisjordania mantienen tensiones latentes, especialmente con Arabia Saudí, que condiciona su acercamiento a la creación de un Estado palestino.

Conclusión implícita
Sin embargo, este enfoque genera dependencia de factores externos (como el apoyo estadounidense) y riesgos de sobreextensión, especialmente si se involucra en conflictos internos de países vecinos. La evolución dependerá de su habilidad para equilibrar ambición estratégica y sostenibilidad geopolítica.

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