NO ME CONSIDERO UN LOBO ESTEPARIO;
TAMPOCO ME REPUTO UN LÓBREGO OGRO,
SINO QUIEN DE SÍ MISMO SE CHOTEA
Es cosa consabida, entre las dos docenas y media o tres decenas de lectores asiduos que suelen pasar su vista por mis textos, casi vox populi, que he escrito, negro sobre blanco, en varios de los trenzados por mí con prosa irónica que identifico a la realidad con el cerdo, que las familias de los pueblos de la posguerra solían cebar durante el año para, llegado san Martín, sacrificarlo, porque de él se aprovechaba todo. Bueno, pues, hoy, vete tú a saber el porqué, me he dicho, me ha dado por barruntar que iba a cambiar algo mi punto de vista, prisma o perspectiva habitual sobre el tema, enriqueciéndolo, como así ha sucedido. Y ahora, cuando he cazado al vuelo o pescado sin anzuelo, o sea, cuando ha caído en mi red la idea que acababa de brotar de mi acumen, caletre o pesquis, que va a recorrer (ese es, al menos, mi propósito), de arriba abajo, el raquis imaginario de esta urdidura, ya sé el motivo, la razón de peso.
A partir de este instante, en la vida normal, cuando algún congénere osado se atreva a preguntarme algo, por ejemplo, esto, ¿de qué caño y de qué fuente acostumbras a beber, Otramotro, de ordinario?, voy a decantarme u optar por contestar, por regla general, lo mismo, esta respuesta, que adopto por arquetipo, que succiono de varios pezones de esa cerda recién parida, que es la realidad.
Si el susodicho semejante tiene alma de héroe (puede que haya advertido que no soy ni un lobo estepario ni un lóbrego ogro, sino un fulano educado, un quídam prudente, pero zumbón, que se cachondea de sí mismo con suprema guasa o sorna, a quien le molestan cuantos hacen ruido voluntariamente y le ponen los nervios de punta y de pésimo humor los goyos o sabiondos; y que forma parte más veces de ese grupo que conforman las personas que tienen miedo que el de las que lo dan), tras quedarse con ganas de repreguntar, echándole arrojo al asunto, tal vez vuelva por sus fueros, esto es, a interrogarme: Como epígono impar de fray Ejemplo, ¿puede clarificarlo con alguno?
Por supuesto, respondo. Quien acaba de componer dos endecasílabos perfectos seguidos, como otro tanto hizo antes, unas líneas más arriba, aunque este menda no haya hecho oportuna referencia precisa al caso, merece toda mi consideración. En la página 22 de EL PAÍS del domingo 9 de febrero de 2025, en la viñeta humorística que firma FLAVITA BANANA y ella titula así, “UNA POSIBILIDAD NO TAN REMOTA”, se ve, en primer plano, una fila de gente que guarda la cola para que el facultativo o galeno (tal vez un psiquiatra), el doctor Coáchez les firme el último libro que ha publicado. En el pasillo o vestíbulo, al lado de la puerta de acceso o entrada a la sala, en cuyo fondo se columbra una pila de libros sobre la mesa y detrás de ella al hacedor, hay un cartel enorme, en el que cabe leer, en letras mayúsculas, esto: “HOY FIRMA: DOCTOR COÁCHEZ. Debajo: AUTOR DEL ÉXITO: ‘LEER ES DE IMBÉCILES’, título de la obra, y acaso para incrementar el interés del público asistente al acto, convenientemente publicitado por la editorial, que va a hacer su agosto, más abajo, este mensaje propagandístico: MÁS DE 100.000 EJEMPLARES VENDIDOS”.
El pasado domingo 9, nada más llevarme a los ojos la viñeta de marras, me dio por escribir en dos espacios anejos, en blanco, también en letras versales: MUY INTERESANTE y, debajo, ¿IRONÍA?
Hoy, martes 11 de los corrientes, he vuelto a escudriñar la viñeta, pero he optado por un derrotero que pasó inadvertido a mi lento talento al principio, por una alternativa a la que no le presté la suficiente atención ni valoré en su justa medida en la primera ocasión. Así que me limito aquí a alargar el título del libro con lo que noto ahora que le falta para que el éxito devenga en exitazo: “LEER ES DE IMBÉCILES QUE DESEAN DEJAR DE SERLO”.
Ángel Sáez García
angelsaez.otramotro@gmail.com