El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Cuando estoy entre amigos, siempre es fiesta

CUANDO ESTOY ENTRE AMIGOS, SIEMPRE ES FIESTA

En este mundo inmundo (hoy más que ayer, pero menos que mañana) y desnortado en el que nos ha tocado en suerte vivir, menos mal que existen dos colectivos fundamentales, la familia y los amigos, dos asideros imprescindibles, para que nuestra existencia tenga una dirección, aunque no sepamos, a ciencia cierta, adónde se dirige, y un sentido, aunque no sepamos todavía cuál es, por no haberlo hallado aún, pero lo intuimos.

Son las voces de algunos deudos y hermanos elegidos, los amigos, los que hacen que la vida merezca la pena ser vivida (y bebida). Unos y otros siempre están ahí, siempre responden, siempre se muestran amigables; no les tienes que rectificar, porque, por la cara que pones y ellos ven, se enmiendan solos; y, cuando hablamos con ellos, empiezas a entender qué quiso decir el neurólogo británico Oliver Sacks, cuando escribió, negro sobre blanco, esto, que tiene mucha enjundia, más de la que parece en un primer momento o a simple vista: “Hablamos no solo para decirles a otras personas lo que pensamos, sino para decirnos a nosotros mismos lo que pensamos. El habla es parte del pensamiento”.

Por todo lo que he trenzado en el parágrafo precedente, no rehúso ir los viernes a pinchopotear con Pacho, Armando y Ricardo al Sweet Sisters Coffee, aunque ninguno de los cuatro seamos filósofos; eso, empero, no quiere decir que, de vez en cuando, no filosofemos, sobre todo, de lo feos y pobres que somos, pero cuánto nos reímos de los que se creen guapos y ricos; y los sábados a cervecear o zuritear con Diana y Pío por la tarde, durante una hora larga, que se hace corta, en la que disertamos de esto, eso o aquello, sabiendo, de antemano, que no vamos a arreglar el caos existente en el cosmos, ni en el microcosmos, si es que lo dominamos, cuando lo conocemos, siempre que se deje, claro.

Y, como a mi musa, en un giro inesperado de guion, debido al azar o al destino, le ha dado por mudar la prosa por el verso, como el bien mandado amanuense que soy, he vuelto a poner el oído atento y ella me ha susurrado el soneto que sigue, cuyo no(ve)no verso endecasílabo es, precisamente, el elegido para que encabece, como rótulo, ambos textos. La prosa y el verso:

 

Soledad y silencio necesito

Para urdir un relato o un soneto;

Y eso es así, lector, te lo prometo,

Sin padecer el baile de san Vito.

 

En principio, ningún asunto evito

Tratar; yo no me pongo ningún veto,

Ni coraza de hierro, adarga o peto,

Porque lo de otro autor siempre lo cito.

 

Cuando estoy entre amigos, siempre es fiesta,

Pues a los caldos y a las viandas sumo

Palabras, que me trago o que consumo

 

Sin bulla, discusión o zapatiesta;

Y, si la hay, harta está del cachondeo

De quien porta un violeta solideo.

 

   Ángel Sáez García

   angelsaez.otramotro@gmail.com

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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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