El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Que la abulencia no sea una plaga

QUE LA ABULENCIA NO SEA UNA PLAGA

“Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo”.

Abraham Lincoln

Es una verdad incuestionable que, a veces, la realidad te da sorpresas; unas gratas y otras agraces.

Ayer escribí, para que encabezara otro texto en prosa, un primer párrafo que cuadra o encaja, como anillo en el dedo anular, con la idea que he cazado al vuelo o pescado sin anzuelo hoy. No me resisto a transcribirlo a continuación por la verdad radical que acarrea.

Una paremia española airea el rótulo que encabeza las líneas que contiene este texto. Es prima hermana o carnal de esa otra frase proverbial que afirma que el hambre agudiza el cacumen, como la novela anónima “El Lazarillo de Tormes”, que inauguró el ciclo picaresco en España, demuestra y/o es un claro, convincente y notorio ejemplo. Y, si lo aducido no le ha bastado al atento y desocupado lector (ora sea o se sienta ella, él o no binario) de estos renglones torcidos para persuadirlo, de modo total y concluyente, ahí va otra, que será definitiva. “La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y a países, porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia, como el día nace de la noche oscura” es una cita cuya autoría se le adjudica al Premio Nobel de Física de 1921 Albert Einstein. Aunque no existe una prueba fehaciente de que la citada frase la dijera o dejara escrita en letras de molde dicho genio, la idea que contiene coincide con uno de sus diversos pensamientos, que habla de la condición sine qua non que es superar las dificultades para conseguir avanzar. Tomo dicha verdad por apodíctica; ese fue, al menos, uno de los asertos que sostuvo ayer mi amigo, guía y mentor, fray Ejemplo, en la última conversación que mantuvimos en el cenobio algasiano. Pero fue complementada o completada, a renglón seguido, por otra, que tampoco cojea ni es refutable, la que aparece en el subtítulo, que del invento surge la sandez (sobre todo, si el uso que se le da no es el correcto y oportuno).

Al ministro para la Transformación Digital, Óscar López, los periodistas le brindaron una ocasión pintiparada para poner en práctica la aleccionadora enseñanza que debemos todos los seres humanos que hemos tenido conocimiento de ella a quien nos la ofreció primero, gratis et amore, Confucio. Según una luenga tradición, la susodicha del mencionado airea esta verdad incontrovertible: quien comete un error y no procede a enmendarlo incurre en un yerro mayor. Por ende, el citado Óscar se ha hecho digno merecedor de un Oscar a la estupidez, pues ayer desaprovechó la oportunidad favorable que le dieron de rectificar sus parciales declaraciones sobre Juan Vicente Bonilla, excapitán de la UCO y actual gerente de Seguridad del Servicio Madrileño de Salud, que no fantaseó con poner una bomba lapa al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no, ya que los mensajes incompletos publicados de WhatsApp estaban sacados de contexto y manipulados para que dijeran lo que el exmiembro de la Benemérita no había dicho.

Óscar López, tras haber quedado claro, cristalino, para quien escuchó completamente los audios, que la realidad desmentía la interpretación dada por él y otros tres ministros más, ha seguido, erre que erre, en sus trece, sin rectificar, lo que es un yerro mayúsculo, colosal, si escuchamos sus declaraciones: “He dicho que exigía el cese de una persona que se expresa de forma intolerable. Lo reitero. No verán ustedes un corte mío con ninguna falsedad. No lo hay. No existe. Yo me he hecho eco de la noticia y he dicho lo que he dicho”, sostuvo el ministro.

Bueno, pues, el abajo firmante de estos renglones torcidos, al menos, ve y oye cuanto dijo un día antes y ve y oye lo que dijo al día siguiente y, no sé si debido a que servidor tiene el sexto sentido que a él le falta, interpreta lo contrario de lo que él manifiesta, que miente como un bellaco. ¿Cómo se puede aseverar (seguramente el cinismo, el descaro y la desvergüenza permiten o propician afirmar a ciertas personas ciertas cosas) lo que el espejo de la realidad pura y dura desmiente?

Sin matizar lo declarado, López adujo que Bonilla no podía seguir ostentando el cargo que ocupa en la Administración matritense, por el que cobra 70.000 euros al año, según él, incompatible con dicha responsabilidad. ¿No se da cuenta el ministro de que ese argumento se le puede volver en su contra, como un bumerán? ¿Cómo puede seguir en el cargo quien lleva la cartera del Departamento gubernamental de Transformación Digital, cobre lo que cobre, mucho o poco, si eso es incompatible con su clamorosa mendacidad?

Confío, deseo y espero que la abulencia (o tendencia a hacerse eco de bulos) no sea una epidemia o plaga que aqueje al Gobierno de España, y los otros tres miembros del Ejecutivo de Sánchez (María Jesús Montero, Pilar Alegría y Ángel Víctor Torres), que incurrieron en el mismo yerro, rectifiquen y pidan disculpas, que sería lo correcto.

   Ángel Sáez García

   angelsaez.otramotro@gmail.com

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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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