Emilio de Ybarra y Churruca falleció este 17 de julio de 2019 en Madrid a los 82 años. En el foros de debate sería difícil saber qué teoría gana más entero si el del supuesto intervencionismo político en las batallas financieras y el del intervencionismo financiero en las batallas políticas. O son, simplemente, batallas de lo mismo: del poder. Los medios de comunicación, pasan, de acuerdo a estas teorías, a ser meras comparsas o herramientas de transmisión de unos u otros, por más que podemitas, liberales-federiquistas se crean que son los periodistas los que controlan a unos u a otros.
Emilio Ybarra Churruca estaba ligado a una familia bilbaína (del famoso barrio del Neguri) y a pesar de que en los setenta ya ocupaba cargos relevantes en bancos, no era especialmente conocido. Su hermano, Santiago Ybarra Churruca, miembro, al igual que él, de unos cuantos consejos de administración, también tenía un perfil discreto. Más popular era su tío Javier Ybarra Bergé, uno de las personas con más poder durante el franquismo en Guipúzcoa (la familia Ybarra respaldó sin tapujos al bando franquista, varios de sus miembros habían sido asesinados por el bando republicano) y fue el asesinato de este a manos de ETA uno de los episodios que más distancias marcó entre las ramas de la familia Ybarra.
Cuando estalló la más brutal de las guerras internas producidas en un banco, la guerra por el control del BBV a la muerte de Pedro Toledo, que hizo temblar más despachos y sacudió más redacciones de medios que ninguna otra, no era Ybarra el nombre que aparecía en la pugna, la cosa, en teoría, se lidiaba entre Sánchez Asiaín y Alfredo Sáenz, que movilizaban apoyos de un lado y otro en cada sección económica de los periódicos de mayor influencia.
Pero por mucho que sus picoteos influyan, la batalla final por el asiento de un banco no se decide en ninguna columna periodística, sino en los mecanismos de poder, desde la junta de accionistas hasta el Banco de España, y fue Mariano Rubio en última instancia (ergo, Carlos Solchaga) el que llevó a Emilio Ybarra a la presidencia del que parecía que podía ser el primer banco de España, el BBV. Ybarra también trató de mantener ‘buen rollo’ con el PNV, el partido que concentraba el poder político en Bilbao, ahí estaba Pedro Luis Uriarte para corroborarlo.
No fueron pocos los éxitos de Ybarra, pero no logró el liderazgo de la banca, se le coló Emilio Botín, que le dejó con la miel en los labios al quedarse con el Banco español de Crédito por sorpresa, después de que todos los indicios parecieran apuntar que sería para Ybarra. La propia presencia del vasco Alfredo Sáenz al frente de la entidad lo parecían indicar, pero Sáenz encontró en casa Botín el acomodo que le negó el BBV.
Otra de sus principales dedicaciones profesionales fue la que le vinculó con el grupo Vocento. Heredero de los intereses de su familia ‘El Pueblo Vasco’, siempre apoyó la integración con El Correo y con ‘El Noticiario Bilbaíno’, para después impulsar desde el consejo de Bilbao Editorial la modernización y la expansión del Grupo Correo, junto con Fernando de Ybarra y López Dóriga, Alejandro Echevarría Busquet y José María Bergareche, entre otros, poniendo los cimientos de lo que es hoy Vocento, compañía líder en su sector.
La última batalla de Emilio Ybarra llegó durante el Gobierno de José María Aznar. Ybarra se fusionó con la privatizada Argentaria con Francisco González, que era visto como un mero delegado del Gobierno Aznar-Rodrigo Rato en el sector de la banca, como Cortina lo parecía en el sector petrolero. Aquella fusión no sería sino el inicio de una nueva guerra financiera, esta vez contra Francisco González y, a ojos de Ybarra, también contra el Gobierno Aznar.
En el relato de Ybarra Churruca su caída se debió a un contubernio de FG y el Gobierno pepero y entre cuyas herramientas volvieron a estar el Banco de España de Caruana y los medios de comunicación peperos de la época, desde El Mundo con Jesús Cacho de primer espada hasta el propio grupo mediático vasco del que Ybarra era accionista pero en el que los primos Busquet no tuvieron ninguna intención en ejercer de defensores de su socio.
Seguramente su visión no será desacertada, pero no fueron ni Aznar, ni FG, ni los Busquet los que mantuvieron unos fondos de pensiones millonarios en cuentas secretas para el equipo de Ybarra y Uriarte. Fue su equipo permitiendo el ‘fondo de seguridad’ del que no dispuso Javier Ybarra Bergé (Goirigolzarri, hoy en Bankia, seguramente lo recordará bien).
Un consuelo le quedaría a Ybarra Churruca, que el caería, pero prácticamente todos sus enemigos en finanzas, política y medios fueron cayendo sucesivamente después (y en alguna de aquellas caídas algo pareció influir él mismo). La última de ellas, la de Francisco González, salpicado por el caso Villarejo que se encuentra con una salida del BBVA pr la puerta de atrás no fue diferente a la que el obligó a padecer a Ybarra una década atrás.
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