"LA DESMEDIDA ANTIPATÍA DE PABLO CASADO"

Alfonso Ussía: «Brillante histerismo»

Me ha sorprendido la entusiasta coincidencia en la valoración de la intervención de Pablo Casado durante la Moción de Censura de Vox al Gobierno de los llamados medios de comunicación independientes y los necesitados del pesebre y adscritos al pensamiento único.

Pablo Iglesias, la Lastra, Escolar, la Pastor, Ferreras y compañía, no han escatimado elogios a Pablo Casado, que escrito sea en beneficio de la justicia, habló en la tribuna del Congreso con tanta brillantez y contundencia como inesperado rencor. Una intervención como la de Casado se recordará siempre, para bien y para mal.

Bien, porque al fin los españoles supimos que corre sangre por sus venas, y mal porque constatamos que la sangre que corre por sus venas lo hace acompañada del resentimiento y el histerismo. Pero negarle eficacia y sorpresa a sus palabras, sería falsear la verdad.

No me considero capacitado para meterme en las ideas e intenciones de Casado, pero sí en las de muchos, muchísimos, incontables partidarios del PP.

Abascal es un hombre honesto, perseguido por el terrorismo de los que han votado lo mismo que Casado.

Abascal, como José Antonio Ortega Lara, como Espinosa de los Monteros, como la extraordinaria Macarena Olona, como Garriga, como Monasterio, Ortega Smith, y tantos militantes o simpatizantes de Vox, lo fueron del Partido Popular que ahora se dedica a insultarlos con vehemente y brillante histerismo.

Aquellos militantes y simpatizantes se sintieron legítimanente desplazados del PP cuyos límites dibujó Soraya.

Insultar con esa extremada e injusta dureza a quien ha sido amigo y compañero, para ganar el aplauso de los medios de comunicación y de los deplorables partidos antiespañoles que conforman junto al PSOE el bloque de la ignominia, se me antoja más que peligroso.

También hay que resaltar la buena gestión de Casado en Bruselas que ha paralizado la reforma comunista de elección del CGPJ, pero ese triunfo no da derecho a insultar a la honestidad y la coherencia.

De no apoyar la Moción, pongo la mano en el fuego que más del setenta por ciento de los militantes y simpatizantes del PP, hubieran preferido la abstención, en contra del coincidente No con la España que odia a España y se aplica en destruirla.

A mediados de los años 20, el Real Madrid contrató a un jugador polaco cuyo apellido no recuerdo, ni es necesario evocar. Sea llamado Popolowsky, que suena bien.

Expectación en el viejo campo de O’Donnell. Sacó de centro el Real Madrid, le llegó el balón a Popolowsky, y como el varsoviano no sabía qué hacer con ese objeto esférico entre sus pies, arreó un zurdazo que se topó con la escuadra derecha de la portería contraria. Ovación indescriptible. Su segunda jugada fue apoteósica.

Popolwsky era rubio como el trigo que crece junto al Vístula. De ser húngaro, se podría escribir que era rubio como el trigo que crece junto al Danubio, que además rima, pero el Vístula manda.

Centró un extremo del Madrid, y Popolowsky remató de cabeza, con tan mala fortuna, que el balón entró en la portería del contrario por el lado derecho y el peluquín – era rubio falso, más calvo que Yul Brinner-, por el izquierdo.

Entre los dos objetos volantes el portero visitante optó por el peluquín, y se anuló el gol. Popolowsky abandonó Madrid con una depresión infernal.

Los aplausos, aunque merecidos por la brillante mala educación de Casado, se apagan con el tiempo.

Lo que no se apaga es la injusticia, desmedida antipatía, odio acomplejado e incoherencia de una intervención, sin restarle méritos parlamentarios, como la del líder del PP. Herir es más fácil que curar las heridas.

Y no fue Abascal el que hirió a la otra parte de la derecha española, sino Casado, que prefirió jugar con el peluquín de Popolowsky y a favor del equipo contrario, en un momento en el que las izquierdas españolas se han unido para destrozar España.

Durará muy poco la amnistía de los medios apesebrados y los comentaristas en nómina. Pero muchos votantes, todavía confusos, tardarán en olvidar que ellos también han sido insultados. Y muchos de ellos, por su Presidente del Partido Popular, intérprete de un brillante histerismo.

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Autor

Alfonso Ussía

Columnista de opinión en las más prestigiosas cabeceras nacionales, ha obtenido, entre otros, los premios González Ruano y Mariano de Cavia de periodismo, el Jaime de Foxá de literatura cinegética, el Baltasar Ibán de periodismo taurino, el Fíes y la Pluma de Oro del Club de la Escritura.

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