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'ESPAÑA EN NEGRO II'

Galiacho rescata la historia más negra de la democracia: la desaparición de ‘el Nani’ y las mafias policiales

Desapareció tras ser detenido por la Policía Nacional el 12 de noviembre de 1983 y nadie le vio salir con vida de la Dirección General de Seguridad

David G. Álvarez 10 Mar 2024 - 19:00 CET
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En la segunda edición el periodista de investigación Juan Luis Galiacho repasa un caso que destapó las cloacas del Ministerio del Interior recién empezada la democracia: la desaparición de Santiago Corella ‘El Nani’.

Nani tenía 29 años el día que desapareció. Fue el 12 de noviembre de 1983. Santiago Corella fue uno de los muchos chicos de provincia que llegó a la capital con el fin de sobrevivir y, aunque trabajó en un pub y en un quiosco, finalmente se decantó por la delincuencia como modo de supervivencia para sacar adelante a su mujer y dos hijos. Entre las autoridades era conocido como un delincuente de poca monta y ya había sido detenido en varias ocasiones por hurtos.

Aquella tarde de noviembre se encontraba en casa cuando fue detenido por el atraco a una joyería de la que se supone que se llevó 40 kilos de oro tras haber asesinado al dueño. De su residencia fue trasladado a las dependencias policiales donde fue torturado junto a su compañero Ángel Manzano. Candela y Consuelo Corrella, las dos hermanas del Nani, y la mujer de Manzano escucharon las torturas desde los pasillos próximos a la sala donde se encontraban los detenidos. Las hermanas de Corella recuerdan cómo los policías repetían “canta Nani, ¿dónde está el oro?”. Esa noche Santiago Corella desapareció para siempre.

La mafia policial

La desaparición de Santiago Corella la que desveló una mafia de corrupción policial iniciada por varios miembros de la Policía para cometer atracos: diseñaban el plan, encargaban los atracos a delincuentes de barriadas marginales y finalmente, se apropiaban de la mayoría del botín. Así, en diciembre de 1985 inspectores de policía de Santander detienen al joyero Federico Venero como sospechoso de diversos delitos, entre ellos, el asalto a su propia joyería. El propietario llegó a afirmar en televisión que “junto al Nani puede haber más gente enterrada”. 

La sorpresa llegó cuando el joyero afirmó ante el juez que había una serie de policías de Madrid, Bilbao y Santander que eran los instigadores de diversos atracos a diversos establecimientos. A raíz de las confidencias de Venero y de las investigaciones periodísticas, el joyero comenzó a levantar sospechas. Fue Venero quien se quedó con los 8 kilos de oro de los 48 que había obtenido el Nani tras cometer el atraco. 

Venero se convirtió en confidente de la Guardia Civil, tiró de la manta y denunció la organización y manejos de la mafia policial. Gracias a sus testimonios, se inició un juicio contra siete policías. El comisario Fernández Álvarez y los inspectores Gutiérrez Lobo y Aguilar González fueron condenados a penas superiores a 29 años por delitos continuados de falsedad y detención ilegal con desaparición forzada, así como de otras penas menores por torturas. Los otros cuatro encausados, a los que la Fiscalía culpaba de haber participado en el interrogatorio y torturas al Nani, quedaron libres.Fueron defendidos por el controvertido letrado José Emilio Rodríguez Menéndez, muy relacionado con dichas tramas delictivas.

¿Dónde está ‘El Nani’?

Luis Miguel Rodríguez Pueyo, cómplice del aristócrata Jaime Messía Figueroa en un par de raptos, declaró que este le había confesado que arrojó el cuerpo del Nani al embalse de Guadalén (Jaén). Tras la muerte por infarto de Corella, desde la Dirección General de Seguridad le habían llamado para pedirle que se deshiciera del cadáver. Al poco, el cuerpo sin vida del Nani fue trasladado por el Guti y otro policía desde la Puerta del Sol al Land Rover del aristócrata.

Los submarinistas de la Guardia Civil efectuaron una intensa labor de rastreo en dicha zona. Primero en Guadalén y después en Puente Nuevo y en Guadanuño (Córdoba). Estos dos últimos pantanos se encuentran cerca de una finca perteneciente a Messía, quien después de llevar a cabo un nuevo rapto, decidió poner tierra por medio.

Cuatro órdenes de busca y captura no impidieron que viviera cómodamente en Miami, en el mismo lujoso complejo residencial en el que tenían inmuebles el secretario de Estado Rafael Vera y otros altos cargos ministeriales. Se jactaba de la inmunidad que poseía al rodearse de gente a la que había servido, miembros de la «banda de Interior». Incluso presidía una compañía aérea. Fue descubierto por El Fígaro Magazine, siendo detenido e ingresado en un centro penitenciario de máxima seguridad.

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