No se corta un pelo Eduardo Inda.
En su artículo titulado Sánchez o la vileza de utilizar a los menas como caballo de Troya contra el PP, el combativo director de OkDiario sacude y duro al marido de Begoña.
Acusa Inda a Pedro Sánchez no solo de oportunismo político sino también de actuar con «maldad en grado sumo».
Publicado el 23 de marzo de 2025, este texto se centra en lo que Inda considera un uso deliberado y estratégico por parte del líder socialista: emplear a los menores extranjeros no acompañados (menas) para generar tensiones políticas y sociales en las comunidades gobernadas por el Partido Popular.
Esta maniobra forma parte del repertorio habitual del presidente, quien estaría dispuesto a cualquier cosa con tal «de asentar sus posaderas en La Moncloa».
El autor describe cómo esta estrategia encaja dentro del marco más amplio que atribuye al mandatario: una deriva autocrática y manipuladora que busca consolidar su poder sin importar las consecuencias éticas o legales.
Un retrato despiadado: Sánchez como símbolo del oportunismo
Inda comienza recordando episodios pasados que ilustran lo que él denomina la falta total de escrúpulos políticos por parte del presidente. En palabras textuales, afirma: «Pronto comprobé que Sánchez era sólo un simple oportunista capaz de vender su alma al diablo con tal de asentar sus posaderas en Moncloa».
Este juicio se fundamenta en decisiones controvertidas tomadas durante su carrera política, incluyendo alianzas con partidos independentistas catalanes y vascos.
El autor subraya cómo estas acciones han sido posibles gracias a lo que califica como una personalidad carente tanto «de inteligencia emocional» como «empatía», características esenciales para justificar comportamientos manipuladores.
Esto ha permitido al líder socialista actuar sin remordimientos frente a adversarios políticos e incluso aliados ocasionales.
Los menas como herramienta política
El núcleo argumental gira alrededor del supuesto uso instrumentalizado por parte del Gobierno respecto a los menores extranjeros no acompañados. Para Inda, este colectivo vulnerable es empleado estratégicamente para desestabilizar comunidades autónomas lideradas por barones populares.
En uno sus párrafos más contundentes escribe: «El reparto masivo e indiscriminado [de estos menores] es la gota que ha colmado el vaso… Una amoralidad propia únicamente alguien apodado ‘Franquito'».
La referencia directa hacia Isabel Díaz Ayuso refuerza esta idea; según explica Inda, ya durante la pandemia se habrían implementado medidas destinadas exclusivamente perjudicar políticamente presidenta madrileña mediante restricciones injustificadas basadas criterios científicos dudosos.
Ahora bien—añade—la situación escaló niveles insospechados cuando comenzaron redistribuirse inmigrantes manera aparentemente arbitraria entre regiones controladas oposición conservadora.
Imperdibles
Cuando conocí a Pedro Sánchez en las postrimerías de 2014 hicimos buenas migas. Me pareció simpático, conciliador y tolerante, en resumidas cuentas, un socialdemócrata de libro más parecido al transversal Felipe González que al guerracivilista José Luis Rodríguez Zapatero. Un tipo de centroizquierda de ésos que puede llegar a ser votable en determinadas circunstancias para un ultraliberal como yo.
El entonces recién elegido secretario general del Partido Socialista se esforzaba por trabar complicidades con periodistas que no éramos de su cuerda. En mi caso lo logró. Llegó a caerme bien.
Coincidíamos en nuestro rechazo a la extrema izquierda en general y a esa sucursal chavista que es Podemos en particular. A las huestes del delincuente Pablo Iglesias les dispensaba el mismo desprecio moral e intelectual que cualquier demócrata de pro, nada diferente al que generaban entre los viejos socialistas, los Felipe González, Alfonso Guerra, Carlos Solchaga et altri.
Pronto, tan pronto como en las elecciones de diciembre de 2015, comencé a sospechar que la intuición me había fallado clamorosamente.
Lo suyo es el mal por el mal. La persecución estalinista del rival, la vulneración sistemática de la legalidad desde el poder y, por lo que leemos cada mañana, la delincuencia organizada.