Mayte Alcaraz titula artículo con gancho y mala leche: «La sobrina carnal del ministro».
Publicado en El Debate este 3 de abril de 2025, la columna reflexiona sobre un caso paradigmático de nepotismo en la contratación pública.
La periodista expone cómo Jessica Rodríguez, pareja del exministro de Fomento José Luis Ábalos, fue contratada en Tragsa (empresa pública dependiente del Ministerio de Transportes) sin superar ningún examen, a pesar de ser requisito habitual en este tipo de procesos.
«Para que la novia –digo la sobrina– del ministro fuera contratada en Tragsa no necesitó pasar por examen alguno sino le bastó con contar con dos requisitos: disponer de titulación administrativa y tener experiencia de trabajo de un año en empresas públicas y un año en trabajos en el sector ferroviario».
Este pasaje revela la flexibilización de criterios aplicada a Rodríguez, cuya contratación se basó en una titulación administrativa y experiencia previa, pero no en méritos competitivos.
La periodista subraya que, en Tragsa, la joven no registró su asistencia en el sistema de control horario, según declaró el presidente de la empresa, Jesús Casas, ante el Senado, calificando la situación de «asquerosa» y «lamentable».
Un mecanismo de enchufismo con raíces históricas
Alcaraz contextualiza este caso dentro de una tradición española de enchufismo político, comparándolo con arquetipos cinematográficos como los de Alfredo Landa o Torrente.
Sin embargo, el artículo destaca una novedad: la normalización de relaciones personales en el ámbito público, donde la pareja del ministro no solo ocupa cargos, sino que también se le facilita acceso a estudios universitarios (en este caso, Odontología) y se la presenta como «sobrina» para disfrazar la relación.
«El progreso estaba aquí y las chicas de luces de neón también tenían derecho a estudios universitarios. Aunque fuera en los chiringuitos de los campus privados».
Esta crítica apunta a la hipocresía institucional: mientras se promueven discursos de igualdad y meritocracia, se mantienen prácticas opacas que benefician a círculos cercanos al poder. La periodista señala que Rodríguez fue contratada en dos entes públicos: Ineco y Tragsa, y que, tras ser despedida de uno, fue recontratada en el otro en solo cuatro días, evidenciando una red de influencias.
Contradicciones del poder: entre el discurso y la práctica
El artículo profundiza en las paradojas del actual sistema político, donde figuras como Ábalos, vinculadas a partidos progresistas, reproducen dinámicas clientelares propias de épocas anteriores. Alcaraz recuerda que el exministro, cercano a Pedro Sánchez, no objetó a la vinculación de su entorno con negocios como las saunas, a pesar de criticar públicamente este tipo de industrias.
«El precursor ministro progresista sabía de los lazos de la familia política del presidente con el negocio de las saunas, y nunca atisbó objeción alguna en fomentar esa industria, la misma que en los mítines y en las arengas parlamentarias denostaba».
Esta dualidad entre discurso público y práctica privada se refleja en la gestión de Rodríguez: mientras se promueven políticas de transparencia, se permiten contrataciones sin control horario, como confirmó el presidente de Tragsa, quien atribuyó su contrato a la presidencia de Adif, entonces dirigida por Isabel Pardo de Vera, persona de confianza de Ábalos.
Implicaciones y reflexiones sobre la ética institucional
El análisis de Alcaraz trasciende el caso concreto para cuestionar la cultura de impunidad en la administración pública. La periodista señala que, en Ineco, Rodríguez apenas realizó un curso de riesgos laborales, evidenciando una falta de exigencia en su desempeño. Este modelo, que combina libertad sindical (según la doctrina de Unai y Pepe Álvarez) con despreocupación por la productividad, genera un sistema donde el mérito se sustituye por la lealtad política.
«Una liberada 2.0, seguidora de la doctrina de Unai y Pepe Álvarez. El estajanovismo está sobrevalorado para el sindicalismo de la gamba y el del catálogo».
La glosa concluye que este caso refleja una crisis de legitimidad en las instituciones, donde la confianza en el sistema se erosiona ante prácticas que priorizan las redes personales sobre la competencia.
Alcaraz no solo denuncia un abuso, sino que cuestiona un modelo de poder que, bajo el barniz de la modernidad, reproduce mecanismos de exclusión y privilegio.