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No le gusta un ápice que Twitter, conocida hoy como X, pueda dar al traste con sus aspiraciones de llegar a la Casa Blanca.
Kamala Harris, vicepresidenta de los Estados Unidos de América, pretende someter a un arduo control a la red social de Elon Musk porque, a su entender, es un espacio en el que Donald Trump, su adversario de cara a los comicios del próximo 5 de noviembre de 2024, puede dejarla noqueada en las urnas.
De hecho, no es la primera vez que la que hasta ahora ha sido mano derecha de Joe Biden en la presidencia estadounidense exige un control de la antigua Twitter.
Ya en 2019 pidió encarecidamente el cierre o la suspensión de la cuenta del entonces mandatario norteamericano, Donald Trump:
Harris considera ahora, a dos meses de los comicios para decidir quién será el nuevo inquilino de la Casa Blanca, que con la red X hay que hacer lo mismo que ha hecho Lula da Silva en Brasil, un control total hasta llegar a la mismísima mordaza:
Elon Musk ha perdido sus privilegios, hay que apartarlo. La conclusión es que no puedes decir que tienes una norma para Facebook y otra diferente para Twitter.
Las reacciones no se hicieron esperar ante esta patada de la vicepresidenta norteamericana a la libertad de expresión:
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