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Le pone sobreaviso.
Alfonso Ussía, que sabe de esto, advierte con tiempo a Carlos Herrera, estrella radiofónica de la COPE, sobre la que le espera si al final acaba siendo elegido presidente de la Real Federación Española de Fútbol.
El columnista de ‘El Debate‘ se ofrece a aportarle su experiencia personal cuando en 1991 se metió en el fregado de intentar presidir el Real Madrid:
Leo que Carlos Herrera ha confirmado su intención de presentarse a las elecciones de la Real Federación Española de Fútbol. Lo va a pasar mal. Puedo aportarle toda mi experiencia de cuando me presenté a las elecciones a la presidencia del Real Madrid teniendo como adversario a Ramón Mendoza. Ramón y yo, salvando la edad, éramos amigos y lo fuimos siendo años después de aquella contienda. Me contó muchas cosas. Entre otras, que más de setecientos socios fallecidos le votaron. Mi sede electoral, una antigua frutería en la calle Marceliano Santamaría, a cien metros del Bernabéu, fue incendiada por los ultrasur que manejaba la candidatura de Mendoza. Es decir, todos los ultrasur menos tres, un ingeniero, un abogado y un comerciante que se unieron a mi proyecto.
Recuerda que, mediáticamente, tuvo a toda la profesión en contra:
Tuve en contra, a pesar de trabajar en el periodismo –no soy periodista–, a casi toda la profesión, liderada por José María García –Antena 3 de Radio, mi radio–, y Francisco González, de la SER. Era columnista de ABC y tampoco, porque Rafael Ansón trabajó para Mendoza. Y un buen día, pasadas las elecciones, Florentino Pérez me informó que se hicieron trampas en el recuento y que sumadas las trampas a los votos de los 700 fallecidos, podría haber ganado a Mendoza.
El escritor considera que el comunicador de la emisora episcopal se va a topar con un mundo, el del fútbol, que no recibe con elogios a los que vienen de fuera de esa órbita:
Carlos tiene, y bien ganada, una gran influencia social. Pero el fútbol no es generoso con los que vienen de fuera. La Real Federación Española es un conglomerado de intereses, y Carlos se va a topar con muchas dificultades. Sería un estupendo presidente, entre otros motivos, porque no necesita del dinero del fútbol para vivir.
Pero tendría que asistir a la exclusión social del club de sus amores. Sucede que en el pacto traicionero de Sánchez –también del Barça– y el presumible terrorista –según la abrumadora mayoría de los fiscales– fugado en Bélgica, también incluye la salvación del Barcelona, que de ser un club italiano, francés o británico, ya estaría cumpliendo la pena de jugar en Segunda División. Si bien, estoy convencido de que Carlos Herrera no movería un dedo para aliviar la pesada mochila antideportiva que lastra el funcionamiento del Club que es más que un Club, que no ha tenido reparos en declararse inmerso en el llamado ‘procés’ independentista.
E insiste en que Herrera estaría fuera de lugar en el organigrama federativo:
El fútbol es un balón que mueven los futbolistas, que emociona a los aficionados, y que manejan desde los despachos de la UEFA y de la FIFA unos individuos con un poder omnímodo e intocable. Enfrentarse a ellos, y lo escribo sin esperanza, no está al alcance ni del gran Carlos Herrera. No te metas en ese mundo, Carlos, que no es el tuyo.
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