Juan Luis Cebrián se está cobrando facturas pendientes con Pedro Sánchez.
El exdirector de ‘El País‘ y actual columnista en ‘The Objective‘ sacude de lo lindo al presidente del Gobierno por la ‘ley Begoña’ para acallar a los medios libres:
Llevo ejerciendo el periodismo profesional más de sesenta años y, en dictadura como en democracia, he sido testigo de esas prácticas y padecido, como miles de otros colegas, la amenazas y los intentos de soborno. También me han torturado gramaticalmente las declaraciones pomposas de los gobiernos sobre la libertad de expresión: «Libertad sí, pero libertad para el bien», proclamó sin sonrojo el ministro de Información y Turismo de Franco, don Gabriel Arias Salgado. Pero nunca pensé que oiría tonterías semejantes, y aun más lerdas, a portavoces de la coalición entre la sedicente izquierda progresista y los nacionalismos lingüísticos, supremacistas y xenófobos, que pretende gobernarnos.
No entiende por qué además el Gobierno Sánchez se ceba con los medios digitales:
Como es obvio digo esto tras saber que algunos ministros nuestros, servidores de los ciudadanos, prefieren comportarse como sus dueños y señores al distinguir entre periodistas malos y buenos: los que lanzan bulos y los que reconocen la verdad proclamada por el mando, al que ovacionan y aplauden. Para premiar a estos y castigar a los revoltosos. Por no citar las chorradas del propio jefe del Gobierno contra los que llama tabloides digitales (¿por qué no contra los impresos?), expresión no tan popular, pero que algunos sesudos asesores le han debido sugerir es efectiva. Para el vulgo habrá que explicar que el formato tabloide es hoy el de casi todos, si no todos, los diarios españoles. Ese apodo es una traducción directa del inglés, para distinguirlos de los tradicionales diarios sábana, impresos en páginas dos o tres veces más grandes y que antaño la sociedad culta consideraba también más respetables.
No duda en criticar la afición de Sánchez a soltar mentiras:
Todo esto sucedía antes de la aparición de Internet. La guerra de los bulos, las posverdades y las fake news no es nueva y la experiencia demuestra que la creciente desinformación que padece el mundo sigue siendo en gran medida, permitida, incitada y hasta provocada por los gobiernos dispuestos siempre a echar basura contra la prensa, tan canallesca. Hace apenas una semana tuve ocasión de comentar, en una presentación del director de ‘The Objective’, el cómico plan de regeneración democrática lanzado por Sánchez que pretende establecer medidas correctoras de las mentiras públicas y publicadas, a excepción de las que él mismo predica de manera tan compulsiva como desvergonzada.
El plan es una nueva demostración de que el famoso libro de Orwell ‘1984’ ha servido como herramienta programática para Sánchez desde que llegara al poder. No solo quiere fundar el Ministerio de la Verdad, sino que ya anunció su compromiso con el del Amor, dos instituciones típicamente orwellianas, con las que pretende proteger la fidelidad sentimental respecto a su esposa, tan injustamente tratada según él por jueces prevaricadores y reporteros mendaces. Algún día me extenderé acerca de este nuevo departamento gubernamental sobre el que algo nos instruyó el señor Sánchez en sus cartas a Begoña.