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Entrevistas PD / Fundador de El Confidencial y tertuliano en radio y televisión

Antonio Casado: «Dejé la tertulia de Losantos en COPE porque me sentí incómodo tras la entrevista que le hizo a Gallardón»

"A Jesús Cacho le pasó lo que a Peñafiel con el Hola, se creía que sin él El Confidencial se acababa en dos días"

08 Nov 2012 - 17:59 CET
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Antonio Casado Alonso (Ayoó de Vidriales, Zamora, 1944) es un auténtico veterano en el terreno de las tertulias, la radio y la prensa. Sus inicios en Madrid fueron en el histórico periódico Pueblo, aunque luego en los noventa se le conoció como tertuliano en diversos programas de radio y televisión en los que continúa colaborando en la actualidad.

Casado recuerda para Periodista Digital algunos de los momentos destacados de su carrera profesional.

Periodista formado en la escuela del diario Pueblo

Estuve muchos años en Pueblo a las órdenes de Emilio Romero. Pueblo fue una escuela de periodismo porque Romero fundamentalmente era un periodista de raza. Sus compromisos políticos no impidieron que acogiera en la redacción de Pueblo a bastantes insumisos e incluso militantes del Partido Comunista, pero que escribían estupendamente. Romero consideró que si escribían bien no podían quedarse en dique seco simplemente por tener determinada militancia política.

Entre los que acogió en la redacción de Pueblo estaban Vicente Romero o Raúl del Pozo. Del Pozo era militante del PCE, yo tendía más a PSOE y a UGT, pero nunca fui militante. Y Emilio Romero nos acogió pese a ser políticamente incompatibles con la dictadura.

Se escribía con límites, no voy a decir que se escribía lo que daba la gana. Ellos mismos también se auto-censuraban, sabían donde estaban las líneas rojas y si las sobrepasaban, lo más que podía pasar es que Emilio Romero dijera ‘dejad de escribir un mes’, porque a él mismo le habían dado un toque.

Gracias a ese tira y afloja con el poder, los periodistas se iban realizando. El periódico tenía mucho éxito, era el más leído de la tarde: 250.000 ejemplares.

Guerra entre la prensa falangista y la prensa opusdeista

Aquella guerra llegó a las redacciones porque las proyectaban en los medios de comunicación los propios interesados, era una guerra directa entre los tecnócratas y los azules. En los primeros estaba Antonio Carro o López Rodó, todos los equipos económicos. En el otro bloque estaban los azules como Fraga o José Solis, estos dos trenes chocan a raíz del asunto Matesa de Vilá Reyes. Y esa guerra se proyectó a través de los medios.

El ‘ascenso’ del jefe

El cabecilla de Pueblo fue apartado en 1975, teóricamente para ocupar un cargo de mayor importancia en la prensa del Movimiento.

Era un ‘ascenso’ y a la vez una excusa de apartarle de su bastión. Eran otros tiempos los que estaban empezando a llegar viento fresco. Había personajes del franquismo que, siendo de dentro, habían iniciado cambios, empezando por el Rey y siguiendo por Adolfo Suárez o Rodolfo Martín Villa, etc. Abrían las puertas de los nuevos tiempos y necesitaban aire. En ese contexto se entiende el desplazamiento de Emilio Romero como director de Pueblo. Pasó a ser el gran jefe del diario Arriba y de la agencia Pyresa.

Forzado a abandonar Pueblo por la ley de incompatibilidad del PSOE.

Fui de los pocos ingenuos que cuando llegó al poder el PSOE acaté un decreto que impedía tener dos sueldos de empresas oficiales. Yo estaba en Pueblo (periódico público) y en RNE (radio pública). Así que al ver la ley dije ‘me parece justo’, acaté la ley y presenté renuncia en Pueblo y me quedé en RNE.

Digo que debí ser un ingenuo porque tras renunciar recibí una carta del director de RTVE, a la sazón José María Calviño, agradeciéndome mi renuncia. Pensé ‘si no hay nada que agradecer, cumplía la ley’. Si el director me manda una carta agradeciéndome debí de ser el único tonto que ha acatado esa ley.

«Prefiero el control en medios públicos, que el de los medios privados

En RTVE había control político, pero puestos a soportar algún tipo de control, prefiero el control en las empresas públicas que el de las empresas privadas.

El control de la información por parte de las empresas privadas genera más aberraciones que el de las empresas públicas. Prefiero la presión que pueda venir de un Gobierno elegido por un parlamento democrático, que el que venga de una empresa propietaria de unas acciones.

Las mañanas de RNE y ‘Escrito en el Aire’

El programa estrella de Radio Nacional de España en los ochenta era ‘España a las 8’, que tenía que competir con los otros programas estrella del momento: ‘Protagonistas’ de la COPE y ‘Hoy por Hoy’ en la SER. Durante un periodo, ‘España a las 8’ quedó a cargo de Antonio Casado.

Se me encargó conducir ‘España a las 8’ tras la marcha de RNE de Javier González Ferrari y Manuel Antonio Rico, dos grandes profesionales. Tenía que competir con Luis del Olmo e Iñaki Gabilondo.

Durante mi etapa se realizó la primera tertulia en RNE, que se llamó ‘Escrito en el Aire’. Ya habían empezado las tertulias en la Cadena SER, que fueron los pioneros en la tertulia. En ‘Escrito en el Aire’ estaban Felipe Mellizo, Pedro Altares, José Cavero y Curri Valenzuela – recién llegada de la corresponsalía de Washington.

En RNE en ese momento no había opinión, y me parecía bien, únicamente en la tertulia ‘Escrito en el Aire’, se podía fijar opiniones. Yo no, porque era el coordinador.

Despedido de RNE por no querer dar un comunicado de ETA

Hubo una discrepancia entre el director de informativos de RNE y yo a propósito de un comunicado de ETA en el que anunciaban una apertura de negociación con el Gobierno, pero entre coma y coma – la parte de la negociación era un párrafo – era pura apología del terrorismo, como todos los comunicados de ETA.

Hay que tener en cuenta que era un programa de RNE en directo. Llega ese comunicado y el jefe de informativos me hace llegar el teletipo y me dijo que había que dar ese comunicado y yo lo miro, veo la misma apología de la violencia de siempre, quedaba poco de programa y digo ‘lo siento, pero esto no lo doy. Yo no hago propaganda a esta gente’ Fuera.

Llegó José Cavero, en el ejercicio de su jurisdicción y me ordenó que diera ese comunicado y si no ‘que me atuviera a las consecuencias’. Quiero mucho a José Cavero, es un fenómeno, pero le dije que si encima me venía con amenazas, que entonces sí que no lo daba de ninguna manera. Y cuando salí del estudio ya estaba cesado por la directora de RTVE, que era Pilar Miró. En el caso mío era una cuestión de conciencia, traté de apelar a la claúsula de concencia, pero todo se había olvidado pasadas 48 horas.

Me reemplazó Ernesto Sáenz de Buruaga.

Tras su salida de RNE, Antonio Casado fue un colaborador habitual del Grupo Zeta, en medios como la revista Tiempo y se hizo célebre como tertuliano de la cadena de la COPE a partir de 1992 en el programa ‘La Linterna’ de Luis Herrero.

En ‘La Linterna’

A mí quien me llevó a la COPE fue Luis Herrero, me llevó a su programa donde uno de sus tertulianos era Federico Jiménez Losantos y otro era Pedrojota Ramírez. También estaba la ex directora de RTVE, Pilar Miró o María Tardón. Y también Ricardo García Damborenea [posteriormente encarcelado por el caso GAL]. Es muy curioso Damborenea, porque recuerdo que antes de ser implicado en el GAL, hubo unas elecciones en las que apareció en un mitin levantando el brazo de José María Aznar, foto que salió en todos los periódicos. Unos meses después aparecía implicado hasta el cuello en el tema de los GAL.

Lógicamente, cuando estalla el caso GAL y le procesan, él deja la tertulia.

También estuve en las tertulias de Luis Herrero en ‘La Mañana’, de Federico Jiménez Losantos en ‘La Linterna’ y luego también cuando pasa hacer ‘La Mañana’ y también con Cristina López Schlichting en ‘La Tarde’. Me cuidaban mucho en el COPE para que fuera el contrapeso.

«Salgo de la COPE porque me echa César Vidal»

Cuando se produce el cambio de José Apezarena por César Vidal en ‘La Linterna’ yo dejo la emisora porque me echa César Vidal.

Hay un momento en que me siento muy incómodo en ‘La Mañana’ con Federico Jiménez Losantos a raíz de una entrevista que le hace a Alberto Ruiz Gallardón. Yo en ese momento me encuentro muy incómodo, me da la impresión de que Federico le trata de una manera muy injusta, cruel y descalificador con Alberto Ruiz Gallardón y en ese momento me siento tan incómodo que le digo a Federico que era incompatible, que lo sentía mucho, pero que me iba. Él me dijo que tendría siempre las puertas abiertas y me agradeció los servicios prestados.

Pero antes de ese momento en ‘La Mañana’, César Vidal me había echado de ‘La Linterna’ sin avisar. Le llamé al ver que no me llamaba, masculló unas cosas raras del equilibrio y me fui. De ‘La Mañana’ por lo Gallardón y de ‘La Linterna’ por la decisión unilateral de acabar conmigo de César Vidal.

La creación de El Confidencial

En 2001 se creó el periódico digital El Confidencial, del que Antonio Casado fue su fundador y su primer director.

Yo salgo de Tiempo por el año 1999. Y el antiguo director, Agustín Valladolid me embarcó en la idea. ‘Gracias a’ o ‘por culpa de’ Agustín Valladolid, nos embarcamos en la idea de poner de hacer un periódico digital. Luego Agustín Valladolid se apartaría por la escalera de incendios.

Cinco personas juntamos dinero para poner en marcha al proyecto. Lo que pasa es que de los fundadores sólo dos éramos periodistas, Jesús Cacho y yo. Apenas conocía al resto de fundadores, a Cacho un poco aunque no tenía una gran sintonía con él, pero en ese momento coincidimos.

El primer director fui yo aunque los somos fuimos fundadores. Yo no quería ser director porque tenía otras cosas que hacer, no me motivaba, prefería cuidar mis colaboraciones en radio y televisión, mientras que él, al dejar Época y El Mundo, tenía más tiempo, asumió las funciones de director.

El Confidencial ha sido en éxito y en plena crisis económica es el único medio de comunicación que ha crecido y la redacción ha crecido una barbaridad. Ya no tiene nada que ver con aquel chiringuito del principio en el que estábamos Cacho, Federico Quevedo y dos más.

La ruptura de Jesús Cacho con El Confidencial

No fue una pelea periodística, ni una pelea empresarial, tiene más que ver con una cuestión personal y con la parte de los ‘egos’. No puedo entrar demasiado porque está sometido a los tribunales, él ha pleiteado contra nosotros a pesar de que nadie le despidió. Simplemente perdió la confianza del consejo de administración y el consejo decidió prescindir de él como director. Iba a seguir percibiendo su salario y escribiendo, iba a poder seguir escribiendo. Pero él optó por romper y ponernos un pleito, el primero lo perdió al ir por lo laboral, cuando no tiene ningún sentido que un socio capitalista de El Confidencial intenta pleitear con El Confidencial.

Ni profesional ni gaitas, fue un asunto personal, un enfrentamiento personal con Alberto Artero. Un choque de los dos personajes, más que choque, la embestida de uno de ellos contra otro, de Jesús Cacho contra Alberto Artero. Y ante ese pleito personal el Consejo de Administración de El Confidencial optó. No podíamos tener ahí una guerra civil interna constante en el periódico y optamos retirarle la confianza a Jesús Cacho y él se marchó.

Jaime Peñafiel y Vozpopuli

Él [Jesús Cacho] funda un nuevo proyecto convencido de que iba a acabar con El Confidencial en dos días, me recordó a lo que hizo Jaime Peñafiel cuando dejó Hola. Hola-Jaime Peñafiel parece que se habían convertido en la misma cosa. Hola había pasado a ser ‘la revista de Jaime Peñafiel’, se identificaba una cosa con la otra y daba la impresión que si se iba Jaime Peñafiel, Hola se acababa en dos días.

Jaime Peñafiel se fue de Hola y no duró ni cinco minutos al frente de otro proyecto que se llamó La Revista, que le financió Antonio Asensio. ¿Por qué? Porque el peso de Hola como cabecera desbordaba el de Jaime Peñafiel.

Exactamente eso ha pasado con El Confidencial. Como su peso estaba ya tan fuerte, tan por encima de los personalismos, que – como se ha demostrado – ha seguido aumentando en cantidades muy importantes, con su tráfico tras la marcha del anterior director.

El mejor presidente en cuanto a libertad de prensa

El que ha tenido un tratamiento más libre en cuanto a libertad de prensa de todos los presidentes ha sido José Luis Rodríguez Zapatero. De Zapatero se pueden decir muchas cosas, pero nada de su fe o de su compromiso con las libertades. La etapa de Zapatero hubo un nivel altísimo de libertad… hasta el punto de que se convirtió en el presidente más vilipendiado de la historia por la prensa. Se le faltaba al respeto cada día desde las ondas y no pasaba nada. Eso habría sido más difícil con el Sr. Aznar, hubiera utilizado algún medio para impedirlo. En cambio el Sr. Zapatero carros y carretas.

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