Pedro Sánchez, en su afán por esquivar las exigencias de la Unión Europea sobre el incremento real del gasto en Defensa, ha recurrido a una serie de eufemismos tan ridículos como reveladores de su incomodidad y su debilidad.
En lugar de aceptar el término rearme, que refleja con claridad la necesidad de fortalecer militarmente a Europa ante un contexto geopolítico cada vez más inestable, el marido de Begoña prefiere hablar de un «salto tecnológico» o de «tecnología de doble uso».
Estas expresiones, vacías de sustancia y cargadas de ambigüedad, buscan dulcificar una realidad que choca con la sensibilidad de sus socios de izquierda, como Sumar o Podemos, quienes rechazan de plano cualquier aumento del presupuesto militar.
Es un malabarismo lingüístico que no engaña a nadie: la UE demanda hechos, no palabras bonitas, y España está lejos de cumplir con el compromiso del 2% del PIB que se le exige.
Desde todos lados.
En un giro inesperado de los acontecimientos, la administración del presidente estadounidense Donald Trump ha lanzado un claro mensaje al Gobierno Sánchez en su primer contacto oficial desde el cambio en la Casa Blanca.
El tema central: un aumento significativo del gasto en defensa por parte de España.
Este primer encuentro, que debería haber sido una toma de contacto cordial, se ha convertido en un pulso diplomático que pone de manifiesto las tensiones latentes entre ambos países.
La exigencia de Trump no es nueva, pero su timing y contundencia han pillado por sorpresa al ejecutivo español.
El juego de eufemismos de Sánchez no solo evidencia la debilidad parlamentaria del amo del PSOE, incapaz de lograr consensos para financiar este esfuerzo, sino también su temor a enfrentar a la opinión pública española, poco acostumbrada a priorizar la defensa en el debate nacional.
Mientras promete que no se tocará «ni un céntimo» del gasto social, Sánchez intenta inflar las cifras de defensa incluyendo partidas como ciberseguridad o controles fronterizos, en un esfuerzo por aparentar cumplimiento sin asumir el coste político de un aumento genuino.
Es una estrategia tan absurda como insostenible: la UE no se conformará con maquillaje presupuestario, y los ciudadanos, tarde o temprano, verán tras el telón de estas frases huecas la incapacidad del líder socialista para liderar con decisión en un momento crítico para Europa.
La presión de la OTAN como telón de fondo
La demanda de Washington se enmarca en una estrategia más amplia de presión a los aliados de la OTAN para que cumplan con el objetivo de destinar el 2% del PIB a gastos de defensa.
España, que actualmente invierte alrededor del 1,2%, se encuentra en el punto de mira.
El presidente Sánchez se enfrenta ahora a un delicado equilibrio: por un lado, mantener buenas relaciones con el principal aliado militar de España y, por otro, gestionar las limitaciones presupuestarias y la opinión pública interna, generalmente reacia a aumentos en el gasto militar.
La oposición no ha tardado en reaccionar.
El Partido Popular ha acusado al marido de Begoña de intentar «engañar» a los líderes internacionales sobre el verdadero compromiso de España con la defensa colectiva.
Este movimiento del PP busca poner en entredicho la credibilidad del Gobierno en materia de política exterior.
Por su parte, fuentes del Ministerio de Defensa han señalado que España ya está realizando esfuerzos considerables para modernizar sus Fuerzas Armadas y contribuir a misiones internacionales.
Sin embargo, reconocen que alcanzar el 2% del PIB en el corto plazo es un objetivo «complicado» en el actual contexto económico.
El contexto europeo y la posición de la UE
La exigencia de Trump no solo afecta a España. La Comisión Europea ha apremiado recientemente a los 27 países miembros a incrementar su gasto anual en defensa en un 1,5% adicional de su PIB. Esta petición refleja la creciente preocupación por la seguridad en el continente y la necesidad de una mayor autonomía estratégica europea.
Sánchez, en una reciente declaración, ha pedido a Trump que «recapacite y dialogue con Bruselas» para poner fin al «sinsentido de la guerra comercial». Esta postura evidencia la voluntad del Gobierno español de buscar soluciones diplomáticas y multilaterales frente a las presiones unilaterales de Washington.
Implicaciones económicas y estratégicas
Un aumento sustancial del gasto en defensa tendría importantes repercusiones para la economía española. Por un lado, podría impulsar la industria de defensa nacional, generando empleos y desarrollo tecnológico. Por otro, supondría un desafío para las finanzas públicas, en un momento en que otros sectores como la sanidad o la educación también demandan mayores recursos.
Estratégicamente, un mayor compromiso con la OTAN podría reforzar la posición de España en el escenario internacional. Sin embargo, también podría generar tensiones con otros socios, especialmente en un contexto de creciente debate sobre la autonomía estratégica europea.
El amo del PSOE se encuentra ante un verdadero dilema.
Ceder a las presiones de Trump podría interpretarse como una muestra de debilidad y generar críticas internas. Sin embargo, mantener una postura firme podría deteriorar las relaciones con un aliado clave en un momento de incertidumbre global.
La habilidad de Sánchez para navegar estas aguas turbulentas será crucial.
Deberá encontrar un equilibrio entre el compromiso internacional y las necesidades domésticas, todo ello mientras mantiene la cohesión de su coalición de gobierno, donde algunos socios son abiertamente contrarios a aumentos en el gasto militar.
Perspectivas de futuro y posibles escenarios
En los próximos meses, es probable que veamos una intensificación del debate sobre el gasto en defensa en España. El Gobierno podría optar por un aumento gradual, buscando un compromiso que satisfaga parcialmente las demandas de la OTAN sin generar un shock presupuestario.
Otra posibilidad es que España busque alianzas con otros países europeos en situación similar para negociar colectivamente con Estados Unidos y la OTAN. Esta estrategia podría fortalecer la posición negociadora de España y promover una visión más equilibrada de la seguridad europea.
Sea cual sea el camino elegido, el debate sobre el gasto en defensa promete ser uno de los temas candentes de la política española en los próximos meses, con implicaciones que van mucho más allá de las cuestiones puramente militares.
El gasto en defensa
- España es el séptimo país de la OTAN que menos invierte en defensa en relación a su PIB.
- El presupuesto de Defensa para 2025 es de aproximadamente 12.800 millones de euros, un incremento del 7,7% respecto al año anterior.
- Las misiones internacionales suponen cerca del 10% del gasto total en defensa.
- El Eurofighter, uno de los programas estrella de la industria de defensa española, ha generado más de 20.000 empleos directos e indirectos.