Tiene gracia y bastabnte ingenio el titular de la coluimna de Luis Ventoso: “Xi Jinping recibe a Xi Sanching”.
La reunión entre el todopoderoso y dictatoral presidente de China, y el censor y marrullero jefe del Gobierno español, pone de manifiesto una conexión estratégica que trasciende las diferencias culturales y geopolíticas.
En su artículo, el periodista Ventoso analiza cómo ambos líderes representan variantes de un mismo modelo político: el socialismo, uno consolidado en China y otro en construcción en España, ambos con un marcado control sobre las libertades individuales.
Dos sistemas con un propósito común
El autor introduce su reflexión destacando las similitudes entre los regímenes liderados por Xi y Sánchez, subrayando cómo ambos comparten una visión autoritaria del poder. Según Ventoso, China es un referente del socialismo totalitario plenamente instaurado, mientras que España avanza hacia un modelo con tintes similares, aunque aún distante en su desarrollo. En palabras del periodista:
«China es el espejo en el que Sánchez parece mirarse, un modelo donde el Partido Comunista ha logrado la hegemonía total sobre la economía, la sociedad y los medios de comunicación. España, bajo su actual liderazgo, avanza en esa dirección, aunque todavía le queda camino por recorrer.»
A lo largo del texto, Ventoso explora cómo esta convergencia ideológica se manifiesta en políticas concretas como la censura informativa o el control estatal sobre sectores estratégicos.
La estrategia diplomática de Pedro Sánchez
El artículo también analiza los motivos detrás del interés español en fortalecer sus relaciones con China. Según Ventoso, Sánchez busca en Pekín no solo un socio comercial, sino también un modelo político que inspire su gestión interna. La visita reciente del mandatario español a Shanghái y Pekín se inscribe en este marco estratégico. Como señala el autor:
«Sánchez no oculta su admiración por la capacidad china para mantener un control absoluto sin apenas fisuras internas. En sus discursos recientes ha defendido una cooperación más estrecha con Pekín, justificándola en términos económicos pero dejando entrever una afinidad ideológica.»
En este sentido, se destaca cómo ambos países priorizan el control político por encima de las libertades individuales. Para Ventoso, esta coincidencia no es casualidad, sino una muestra del alineamiento progresivo de España hacia un modelo más intervencionista.
El comercio como excusa
Otra parte esencial del análisis es la dimensión económica del encuentro entre Xi y Sánchez. En palabras de Ventoso:
«El pretexto oficial para este acercamiento es el comercio, pero detrás hay mucho más. Mientras España busca inversiones chinas para revitalizar sectores clave como la automoción o la energía renovable, China ve a España como una puerta de entrada privilegiada al mercado europeo.»
El autor detalla cómo ambas naciones han firmado acuerdos para fomentar la inversión en tecnología avanzada y energías limpias. Sin embargo, alerta sobre los riesgos de depender excesivamente de un socio que podría utilizar su influencia económica como herramienta política.
La sombra de la censura
Finalmente, Ventoso aborda la vocación censora que une a ambos modelos políticos. A través de ejemplos concretos como el control mediático en China y las iniciativas legislativas españolas para regular contenidos digitales, el autor destaca cómo esta tendencia pone en peligro valores fundamentales como la libertad de expresión. Según él:
«En ambos países, la censura se disfraza de regulación o protección frente a amenazas externas, pero su verdadero objetivo es consolidar un monopolio ideológico.»
En conclusión, Luis Ventoso ofrece una lectura crítica y provocadora sobre las implicaciones del encuentro entre Xi Jinping y Pedro Sánchez. Aunque parten de contextos muy distintos, ambos líderes parecen compartir una visión común: consolidar modelos socialistas donde el poder centralizado prime sobre los derechos individuales.