La política catalana lleva años instalada en una centrifugadora constante, pero en las últimas horas el eje de la polémica ha girado con fuerza hacia Sílvia Orriols, alcaldesa de Ripoll y líder de Aliança Catalana.
Y se calienta, tras un tuit que no ha dejado indiferente a nadie.
En su publicación, la siempre directa Orriols compartía un vídeo del Parlamento Británico donde se denunciaba que “250.000 niñas han sido violadas en Reino Unido en los últimos 25 años”, asegurando que el 90% de estos delitos fueron cometidos por hombres musulmanes.
Aprovechó para cargar contra las instituciones catalanas por, según ella, querer sancionarla por islamofobia mientras ignoran los hechos que denuncia.
Estas palabras han provocado un auténtico incendio político y mediático. Desde el Parlament catalán ya se ha abierto la puerta a sanciones contra Orriols por unas declaraciones consideradas islamófobas por diversos partidos y entidades sociales.
Sin embargo, lejos de retractarse, la líder independentista de derechas ha redoblado su discurso, mezclando datos sobre delitos sexuales con críticas al multiculturalismo y a la gestión institucional del fenómeno migratorio.
La alcaldesa de Ripoll, Silvia Orriols, asegura que el 35% de los niños que nacen en Ripoll ya son marroquíes: pic.twitter.com/fZQ9qcJCEr
— eldiarioalerta.com (@ALERTAeldiario) January 18, 2024
¿Qué hay detrás del 90%?
El dato del “90%” procede en realidad de una denuncia hecha en Reino Unido sobre una serie concreta de casos, los denominados “grooming gangs”.
No representa estadísticas globales españolas o catalanas.
Pero encuentra, como no puede ser de otra manera, eco en sectores que perciben la inmigración musulmana como una amenaza creciente.
En paralelo, existen datos oficiales del Departamento de Justicia catalán que muestran que el 91,67% de los violadores encarcelados en Cataluña son inmigrantes, aunque no se especifica nacionalidad ni religión.
La periodista Sonia Sierra ha vinculado este aumento al fenómeno del taharrush, un patrón grupal de agresiones sexuales originado en países musulmanes, y ha alertado sobre un crecimiento del 500% en las agresiones sexuales desde 2016.
Orriols lleva meses situando el foco sobre la comunidad musulmana con discursos incendiarios.
Ha denunciado públicamente la normalización del velo islámico —al que considera un símbolo de control y sumisión— y ha criticado duramente lo que ella llama “silencio cómplice” de algunos colectivos feministas y LGTBI ante prácticas discriminatorias dentro del islam.
Sus propuestas han ido más allá: desde plantear la prohibición del velo islámico en escuelas públicas hasta pedir reformas legales para endurecer la política migratoria.
Esta estrategia le ha valido tanto el rechazo frontal de partidos rivales como ERC o Comuns (que han solicitado medidas disciplinarias por islamofobia), como cierto respaldo entre votantes desencantados con el discurso oficialista sobre inmigración.
No faltan quienes advierten que este tipo de mensajes alimentan un auge xenófobo que ya salpica incluso a sectores del PP a través del llamado “feminacionalismo”.
250,000 young British white girls have been r@ped in the last 25 years by largely Muslim men‽@TRobinsonNewEra pic.twitter.com/slBfjgVTW1
— Don Keith (@RealDonKeith) January 1, 2025
Junts y el fantasma Orriols: cuando el independentismo teme perder su bandera
En el tablero político catalán, la figura de Sílvia Orriols representa mucho más que una voz incómoda para los defensores del multiculturalismo. Su irrupción se ha convertido en una pesadilla para Junts per Catalunya. El temor es doble: por un lado, amenaza con arrebatarles parte del electorado más identitario e insatisfecho; por otro, les obliga a posicionarse respecto a temas espinosos como la inmigración o el islam.
El diario ARA lo resume sin rodeos: “La pesadilla de Junts se llama Sílvia Orriols”. Mientras los partidos tradicionales buscan equilibrios imposibles entre defensa de los derechos humanos e inquietud ciudadana ante hechos delictivos, Orriols aparece como una voz sin filtros que aglutina descontentos. Para Junts —y buena parte del establishment independentista— ella representa un riesgo real: puede romper consensos internos y desgastarles electoralmente si no logran reconducir el relato público.
El caso Orriols revela cómo temas como la seguridad ciudadana o la integración cultural se han convertido en armas arrojadizas. Las redes sociales amplifican declaraciones polémicas hasta convertirlas en ejes centrales del debate público. El riesgo es claro: se favorece un clima donde los matices desaparecen, dando paso a bloques enfrentados entre quienes ven en los discursos como los de Orriols una llamada urgente a proteger derechos fundamentales y quienes los consideran pura incitación al odio.
No es casualidad que algunos expertos adviertan sobre la importación acrítica de debates foráneos —como ocurre con las cifras británicas— para alimentar discursos locales sin suficiente base empírica. En paralelo, partidos como Junts navegan entre dos aguas: si asumen parte del relato securitario pierden credibilidad entre sus bases progresistas; si lo rechazan abiertamente corren el riesgo de ser tachados de ingenuos ante problemas reales.
Datos llamativos
- La polémica cifra difundida por Sílvia Orriols fue originada por diputados británicos para denunciar casos muy concretos asociados a bandas organizadas, no al conjunto total de delitos sexuales ni exclusivamente a musulmanes.
- En Cataluña existe un debate abierto sobre cómo abordar la convivencia intercultural sin caer en tópicos ni estigmatizaciones colectivas.
- El término taharrush, utilizado para describir agresiones sexuales grupales importadas supuestamente desde países musulmanes, ha sido objeto tanto de análisis sociológico como de controversia mediática.
- Pese a sus discursos duros sobre inmigración e islam, Sílvia Orriols mantiene una base electoral fiel especialmente en zonas rurales e industriales donde el independentismo clásico comienza a mostrar síntomas claros de desgaste.
- En 2025 se espera que estas tensiones marquen buena parte del debate preelectoral catalán… salvo que algún nuevo protagonista decida robarle el foco mediático a última hora.