Sectores popular piden cambios en la dirección antes de verano: "Hace falta un revulsivo"

Feijóo mueve fichas en el PP: cambios inminentes en la cúpula del partido, para avivar la batalla electoral contra Sánchez

González Pons, sobre los cambios en Génova: "Si Feijóo me mueve, lo aceptaré"

Feijóo, Tellado, Funez, Gamarra, Perez, Nunez, Bendodo y Semper (PP)
Feijóo, Tellado, Funez, Gamarra, Perez, Nunez, Bendodo y Semper (PP). PD

En el cuartel general de la calle Génova, los nervios son palpables.

Alberto Núñez Feijóo ha decidido encarar el ecuador de la legislatura con un golpe de timón en la dirección nacional del Partido Popular, en un momento en que las encuestas sonríen a los populares, pero el asalto a La Moncloa sigue siendo una meta esquiva.

El ambiente interno mezcla expectación y cierta ansiedad: los populares saben que la batalla contra Pedro Sánchez y el PSOE requerirá más que discursos y presencia mediática; hace falta un equipo renovado, engranajes bien engrasados y, sobre todo, una estrategia capaz de capitalizar el desgaste del Gobierno tras meses de polémicas y frentes judiciales abiertos.

Este movimiento no es casual.

Sectores del PP llevan semanas pidiendo a su líder un “revulsivo”, conscientes de que el partido ha logrado resistir —y hasta superar— al PSOE en los sondeos, pero sin despegarse lo suficiente como para cantar victoria anticipada.

Como admiten algunos barones regionales, “la evolución es buena, pero no hemos conseguido distanciarnos del PSOE todo lo preciso”.

El temor a que la oportunidad se escape —como ocurrió tras las últimas generales— ha llevado a muchos a exigir ajustes antes del verano.

El objetivo: llegar a septiembre con la maquinaria lista para las autonómicas de 2026 y cualquier imprevisto electoral.

Cambios sin congreso: el método Feijóo para renovar sin sobresaltos

A diferencia de otros líderes que optaron por grandes congresos y batallas internas, Feijóo prefiere la cirugía fina. La última remodelación data de finales de 2023, cuando incorporó nuevas caras —incluidas cinco mujeres en puestos clave— y dio mayor protagonismo a perfiles como Borja Sémper, buscando un equilibrio entre dureza parlamentaria y moderación mediática. Ahora, todo apunta a una nueva ronda de “ajustes orgánicos”, tal vez sin necesidad de someterlos al escrutinio de un congreso ordinario; bastaría con el aval del Comité Ejecutivo Nacional.

Entre las quinielas internas suenan nombres como Miguel Tellado, cada vez más visible como ariete parlamentario; o el veterano González Pons, cuyo futuro está en el aire tras asumir la portavocía europea mientras mantiene su vicesecretaría en Génova. Pons, fiel al estilo gallego, ha dejado toda decisión en manos de Feijóo: “Estaré donde el presidente considere que es mejor para el proyecto”, ha declarado recientemente, esquivando confirmar si dará un paso al lado o compaginará ambas responsabilidades.

La presión interna no es menor. Desde varios flancos —nacional, autonómico y hasta municipal— se pide aprovechar los “intercambios” producidos por los movimientos europeos para abrir una nueva etapa. “Hace falta apostar por caras nuevas”, insisten desde alguna baronía. El consenso es claro: si los cambios están bien medidos, pueden ser muy positivos y dar ese impulso que muchos consideran imprescindible para no perder comba frente a un PSOE experto en resistir crisis y reinventarse bajo presión.

¿Por qué ahora? El calendario político manda

El calendario marca la urgencia. Aunque Sánchez insiste en agotar la legislatura hasta 2027, la posibilidad —no descartada por Feijóo— de un adelanto electoral ante los escándalos judiciales que cercan al entorno socialista ha acelerado las reflexiones estratégicas en Génova. El líder popular trabaja con el escenario de que 2025 podría ser un año “políticamente muy intenso”, lo cual exige tener todo dispuesto para una campaña de desgaste sostenido contra el Ejecutivo.

Los populares no olvidan que su anterior ofensiva electoral quedó corta; ahora buscan evitar errores pasados reforzando tanto la portavocía como los equipos sectoriales. No se trata sólo de oposición dura —aunque algunos piden redoblarla frente al PSOE— sino también de pedagogía política y claridad programática. En palabras de un veterano dirigente: “No vale de nada precipitarse ni cerrarse puertas; hay que combinar firmeza con capacidad explicativa”.

Las fracturas internas: entre el ala dura y el pacto

No todo son alabanzas ni unidad monolítica en el PP. Existen tensiones entre quienes apuestan por una oposición frontal —con Tellado o Isabel Díaz Ayuso como referentes— y quienes prefieren mantener abiertas vías de diálogo con partidos bisagra como el PNV. Estas diferencias han aflorado recientemente tras varios encontronazos públicos y declaraciones poco diplomáticas que han suscitado críticas internas por alejarse del estilo moderado que Feijóo quiere imprimir desde su llegada al liderazgo nacional.

Por otro lado, la sombra larga del marianismo sigue presente. La influencia creciente de antiguos colaboradores de Rajoy —como Ildefonso Castro— refuerza la apuesta por experiencia y gestión frente a improvisaciones o experimentos arriesgados. Sin embargo, hay quien recuerda con sorna que confiar demasiado en recetas viejas puede hacer perder frescura ante una izquierda experta en polarizar y movilizar a su electorado.

Curiosidades y datos llamativos

  • El último gran cambio orgánico del PP fue hace apenas año y medio; desde entonces, cada ajuste ha sido quirúrgico y calculado al milímetro.
  • González Pons compagina tres cargos clave: vicesecretario nacional, vicepresidente europeo y portavoz parlamentario… Un auténtico hombre orquesta.
  • En los mentideros políticos se comenta que Feijóo consulta más a Rajoy que a algunos miembros actuales del comité ejecutivo.
  • Algunos sectores del partido sugieren suavizar las críticas al PNV para no cerrarse posibles pactos postelectorales imprescindibles si Vox no suma lo suficiente.
  • La apuesta estratégica pasa ahora por reforzar áreas sectoriales como vivienda y conciliación familiar, dos temas donde creen poder erosionar al PSOE entre votantes indecisos.

En definitiva, mientras Sánchez sigue instalado en La Moncloa tras su reciente órdago político —que terminó sin dimisión ni adelanto electoral— Génova se prepara para una nueva fase interna cargada de movimiento… Y quién sabe si también de sorpresas electorales antes de lo previsto.

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