Cuando el chiringuito pesa más que los principios

Sumar monta el pollo con un contrato de medio pelo con Israel y se come con patatas el desquicidado plan de defensa de Sánchez

La inepta Yolanda Diaz y su cuadrilla de 'colocados' se traga sin el millonario rearme del marido de Begoña

Yolanda Díaz y Urtasun (SUMAR)
Yolanda Díaz y Urtasun (SUMAR). PD

La izquierda española, ese mosaico de principios elevados y discursos encendidos, tiene un pequeño defecto: el chiringuito siempre gana.

Desde Rufián, con su pose de rebelde domesticado, hasta Aizpurua, que asiente con disciplina vasca, pasando por los morados de Podemos y, cómo no, el batiburrillo de Sumar, todos se tragan los sapos que Sánchez les sirve con tal de aferrarse al sillón.

Eso sí, lo hacen con arte ‘progre’ y mucha caradura, envolviendo su rendición en tuits indignados y manifiestos grandilocuentes, como si nadie notara que el sueldo y la moqueta pesan más que cualquier ideal.

Total, ¿quién necesita coherencia cuando hay un BOE que reparte favores?

La política española no decepciona cuando se trata de mezclar principios, intereses y algo de sainete parlamentario.

En la última semana, el Gobierno del marido de Begoña ha protagonizado un episodio digno de zarzuela: la compra, rescisión y posterior celebración (según quién lo cuente) de un contrato de balas a Israel, todo ello en pleno lanzamiento del mayor plan de rearme desde que España juega en la Champions League de la OTAN.

Y como telón de fondo, una izquierda que ha pasado en pocas décadas del asalto a los cielos al asalto del marisco, con posturas ante la guerra que a veces parecen más un postureo ideológico que un compromiso inquebrantable.

El escándalo de las balas: munición para la polémica

El Ministerio del Interior adjudicó a dos empresas israelíes un contrato para la adquisición de más de cinco millones de euros en munición 9mm destinada a la Guardia Civil. La noticia saltó justo después del anuncio gubernamental de suspender cualquier tipo de venta o compra militar con Israel como respuesta a la ofensiva sobre Gaza. ¿El truco? Publicar la adjudicación durante la Semana Santa, cuando medio país está pendiente del potaje y las torrijas. Pero como suele ocurrir en estos casos, el truco salió rana: la operación se filtró y provocó una tormenta política inmediata.

Sumar, por boca de Yolanda Díaz y Antonio Maíllo, puso el grito en el cielo. No solo pidieron explicaciones urgentes al ministro Marlaska, sino que amenazaron con romper la baraja gubernamental si no se revertía el contrato. IU llegó a plantear su salida del Ejecutivo y exigió “no armar ni financiar a la entidad terrorista de Israel”. El resto, como suele decirse, es historia: Moncloa anunció la rescisión unilateral del contrato “por razones de interés general”, aunque técnicamente deshacerlo podría costar una indemnización millonaria a las arcas públicas si la empresa israelí cumple su amenaza y denuncia al Estado español por daños contractuales.

Del embargo simbólico al chiringuito real

Lo curioso es que ese embargo era más retórico que efectivo: los grandes contratos del Ministerio de Defensa con tecnología israelí siguen adelante —misiles antiaéreos Spike (287 millones), designadores láser para cazas (220 millones), radios tácticas (340 millones), lanzacohetes SILAM (714 millones)— sumando decenas de acuerdos multimillonarios que nadie ha tocado. Renunciar a ellos supondría un encarecimiento y retraso difícilmente asumible para unas Fuerzas Armadas que buscan cumplir los compromisos OTAN.

En resumen: Sumar monta el pollo por un contrato menor, pero calla ante los grandes acuerdos estratégicos o los justifica como “inevitables”. Porque una cosa son los principios y otra, como bien sabe cualquier profesional del chiringuito institucional, es perder cuota en el reparto gubernamental.

El plan de defensa: Sánchez echa el resto (y Sumar se lo traga)

Mientras Sumar sacaba pecho por tumbar “el contrato de la vergüenza”, Pedro Sánchez presentaba su mayor plan de rearme: 10.471 millones adicionales para Defensa este año, con el objetivo explícito de alcanzar el 2% del PIB comprometido con Bruselas y Washington antes incluso del plazo OTAN fijado para 2029. El presidente asegura que ese dinero sale “sin tocar ni un céntimo del Estado del bienestar”, aunque no ha detallado exactamente cómo cuadrará semejante ecuación.

Sumar e IU han protestado formalmente en Consejo de Ministros —alegando que es un gasto militar “exorbitado” e innecesario— pero ya han asumido que ni romperán la coalición ni votarán en contra si no hay riesgo para sus carteras ministeriales. Podemos marca distancias pero sin consecuencias prácticas; ERC protesta por Twitter; Bildu lo lamenta; pero todos siguen ahí.

La situación recuerda inevitablemente esa evolución histórica reciente de buena parte de la izquierda española: antes barricadas y ahora mariscadas. Cuando toca defender principios incómodos o contradecir los intereses materiales propios (léase puestos, asesores o chiringuitos varios), siempre hay un matiz táctico o una excepción estratégica.

Barricadas ayer, canapés hoy: metamorfosis progre

La izquierda transformadora ha pasado en cuestión de décadas del romanticismo revolucionario —el mayo del 68 patrio— al pragmatismo institucional. El viejo mito del “no pasarán” se combina ahora con la gestión exquisita del catering en recepciones oficiales. Las contradicciones son inevitables:

  • Se denuncia el genocidio palestino mientras se firman (o se mantienen) contratos millonarios con empresas israelíes.
  • Se pide desmilitarizar Europa mientras se exige protección OTAN frente a amenazas globales.
  • Se critica el gasto militar pero se pelea por mantener cuotas ministeriales en gobiernos donde ese gasto no deja de crecer.

La política española demuestra así su capacidad infinita para indignarse selectivamente y ajustar los principios según sople el viento o pesen las sillas en Moncloa.

Curiosidades y datos llamativos sobre el caso

  • La publicación oficial del contrato se hizo en pleno Viernes Santo, festivo nacional, lo que muchos interpretan como intento deliberado para minimizar su impacto mediático.
  • Aunque Sumar celebra su “victoria”, lo cierto es que Interior ya había iniciado hace meses procedimientos para rescindir compras militares a Israel… sin mucho éxito hasta ahora.
  • Si España rescinde todos los contratos militares con tecnología israelí, tendría que buscar suministradores alternativos mucho más caros y lentos.
  • El rearme español no es anecdótico: supone el mayor incremento presupuestario en Defensa desde la entrada en la OTAN.
  • La izquierda radical critica desde fuera lo que tolera desde dentro cuando ocupa despacho. Mientras tanto, algunos veteranos recuerdan entre bromas aquel dicho clásico: “No hay nada más revolucionario que una mariscada bien servida”.

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