Más allá de la situación especialmente tensa que se vive en cuestión de relaciones internacionales, está el asunto del gobierno de coalición español.
Precisamente por la invasión rusa en territorio ucraniano y la consiguiente amenaza a todas las democracias occidentales, andan en los Ejecutivos europeos con bastante trabas para saber cómo posicionarse. Ahora, imagínense cómo deben funcionar las cosas en el Ejecutivo español, entre podemitas y socialistas.
Pues la periodista Ketty Garat lo cuenta este 3 de marzo de 2022 con habilidad en el portal The Objective, aunque el concepto traición ya lo ponemos nosotros, que es lo que es. En el Gobierno no solo se están jugando la colocación geopolítica, sino también la trascendencia de cara a unas elecciones generales que cada vez están más cerca que lejos. Pedro Sánchez se presentará, por descontado, pero aquí lo interesante -y divertido- es la situación de los (las) podemitas, en su pugna de poder.
Tremendo palo a Montero y Belarra
Y es que Yolanda Díaz, vicepresidenta Segunda y la señalada por Pablo Iglesias para guiar el camino del mundo Podemos -ya veremos de qué manera y bajo qué siglas-, lleva tiempo recolocándose en el perfil que le interesa. Y en esta crisis europea lo que sí ha demostrado Díaz es que lo que no le interesa es codearse con la dupla de amiguitas ministras Ione Belarra-Irene Montero.
Cuenta Garat:
«El giro de 180 grados se gestó el martes por la tarde y se ejecutó por la noche. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tomó la decisión después del Consejo de Ministros en el que el Ejecutivo se afanó en descartar el envío de armas de forma bilateral, al margen del fondo europeo. «Creemos en la fortaleza de la Unión. Nuestra posición es coherente»».
«Para cuando Borrell era entrevistado en la SER, ya se había puesto en marcha la rectificación. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, volvió a ponerse en contacto con la vicepresidenta, Yolanda Díaz, con quien había cerrado un acuerdo para actuar al amparo de la UE el pasado jueves. Sánchez explicó a Díaz la complejidad de la decisión: que «a nadie le gusta tomar estas decisiones, tampoco al presidente. Pero esta es la realpolitik» a la que se enfrentan los gobernantes en momentos de dudas e incertidumbre».
A Belarra la llamó el ministro de Exteriores, Albares, y a la ministra del 8-M o no la llamó nadie o directamente se lo dijo por WhatsApp su amiguita Belarra. Vaya usted a saber.
Traición también contra el líder en la sombra
El caso que aquí interesa es cómo Yolanda Díaz, en una posición más europea, de Estado, alejada de las niñatadas podemitas de Belarra y Montero, acomete una traición en toda regla a las que hasta anteayer eran las que más mandaban en el partido morado -mientras Pablo Iglesias actuaba como líder de facto-, y no solo a ellas, sino también al propio exjefe podemita, que ya saben que está en contra del envío de armas y, si me apuran, con Putin.
Dice Garat que las reventadas en cuestión revolotearon en el Congreso para que los periodistas se enteraran de su descontento. Aunque poco o nada pueden hacer. Se han quedado castigadas en el rincón:
«Estamos muy preocupadas. Vamos a ver cómo se suceden los acontecimientos», dejaba caer Montero en conversaciones con periodistas sobre las consecuencias que pudiera tener la venta de armas en el seno del Gobierno de coalición. A juzgar por las palabras de Podemos, pocas. «Podemos asume la decisión y cada uno decide cómo la comunica», respondían desde la formación morada a la pregunta de ‘¿Qué hará Podemos en el Gobierno?’. Traducido: «Que nos la comemos».
