El tramposo Pedro Sánchez tiene ya la jugada decidida.
Lo único que resta es fijar la fecha, porque inicialmente su plan era alargar su ‘matrimonio’ con Podemos, los proetarras de Bildu y los golpistas catalanes hasta el otoño de 2023, pocos meses antes de las elecciones generales.
Su drama es que Andalucia y el tremendo batacazo que se va a llevar allí el PSOE este 19 de junio de 2022, trastoca todo.
Sánchez y sus gurús, al igual que los barones regionales socialistas, dudan de que puedan afrontar con éxito las municipales y autonómicas de mayo del próximo año, cargando el fardo que supone ir abrazados a Bildu, ERC y un Podemos que nunca da el paso, pero amenaza todos los días desde el propio Gabinete con echarse al monté.
Y el líder del PSOE, que sigue convencido de que puede volver a engañar a todo el mundo, sopesa seriamente la posibilidad de llevar a cabo una nueva crisis de Gobierno tras el más que seguro varapalo que sufrirá la izquierda, en las elecciones andaluzas del domingo.
Y esta crisis será de mayor calado que la llevada a cabo hace un año, porque servirá para romper con Podemos, ante el convencimiento de que continuar con sus socios representa un lastre cada vez más pesado.
Ayudado por RTVE, LaSexta, Cadena SER, El País y los tertulianos de la ‘Brunete Pedrete’, bombardearán a la opinión pública que Sánchez y los socialistas son ‘moderados’.
Yolanda Díaz, que terminará integrándose en el PSOE, será su aliada en las próximas generales
La remodelación del Gobierno, que vendrá acompañada de una sensible reducción de ministerios para vender el bulo de que se aprieta el cinturón y es sensible a los sufrimientos económicos de los españoles de a pie.
No afectará el recorte en ningún caso a Yolanda Díaz, que seguirá como vicepresidenta segunda, pero afectará -caso de producirse- a los ministros puramente podemitas, como Ione Belarra o Irene Montero.
Yolanda Díaz es intocable para Sánchez, que ve en la ministra de Trabajo una aliada y no una futura rival en unas eventuales elecciones generales.
Desde esa perspectiva, lo que busca Sánchez es liberarse del peso muerto de Podemos y trazar una estrategia de futuro en la que Díaz se convierta en un activo para el PSOE, dejando a la formación morada aislada y sin perspectivas.
Una de las grandes dudas de Sánchez, y lo que frena a sus asesores, es el temor a que Podemos reaccione violentamente y les incendie la calles.
Se da por supuesto desde la Moncloa que golpistas catalanes, PNV, proetarras vascos y chavistas podemitas volverán a ser ‘socios’ del PSOE tras cualquier comicio, pero no hay que descartar que los morados -para marcar territorio y no desaparecer- opten por la algarada y la protesta en los meses previos a las siguientes elecciones.
En esta jugada, los periodistas ‘cautivos’, las cadenas de televisión ‘adictas’ y los tertulianos del ‘pesebre’, serán esenciales para Sanchez.
Tienen que trasladar el mensaje de que la continuidad en el Gobierno de ministros de la formación morada era un lastre para España, y que Sánchez -‘fiel a su alma socialdemócrata’- opta por la moderación.
Los barones socialistas verían con buenos ojos la jugada, pues concurrir a las elecciones municipales y autonómicas del próximo año del brazo de Podemos sería para ellos una bendición, dadas las actuales circunstancias.
Tras el batacazo socialista en Andalucía, Sánchez parece decidido a marcar un punto de inflexión en la legislatura.