El autócrata Pedro Sánchez Pérez-Castejón, ayudado por su maestro y consejero áulico José Luis Rodríguez Zapatero, gobierna España sin contar con el Senado y solo un poquito con el Congreso; sin Presupuestos Generales desde hace tres años, dominando el Poder Ejecutivo, maniatando el Judicial a través de la Fiscalía General del Estado y del Tribunal Constitucional, convertido en tribunal de casación, y dirigiendo la mayor parte de los organismos y estancias que sirven de contrapoder en una democracia, incluidos los medios públicos de comunicación y parte de los privados, a los que ceba constantemente, mientras obstaculiza y persigue a los libres e independientes que aún resisten.
No conforme con esto, Sánchez suprime de facto (y de iure en determinados casos) el derecho a la propiedad privada de inmuebles, y ahoga a los contribuyentes con impuestos injustos para comprar con dinero ajeno las empresas privadas que le interesan y acaparar con propaganda encargada a medida y pagada por nosotros las redes sociales, las vallas y demás soportes publicitarios, los medios de comunicación de todo signo y hasta a los llamados influencers.
Y como someter sus leyes al Poder Legislativo no le va porque es un incordio, lo último que se le ha ocurrido a Sánchez ha sido utilizar el Boletín Oficial del Estado para, bajo la frase “corrección de errores”, modificar la ley sin tener que proponerlo a las Cortes, como acaba de hacer con la denominada “Ley Bolaños” y pretende con la ley que concederá a su corrupta (presunta) familia una impunidad a medida. Una ley que, como ha escrito Ignacio Camacho López de Sagredo en ABC, “su prolijo articulado es pura farfolla porque su objetivo esencial está resumido en la disposición transitoria: una despenalización retroactiva de las causas abiertas por acusación popular donde sólo faltan los nombres de David y Begoña”.
Por la puerta de atrás y como hacen con todo el déspota y su camarilla para seguir instalados en la Moncloa, acepta el chantaje de independentistas vascos, navarros y catalanes y cede competencias del Estado para seguir creando dos nuevos mini Estados independientes, País Vasco-Navarra y Cataluña, a los que dentro de poco y si no lo evitamos les faltará el reconocimiento internacional porque todo lo demás propio de un Estado lo tendrán otorgado por el dúo Sánchez-Zapatero.
Sánchez grita ufano que “piensa gobernar hasta el 2027 y más allá”. La pregunta que debemos hacernos todos los españoles, sean del signo que sean, que aman a su Patria y la quieren entera y constituida en un “Estado Social y Democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político”, es si vamos a seguir de brazos cruzados mientras Sánchez continua con su golpe de Estado, o le tenemos que parar por procedimientos democráticos más expeditivos. Quien tenga la respuesta y los medios, que lo haga.