Da el clavo Ayuso cuando comenta sarcástica que estamos ante el 8M más discreto de la historia.
Otros años, a estás alturas, el guirigay progre era atronador, pero este 2025 anda el rojerío de perfil.
Y es lógico, porque están el PSOE, Podemos y comparsas como para sacar pecho impartiendo lecciones feminismo.
En cualquier caso irán a Atocha o a Cibeles y montarán el ‘chocho‘ y se pondrán detrás de grandes pancartas contra ‘la ola reaccionaria que se extiende desde los EEUU de Trump hasta Europa de Abascal’.
Como si no hubiera pasado nada, estará allí berreando contra la prostitución la socialista Redondo, ministra de Igualdad de Sánchez, ajena a la proclividad de su partido a gastar dinero público en casas de putas, comilonas y cocaína.
Me da que habían planeado que este 8M fuera el del ‘pico’, pero no creo que se atrevan ya a quemar un muñeco de Rubiales, exigiendo su ingreso en prisión.
Tengo curiosidad por saber cuántos lemas y carteles de los que agiten este sábado, estarán inspirados en Errejón y en Monedero.
O en Ábalos, el todopoderoso ministro sanchista que era, al tiempo, el secretario de Organización del PSOE y mano derecha de Sánchez, y que elegía amantes de pago por catálogo, les ponía un piso a cuenta del contribuyente, les conseguía en empresas públicas puestos de trabajo que no incluían la necesidad de trabajar y las llevaba como decoración a sus viajes oficiales, a 1.500 euros la jornada.
Todo ello durante varios años, desde el corazón del poder y a la vera del marido de Begoña, que es el Nº-1 de la trama.
No creo que en la cartelería de este 8M, que se perfila escuálido veamos fotos del ministro Torres, a quien Aldama facilitaba pisos con ‘señoritas’ o de Koldo.
Doy por seguro que estará Begoña Gómez, que siempre ha sido fiel a la cita, pero les garantizo que no lucirá ni la toga ni el birrete de ‘catedrática’.
Este 8M, lo quieran o no Irene Montero, Pablo Iglesias, Sanchez y su cuadrilla de maleantes, es el de la bella Jésica.
Es ella, en deshabillé -como posaba en el catálogo-, quien debería llevar la pancarta.