Aunque merced al embrutecimiento progresivo de la sociedad española, el lenguaje es cada día más corto, seguro que han oído en más de una ocasión eso de que «la ocasión la pintan calva”.
La frase tiene su origen en la mitología grecorromana y está vinculada a la figura de la diosa Kairós, Occasio en latín, a la que representaban con una larga cabellera en la frente, pero completamente calva en el cogote y con alas en los pies.
Esto último para subrayar los fugaz de las cosas, porque las oportunidades no esperan, son pasajeras y, si no las aprovechamos, se pierden irremediablemente.
Pues, damas y caballeros, creo que la ocasión la pintan calva para nuestra a menudo adormecida oposición, porque el socialista Sánchez se ha metido en un berenjenal de padre y muy señor mío.
El tipo, ese que llamó ‘reencuentro’ a la amnistía para los golpistas, ‘financiación singular’ al cupo catalán y ‘Plan de Acción por la Democracia’ a la ‘Ley Mordaza contra los periodista no Adictos’, vende ahora el incremento del gasto militar más dramático de nuestra historia reciente, como ‘seguridad de 360 grados’ y ‘salto tecnológico para autónomos’.
Como era esperable, la ‘Brunete Pedrete’ mediática le compra los ridículos eufemismos, algo que ni siquiera han hecho sus socios y cómplices habituales.
Ione Belarra, en nombre de Podemos, acusa al marido de Begoña de arrastrar a España a una «coalición de la guerra”.
Los proetarras de Bildu y los separatistas de ERC dicen que aumentar el gasto militar «cercenará el gasto social”.
La teñida Yolanda Díaz, siempre tan mema, afirma que Sumar solo aceptará un aumento del gasto en Defensa si no se destina a armas.
Los peseteros del PNV no dicen si ni ni no, a la espera de presentar la factura.
Y los xenófobos separatistas de Junts se ponen estupendos, pero llegarán a un apaño con el jefe del PSOE.
Y en medio de este vodevil aparece el PP, melifluo y conciliador como siempre.
Para empezar, Feijóo no tenía que haberse prestado a participar en un paripé en el que Sánchez le daba el mismo tiempo que a Rufián, en el que se blanqueaba a los asesinos etarras y del que se excluía a Abascal, patriota carta cabal y líder del tercer partido político más importante de España.
Y si vas, como hizo el popular, no puedes salir diciendo que sales como entraste, sino denunciando que todo huele a chamusquina, que visto los antecedentes los socialistas se lo van a llevar crudo en comisiones y que lo presenta Sánchez al Congreso y convoca elecciones para consultar al pueblo español o que le vayan dando.
Sánchez entra atrapado entre las exigencias insensatas de la Unión Europea, su demagogia enfermiza, unos socios impresentables y la necesidad de los votos del PP.
Otra oportunidad como esta, de poner al malandrín entre la espada y la pared, no la va a tener la oposición antes de 2027.
La ocasión, como decía al principio, la pintan calva.