Lo que yo me pregunto es ‘para qué’.
Para qué coño quiere Sánchez hacerse físicamente con el Grupo PRISA si ya cuenta con la fidelidad perruna y la obediencia canina de los bien pagados chupantintas de Cadena SER y El País.
Qué necesidad tiene el marido de Begoña de meter en el consejo de administración de ese arruinado entramado a empresarios adictos al régimen, si tiene a su servicio a toda la ‘Brunete Pedrete’ periodística y le rinden pleitesía ciega desde RTVE a La Sexta, ademas de una legión de apesabrados tertulianos.
Pues se lo digo ya: para que se forren en la operación unos cuantos parientes, amiguetes y conmilitones, de los que ya se alistan a pegar ‘pelotazos’ millonarios a la sombra del incremento de los gastos de Defensa.
Y eso exige que el armenio Oughourlian, que el pasado 25 de febrero se negó a poner en marcha ‘TelePedro’ harto de pagar facturas, venda su 30% y se vuelva a París.
Dicen que se conformaría con 400 millones, pero no está el asunto muy claro, sobre todo después de que el torpe Óscar López pinchara en hueso con los de Vivendi, a quienes ofreció hasta entrar en Movistar si cedían a los amigos de La Moncloa su 12%.
Oughourlian, que se ha revelado como un hueso duro de roer, escribía este lunes una tribuna en El País en la que textualmente afirmaba: «Sería inaceptable que, cuando estamos recordando que hace ya 50 años murió el dictador Francisco Franco, alguien cayera en la tentación de tratar de adueñarse de un medio de comunicación independiente desde el poder, bien directamente, bien utilizando alguna empresa estatal como instrumento”.
Inaceptable es, pero también habitual en la España de Sánchez y a la vista está el reciente asalto de Telefónica, pagando con 2.200 millones de nuestros impuestos.
El Grupo PRISA llegó a valer en tiempos de Polanco, alias ‘Jesus del Gran Poder’, la friolera de 4.550 millones.
Hoy, a 0,35 euros la acción que es como se cotiza en Bolsa, vale poco más de 400 millones, diez veces menos que cuando manaba Felipe González y mas o menos lo que ha perdido Oughourlian desde que tuvo la desventurada idea de invertir en semejante casa de lenocinio, creyendo que podría reflotarla.
Comprar tal desastre parece una idea descabellada, pero no se puede obviar que el Gobierno Frankenstein y el PSOE tiran con nuestro dinero, no con el suyo.
Y que la obsesión de Sánchez por convertir el periodismo español en ecosistema mediático totalmente amaestrado, que oculte sus corrupciones, incompetencias e ilegalidades, es enfermiza.
A la espera de la ‘Ley Mordaza’, que viene en camino y con la que esperan cerrarnos la boca a los pocos disidentes que resistimos, van sumando sicarios periodísticos a la banda mafiosa y llevándoselo crudo.
De poco les va a servir, porque nosotros no danos un paso atrás, ni para tomare impulso y más pronto que tarde, los vamos a echar a patadas.
