EL REPASO

Alfonso Rojo: “Con el kit, el miedo y el rearme, Sánchez y sus compinches se lo van a llevar crudo”

Imagino a los Pepiño Blanco, Zapatero, Bono y resto de la recua puliendo ya las cuentas bancarias

Para poner en contexto el esperpento protagonizado por Sánchez, en el Congreso de los Diputados, es obligado recordar que, algo antes de asaltar La Moncloa ayudado por los proetarras de Bildu y los separatistas de Junts, el marido de Begoña afirmó solemne que en España sobraba el Ministerio de Defensa.

Ese insensato pronunciamiento prueba que el amo del PSOE no sólo es un tahúr, sino también un idiota y un ignorante.

Al margen de subrayar que esa estupidez es contagiosa, como demuestran a diario los dirigentes de socialistas, me parece importante alertar a la ciudadanía de que detrás de discursos como el de Sánchez y los de otros líderes europeos casi tan patéticos como el, lo que viene es un gran negocio.

Imagino a los Pepiño Blanco, Zapatero, Bono y resto de la recua puliendo ya las cuentas bancarias, pero llenarlas con los miles de millones que van a llevarse en comisiones, a cuenta del ‘kit de supervivencia’ y del difuso rearme militar.

Tiene coña que un paisano incapaz de disputar el puerto de Barbate a los traficantes que matan guardias civiles, de impedir que suban por el Guadalquivir las narcolanchas o de garantizar que los MENAs, sus primos y parientes salten cuando les da la gana las fronteras españolas, se postule para encabezar la batalla continental contra Putin y el Ejercito Rojo.

En esa época que tanto les gusta recordar a los ‘progres’, la de la Guerra del 36, se rebautizó la Gran Vía madrileña como Avenida de la Unión Soviética y decoraron la Puerta de Alcalá con un gigantesco retrato de Stalin, pero no veo yo a los tanques rusos desfilando en breve por la Castellana. Ni siquiera invadiendo Polonia o los Países Bálticos.

El alarmismo no es nuevo. Durante la Guerra Fría, cuando el Armagedón nuclear pasó de ser posible a probable, se promovieron desde los gobiernos occidentales los refugios atómicos domésticos y se lanzaron campañas de preparación, kits y otra parafernalia.

La diferencia es que hoy las circunstancias son muy distintas. No sólo porque el Oso Ruso -como ha quedado patente en Kursk y el Donbás – anda escaso de garras y dientes, además de estar malnutrido.

Lo sucedido en Ucrania, escuchar a Putin citar «los tiempos de Napoleón” y el historial expansionista ruso, alimentan una narrativa de amenaza existencial, que los patéticos líderes europeos actuales – Macron, Sánchez, Van del Leyen y otros- agitan para justificar su permanencia en los cargos, una pavorosa subida de impuestos y un negocio suculento.

Como les decía al principio, se lo van a llevar crudo.

Ellos, sus parientes y amigotes.

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