EL REPASO

Alfonso Rojo: “Para España y los contribuyentes españoles, el único arancel se llama Pedro Sánchez”

El pelirrojo no se ha vuelto repentinamente loco, ni da puntada sin hilo

Déjense de pamplinas.

El arancel de verdad, lo que nos está amargando la existencia y nos llevará a la ruina si no le plantamos cara, no viene de Estados Unidos ni lo apadrina Donald Trump.

Es Pedro Sánchez.

Es el marido de Begoña, el hermano del músico Azagra, el padrino de la trama de las mascarillas, el protector de la sobrina carnal de Ábalos, el amigo del etarra Otegi y el compadre del golpista Puigdemont, que además ejerce de Nº-1 en la tentacular trama de corrupción del PSOE.

Seguro que muchos de ustedes se estarán preguntado a estas horas que pretende realmente Trump desatando una guerra comercial planetaria.

El pelirrojo no se ha vuelto repentinamente loco, ni da puntada sin hilo.

Lo que pretende, subiendo aranceles a diestro y siniestro, es incentivar la producción nacional. Estimular que empresas extranjeras trasladen sus fábricas a territorio estadounidense, generando empleos y revitalizando la industria manufacturera norteamericana.

El segundo objetivo es recaudar, para financiar un recorte de impuestos masivo; el tercero es redefinir el papel de EEUU como primera potencia mundial y el cuarto y de ahí viene lo de bautizar su anuncio como el «Día de la Liberación«, potenciar su propia imagen como un presidente fuerte, que rompe cadenas y acaba con estafas.

A los españoles, en el peor de los casos, la broma nos puede costar 6.000 millones, que es lo que el Gobierno Frankesntein se gasta al año en mamarrachadas ‘woke’ y que no representa ni medio punto del PIB.

A pesar de eso, Sánchez le echará a Trump la culpa de todo, como hizo antes con la peste del Covid o con la guerra en Ucrania.

Por eso ha comparecido sin esperar la reacción coordinada de la UE, proclamando solemne que sus valores ‘no están en venta’, lo que en boca del que nunca pactaría con Bildu, ni metería en su cama a Pablo Iglesias, suena bastante ridículo.

Al marido de Begoña le importa un bledo el muro arancelario de Trump.

Lo único que le interesa es que su propio muro no se venga abajo.

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