Tengo suerte de no ser
un Cardenal de la Iglesia
porque el dilema que pronto,
con el Cónclave a las puertas,
van a tener que afrontar,
no es una sencilla empresa.
Carga el Espíritu Santo,
que es una Persona seria,
aunque de la Trinidad,
ocupe plaza Tercera,
con injusta acusación
de que la pata metiera
en la última elección
que a Francisco nos trajera.
Que los designios divinos
hay veces que no se entiendan
es cierto, pero no menos
que allá arriba hacen las cuentas
de modo que un solo error
es imposible, cometan.
Que Bergoglio fue un tío grande
sobre todo, lo demuestra,
la catarata de elogios
que el buen Papa recibiera
con ocasión de su muerte
de las hispanas lumbreras:
Pedro Sánchez, el primero,
en pública condolencia
bien se deshizo en elogios
del que hoy brilla por su ausencia.
¿Qué me dicen de Yolanda
y aquél, su rictus de pena?
¿O Bolaños, que, enlutado,
más bajito pareciera
puesto que el negro rebaja
tamaño de quien lo lleva,
cantando, venga a cantar,
aunque sea a su manera,
por argentino, el difunto,
una milonga campera,
en la que elevaba al Cielo
a Bergoglio, por su cuenta
anticipándose al Juicio
en que Dios dicte sentencia?
¿Cabe mayor entusiasmo
de quién plana a Dios enmienda?
Tampoco pierdan de vista
los salmos de Pablo Iglesias,
ni el torrente de lamentos
de la Cofradía entera,
que parecían un coro
de dolidas plañideras.
No señores, si el Gobierno
y toda su parentela
elogian así a Francisco,
alejen toda sospecha
en torno al Pontificado
que Francisco llevó a cuestas.
De sus indudables méritos
la definitiva prueba
es lo que dice un Gobierno
hasta ahora, que se sepa,
ha cumplido a rajatabla
con precisión milimétrica
todo, todo, todo, todo,
todo lo que prometiera.
¿Iba a ser éste el error
primero, que cometiera?
¡Un poco más de respeto
a quien tan bien nos gobierna!
Pedro Sánchez no merece
la menor duda; ¡ni media!
De modo que, Cardenales,
a semanas del dilema
de elegir un nuevo Papa
que al buen Francisco suceda,
ya que el Espíritu Santo
de palabra, no se expresa,
y no podéis preguntarle
pues, seguro, no os contesta,
no lo dudéis un momento,
el mejor sistema fuera
consultar a Pedro Sánchez
que ése, de seguro, acierta.
Si lo hacéis así, no hay duda
el Papa que él propusiera
más Francisco todavía
que el difunto, aún lo fuera.
Hacedme caso, Prelados,
y el éxito es cosa cierta.
Basta, os fijéis en España
día a día se supera
en manos de este portento
de honradez y de sapiencia.
La que vale para asuntos
que importan a ras de tierra,
¿no ha de servir para el Cielo?
¡Con más razón, Eminencias!