Todo en Sánchez es bulo y cartón piedra.
Hasta su súbito y feroz antisemitismo es impostado.
El tipo, a quien importan un comino las torturas que los sicarios chavistas practican a diario en el Helicoide de Caracas, cuyos compinches hacen sucios negocios con Maduro y es compadre del sandinista Ortega violador de su propia hija; alza trémula la voz contra Israel y se ha lanzado, al frente de los progres europeos, a la caza del judío.
Todo, para ver si tapa un poco la rampante corrupción del PSOE y los chanchullos de su hermano músico, de Begoña la ‘catedrática’, del imputado fiscal general del Estado y de las bandas de Ábalos y Cerdán.
Nadie, con dos dedos de frente, una pizca de sentido común y cierta sensibilidad, puede permanecer indiferente ante el horror de Gaza, pero no se dejen engañar.
¿Saben quiénes eran los hermanos Bibas?
Ariel y Kfir fueron secuestrados junto a sus padres el 7 de octubre de 2023 en el kibutz Nir Oz.
Un mes después del aquelarre, en el que los terroristas de Hamas asesinaron a 1.200 personas, raptaron a 251 y violaron en grupo a centenares de chavalas, los dos niños fueron estrangulados en un túnel de la Franja.
Ariel tenía 4 años y Kfir sólo 9 meses.
No se si los civiles gazatíes, que hoy padecen un castigo atroz a manos del Ejército israelí, festejaron el crimen, como celebraron exultantes la captura de rehenes o vitorean cualquier atentado contra inocentes en Tel Aviv o Jerusalén.
Pónganse ustedes en la piel de Yarden, padre de las criaturas, liberado el 1 de febrero de 2025 tras 484 días de cautiverio y que es el único que sobrevive de la familia. Pónganse en la de los parientes de la veintena de rehenes que siguen vivos y a los que los fanáticos islámicos retienen en condiciones espantosas.
Miren… bastaría que Hamás liberase a esos desventurados, entregase con ellos los restos mortales de las tres docenas que han fallecido bajo su custodia y anunciase que depone las armas, para que todo se parase.
Pero no lo harán, porque ellos no pasan hambre, ni sufren más penurias que las que entraña vivir en combate.
Ellos se quedan con la escasa ayuda humanitaria que entra de Egipto y animados por falsarios como Sánchez, a quien han felicitado unas cuantas veces, sueñan con que la ONU, esa misma cuyos almacenes y empleados han funcionado como sucursales del terror, y la algodonosa comunidad internacional y mamelucos como el marido de Begoña, acudan a su rescate y fuercen a Israel a aceptar lo inaceptable.