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La política extremeña vivió este jueves uno de esos capítulos que los cronistas recordarán durante años. Miguel Ángel Gallardo, secretario general del PSOE en Extremadura, accedió a su escaño autonómico envuelto en la mayor expectación mediática que se recuerda desde tiempos de Juan Carlos Rodríguez Ibarra. Todo, mientras planeaban sobre su figura acusaciones graves: malversación, prevaricación y tráfico de influencias vinculadas a la contratación de David Sánchez, hermano del presidente del Gobierno.
No defraudó el guion: justo cuando Gallardo juraba acatar la Constitución y el Estatuto de Autonomía, los cinco diputados de VOX se levantaron en bloque y abandonaron el hemiciclo en señal de protesta. El gesto fue tan simbólico como calculado. En política, los silencios suelen ser más elocuentes que los discursos: las cámaras se giraron hacia las bancadas vacías mientras desde el PSOE arreciaban los aplausos a su nuevo referente regional.
Polémica por el aforamiento y guerra dialéctica
La presencia de Gallardo en la Asamblea no es solo cuestión de protocolo. Está imputado por su gestión al frente de la Diputación de Badajoz y, según la oposición, su entrada como diputado podría interpretarse como un movimiento estratégico para blindarse tras el aforamiento parlamentario. La jugada llega apenas horas antes de que la jueza instructora decretase apertura de juicio oral, lo que añade picante al relato: ¿casualidad o cálculo político?
VOX no se anduvo con rodeos: “Gallardo se ríe de todos los extremeños”, clamó su portavoz Óscar Fernández Calle, quien tachó la maniobra socialista de “absolutamente denigrante” y denunció una “manipulación” de las normas para esquivar la acción judicial. La paradoja no pasó inadvertida: Gallardo propuso eliminar el aforamiento… justo tras beneficiarse él mismo del privilegio. El PP y Unidas por Extremadura tampoco ahorraron críticas; para los populares, es una muestra más de la “poca vergüenza” del dirigente socialista, mientras que los morados hablaron directamente de “bomba de humo”.
🗣️ @_Angel_Pelayo durante el Pleno de la vergüenza:
“Personas procesadas por graves delitos no pueden pertenecer a esta Asamblea, es impropio, es indigno, los extremeños no merecen esto” pic.twitter.com/OGbjbjiSjT
— Grupo Parlamentario VOX Asamblea de Extremadura (@Vox_AsambleaEx) May 29, 2025
El PSOE cierra filas y reta al resto
En medio del vendaval, Gallardo optó por transmitir normalidad. Rodeado por pesos pesados socialistas —el alcalde emeritense Antonio Rodríguez Osuna, José Luis Quintana (delegado del Gobierno), o Miguel Ángel Morales (presidente provincial cacereño)— restó dramatismo a la jornada y prometió acatar la legalidad “como cualquier otro diputado”. Sus compañeros le arroparon con un aplauso cerrado, demostrando que, al menos en público, no hay fisuras internas.
La presidenta regional, María Guardiola (PP), aprovechó para calificar el episodio como un claro “fraude de ley”, aunque no cerró la puerta al diálogo institucional con el principal partido opositor. Gallardo estrenó escaño preguntando precisamente por ese “valor del diálogo”, aunque cuesta imaginar un clima relajado cuando sobrevuela un caso judicial tan mediático.
Consecuencias políticas y curiosidades del caso
- El episodio ha elevado el tono político en Extremadura justo cuando se avecina un verano cargado para el Parlamento regional.
- La Asamblea habilitó incluso salas adicionales para prensa ante el aluvión mediático, algo poco frecuente en plenos ordinarios.
- El caso Gallardo conecta directamente con uno de los asuntos más delicados para Moncloa: las contrataciones públicas ligadas a familiares del presidente Pedro Sánchez.
- Paradójicamente, tanto PP como Vox han mostrado disposición a debatir sobre la supresión del aforamiento político… pero ninguno acepta hacerlo bajo las condiciones marcadas por el PSOE o Gallardo.
- Tras jurar su cargo entre tanta tensión, Gallardo protagonizó uno de esos estrenos que bien podrían servir como guion para una serie política: entre flashes, protestas mudas y rumores persistentes sobre nuevas revelaciones judiciales.
A modo anecdótico —y casi humorístico— varios diputados veteranos confesaban en los pasillos que no recordaban tal expectación ni siquiera en los plenos donde se debatieron cuestiones históricas como el Estatuto extremeño. Mientras tanto, los ciudadanos asisten entre incrédulos y resignados a un nuevo episodio donde política y justicia vuelven a caminar peligrosamente juntas… pero cada uno mirando hacia un lado distinto.