La inteligencia artificial vive un nuevo capítulo de su carrera armamentista. DeepSeek, el chatbot chino que ha desbancado a ChatGPT como la aplicación gratuita más descargada en Estados Unidos, no solo ha catapultado a su enigmático fundador, Liang Wenfeng, a la fama, sino que también ha encendido todas las alarmas en Silicon Valley y Wall Street.
El modelo R1 de DeepSeek, desarrollado con una fracción del presupuesto de sus rivales, ha demostrado que la creatividad y la eficiencia pueden ser armas poderosas en un mercado dominado por gigantes como OpenAI y Google. Su éxito repentino tambalea la narrativa de que la supremacía en IA pertenece indiscutiblemente a Estados Unidos.
Lo más llamativo de este avance es el perfil de su creador.
Liang Wenfeng, descrito como «más un friki que un jefe», ha demostrado que se puede desafiar a Silicon Valley sin seguir su modelo.
A diferencia de los magnates de la tecnología estadounidense, Wenfeng proviene del mundo de las finanzas y ha aplicado su experiencia en trading cuantitativo para optimizar el desarrollo de modelos de IA con recursos limitados. Su enfoque disruptivo ha dejado en ridículo a empresas que han invertido miles de millones en IA sin conseguir un salto cualitativo similar.
No es casualidad que Liang haya sido el único líder de IA invitado a una reunión con Li Qiang, el segundo hombre más poderoso de China. Pekín lleva años apostando por la autosuficiencia tecnológica, y DeepSeek parece encajar perfectamente en esa estrategia. La inteligencia artificial ya no es solo una cuestión de innovación, sino de política y geopolitica. Mientras Washington restringe la exportación de chips de alto rendimiento a China, la industria china responde haciendo «más con menos».
Pero el impacto de DeepSeek no solo se siente en los círculos políticos, sino también en los mercados. La noticia de su ascenso ha golpeado con fuerza a Nvidia, cuyos valores cayeron un 17% en un solo día, lo que equivale a pérdidas por US$600.000 millones en Wall Street. Silicon Valley se ha visto obligado a reaccionar con urgencia. OpenAI y Oracle han anunciado inversiones masivas para reforzar la infraestructura de IA en EE.UU., en un intento de recuperar el liderazgo que, por primera vez en décadas, se tambalea seriamente.
El multimillonario Elon Musk ha expresado sus dudas sobre las cifras que maneja DeepSeek, insinuando que podría haber subsidios ocultos detrás de su sorprendente eficiencia. Otros, como Marc Andreessen, han comparado este hito con el lanzamiento del Sputnik, el satélite soviético que en 1957 puso en jaque la superioridad tecnológica de Estados Unidos en la Guerra Fría.
China ya ha demostrado su capacidad para revolucionar sectores enteros, desde las baterías para vehículos eléctricos hasta la energía solar. Ahora, con DeepSeek, la IA se suma a la lista.
Quizá la verdadera lección de este episodio no sea la amenaza que supone China para Silicon Valley, sino la necesidad de replantear los paradigmas de innovación. En un mundo cada vez más interconectado y competitivo, la arrogancia puede ser el peor enemigo del progreso.