Tensiones históricas y avances en inteligencia artificial

Bill Gates reabre viejas heridas con Steve Jobs: “No era ingeniero, no tenía idea de código»

El fundador de Microsoft critica la falta de conocimientos técnicos de Jobs en pleno auge de la inteligencia artificial

Bill Gates reabre viejas heridas con Steve Jobs: “No era ingeniero, no tenía idea de código"

No todos los días una figura como Bill Gates se permite comentar, con cierta ironía, sobre las carencias técnicas de su histórico rival, Steve Jobs.

Pero el cofundador de Microsoft lo ha hecho en una entrevista reciente, afirmando sin rodeos que Jobs “no era ingeniero, no tenía idea de código”.

La frase ha resonado fuerte en la industria, reavivando una rivalidad que, aunque legendaria, también estuvo marcada por la colaboración y el respeto mutuo.

Gates aprovechó su intervención para recordar que la relación entre ambos no fue siempre un campo de batalla. De hecho, admitió haber colaborado estrechamente con Jobs en varios proyectos clave para Apple.

Según Gates, aunque Jobs carecía de formación técnica profunda, compensaba con creces en liderazgo y visión de producto.

“Sabía dirigir equipos como nadie”, reconoció Gates, aunque algunos colaboradores de Apple aún contradigan esa opinión.

El arte de liderar sin programar: ¿realmente importaba el código?

La crítica técnica de Gates pone sobre la mesa un viejo debate: ¿es imprescindible ser ingeniero para liderar una revolución tecnológica?

Steve Jobs, sin duda, era un visionario más centrado en el diseño y la experiencia del usuario que en escribir líneas de código. Pero también fue capaz de rodearse del mejor talento técnico y motivarlo hasta límites insospechados.

Andy Hertzfeld, uno de los ingenieros originales del Macintosh, describía trabajar con Jobs como “aterrador y emocionante al mismo tiempo”.

Jobs exigía compromiso total y premiaba la dedicación. Un ejemplo es el famoso caso en el que regaló un Jaguar a su secretaria por llegar tarde al trabajo debido a su viejo coche; quería eliminar cualquier obstáculo para que su equipo rindiera al máximo. Sus métodos podían ser discutibles pero nadie duda del impacto que tuvo en Apple y en toda la industria.

¿Genio técnico o maestro del arte de pedir?

La realidad es que Jobs nunca ocultó sus limitaciones técnicas. De hecho, desde joven demostró una habilidad poco común: saber pedir ayuda. Con solo 12 años llamó directamente a Bill Hewlett (cofundador de HP) para pedir componentes electrónicos y consiguió no solo las piezas sino un trabajo de verano. Esa audacia para solicitar lo necesario le abrió puertas y moldeó su filosofía empresarial: si no sabes algo, busca a quien sí lo sabe.

Este enfoque se refleja hoy en muchas startups tecnológicas donde los fundadores no siempre son expertos técnicos pero sí grandes estrategas o comunicadores. La combinación entre visión y ejecución sigue siendo la fórmula ganadora.

IA: El nuevo campo de batalla para gigantes tecnológicos

Mientras Gates revive viejas rivalidades, el sector tecnológico vive otra revolución: la irrupción masiva de la inteligencia artificial. Aquí tanto Microsoft como Apple se juegan mucho. Microsoft ha apostado fuerte por integrar IA generativa en todos sus productos clave —desde Windows hasta Azure— mientras Apple prepara movimientos propios para no quedarse atrás.

La pregunta es inevitable: ¿cómo habrían gestionado Gates y Jobs esta nueva era? Gates, siempre más técnico, probablemente buscaría alianzas estratégicas con empresas líderes en IA y potenciaría el desarrollo interno. Jobs, fiel a su estilo, priorizaría cómo la IA puede mejorar la experiencia del usuario y simplificar productos complejos.

Lo cierto es que ambos enfoques resultan hoy esenciales. La inteligencia artificial no solo requiere algoritmos potentes sino también una integración inteligente con las necesidades humanas. Y aquí ni todo es código ni todo es carisma: hacen falta las dos cosas.

Colaboración frente a competencia: lecciones para la nueva generación

El mensaje que subyace tras los comentarios recientes de Gates es claro: incluso los más grandes rivales pueden colaborar cuando el objetivo común es avanzar tecnológicamente. Microsoft y Apple lo demostraron varias veces a pesar —o gracias— a sus diferencias personales.

En un contexto donde la inteligencia artificial está redefiniendo trabajos, sectores e incluso relaciones sociales, conviene recordar que ni los genios técnicos ni los grandes visionarios pueden avanzar solos. Como decía Jobs tras su experiencia juvenil con HP: “Nunca encontré a nadie que no quisiera ayudarme si se lo pedía”.

La historia entre Gates y Jobs nos deja una lección útil para quienes hoy lideran o fundan empresas tecnológicas: importa tanto saber programar como saber rodearse del mejor talento… y pedir ayuda cuando haga falta.

El legado sigue vivo (y polémico)

A más de una década del fallecimiento de Steve Jobs, su figura sigue generando admiración e intensos debates. Lo cierto es que ni las críticas técnicas ni los dardos ocasionales empañan el legado incuestionable del fundador de Apple. Tampoco restan mérito a Bill Gates como arquitecto del software moderno.

Hoy ambos nombres sobreviven como referencias inevitables mientras el mundo mira hacia adelante con nuevas preguntas: ¿quién liderará la próxima revolución tecnológica? ¿Será alguien técnico como Gates o un visionario como Jobs? Quizá el futuro pertenezca a quienes sepan combinar ambos talentos —y se atrevan a pedir ayuda cuando sea necesario.

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