‘Mar de plástico’, una de las series revelación de la temporada, dijo adiós este 22 de diciembre de 2015 a su primera etapa en Antena3 con mucha tensión, mucha angustia y la revelación de la identidad del asesino de Ainhoa. Pero, como guinda final, la ficción nos regaló una última escena que nos ha dejado boquiabiertos.
‘Mar de plástico’ no es una mala serie. Tampoco es la revolución temática que nos han querido vender en antena3 pero, con su primera temporada cerrada, podemos decir que el balance es positivo.
Lo mejor ha sido la forma, puesta en escena, la fotografía (aunque quemada, ha sido un acierto) y el marco (los campos de cultivo almerienses). Lo peor, la cantidad de topicazos que han cuajado toda la trama (lugares comunes de un thriller para ‘toda la familia’), el uso excesivo de la cámara lenta y, por supuesto, Jesús Castro y sus escasas aptitudes artísticas (de la cara de intenso de Rodolfo Sancho mejor no hablar).
La trillada excusa argumental del asesinato de una joven en una comunidad pequeña ha servido para que, en 13 capítulos, se haya mareado la perdiz (como manda el género) y nos hayan vendido historias de amor imposibles, traiciones familiares varias, racismo del todo a cien y tramas de corrupción política para principiantes.
Y al final ¿Quién era el asesino? Pues aquel que nunca fue acusado pero que , por eso mismo, todos sabíamos que podía ser él. Antes de que lleguen los spoilers, decir que el desenlace fue entretenido, impactante, sucio (en el mejor sentido de la palabra) pero algo cutre en la realización.
El comienza arrancó con la liberación de Juan Rueda (padre). Él no era el asesino de Ainhoa pero a la salida de la cárcel, ¡sorpresa!, el verdadero criminal secuestró al empresario para cumplir su venganza.
¿Y quién era el verdadero asesino? Pues Fernando Rueda (Patrick Criado) , hijo de Juan. Pero ¿por qué? La historia es complicada. Fernando sabía que hace 20 años, en uno de los camiones de que transportaba inmigrantes ilegales murieron todos menos una madre y su hijo. Juan Rueda mató a la mujer y se quedó con el bebé, al que inscribió como su propio hijo.
En resumen, que Fernando, tras saber que no era hijo de Juan y que éste había matado a su madre biológica, decidió vengarse. ¿Cómo?Matando a Ainhoa, hija ilegítima de su padre.
Y mientras Héctor descubre quién es el asesino, éste secuestra a Nacho, hijo de Marta (el amor de Héctor).
Al final, tras una persecución en coche y después de que el niño mandase un Whatsapp a Héctor con su localización (por cierto, esa escena estaba mal rodada. No es posible que Héctor sea tan torpe de mostar el móvil delante del asesino. ¿Por qué no han puesto un plano corto con el móvil escondido?), las autoridades dan caza a Fernando.
Acorralado, el asesino amenaza con matar a su rehén. De repente, y sin sentido alguno, aparece Marta, la madre de la criatura, y, ¡oh, casualidad!, Fernando coloca a Nacho en la posición perfecta para que Héctor pueda disparar al fugitivo y éste sea detenido.
Todo ha acabado bien. O no. Tras un rótulo que nos informaba de que habían pasado «varios» meses, vimos a Salva (Luis Fernández) montando en bici por el campo y, de repente, en medio de un vertedero, entre lechugas pochas, vemos el cadáver de…. Marta. Sí, sí, la prota. Uff, eso sí que es un ‘cliffhanger’, un gancho, en toda regla.
Más en 3 Segundos
CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL
QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE
Buscamos personas comprometidas que nos apoyen
CONTRIBUYE